La cumbre empezó tensa el lunes, pero el martes por la tarde, después de una larga espera, los tres presidentes se asomaron sonrientes al Patio Central del Palacio Nacional de Ciudad de México. El anfitrión, Andrés Manuel López Obrador, iba flanqueado por sus homólogos de Estados Unidos, Joe Biden, y Canadá, Justin Trudeau. Los Tres Amigos -como se les conoce a los dignatarios norteamericanos- parecían haber dejado atrás sus diferencias en temas de inmigración, inversiones y oportunidades comerciales para dar paso a una etapa más productiva en Norteamérica.
Sabiendo que entre los tres países se concentra el 28% del PBI del planeta, la X Cumbre de Líderes de Norteamérica era de vital importancia para avizorar el destino de una región que siempre se ha visto desconectada del resto del continente. Pero sobre todo para discutir las principales preocupaciones de países con diferentes perspectivas y características, pero que se necesitan.
“Somos verdaderos aliados”, aseguró Biden en la conferencia de prensa conjunta que, como era de esperarse, fue acaparada por AMLO que no dudó en lanzar un monólogo de 24 minutos. “Compartimos una visión común para el futuro, basada en valores comunes”, agregó el estadounidense.
“Como continente somos únicos”, expresó exultante el primer ministro canadiense Justin Trudeau.
López Obrador, por su parte, agradeció a Biden que no construyera “ni un metro de muro”, haciendo referencia al republicano Donald Trump y su polémica solución migratoria.
Las risas del martes contrastaron con la áspera reunión bilateral que tuvieron AMLO y Biden. Pese a las sonrisas de las fotos, los gestos amistosos y la cálida bienvenida, la tensión entre ambos presidentes se hizo palpable, sobre todo cuando el mandatario México le reclamó a su homólogo estadounidense “el olvido, abandono y desdén hacia América Latina y el Caribe” y le dijo que “tiene la llave para abrir y mejorar sustancialmente las relaciones entre todos los países del continente americano”.
Biden respondió defendiendo los gastos de miles de millones de dólares de Estados Unidos en ayuda en todo el mundo en los últimos 15 años, y dijo que “lamentablemente, nuestra responsabilidad no termina en el hemisferio occidental”.
El martes, sin embargo, el mexicano cuidó mucho más su retórica, aunque no dejó de pedirle que se regularice la situación de los miles de migrantes mexicanos indocumentados.
La captura de Ovidio
Los tres líderes también discutieron “con amplitud” el tema migratorio y la cooperación para hacerle frente al tráfico de armas y drogas, en especial, del fentanilo, un opioide sintético al que se le atribuye una epidemia de muertes por sobredosis en Estados Unidos. La droga es producida en México y se ha convertido en un negocio millonario para los cárteles.
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Justamente, la reunión se dio días después de la captura del narcotraficante Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, y quien es requerido por la justicia estadounidense. Para muchos, la detención -que además dejó 29 muertos en Culiacán- fue considerada un regalo para Biden antes de la cumbre.
Las coincidencias no son gratuitas, pues la semana pasada Washington había anunciado un nuevo plan migratorio para aceptar el ingreso mensual a territorio estadounidense de 30 mil migrantes venezolanos, haitianos, cubanos y nicaragüenses, vía aérea y con un garante, con el fin de descongestionar la frontera entre México y Estados Unidos.
“La cumbre, en realidad, empezó la semana pasada con estos dos sucesos. El anuncio sobre la inmigración no se dio por casualidad días antes. Y la detención de Ovidio Guzmán fue la manera en que México se quiere mostrar ante Estados Unidos, diciendo de qué están haciendo algo por la seguridad fronteriza y el combate al crimen organizado”, explica a El Comercio la doctora Aribel Contreras, Coordinadora de Negocios Globales de la Universidad Iberoamericana de México.
Semiconductores y energía
Los líderes de Norteamérica también acordaron impulsar nuevas cadenas de suministro y sustituir las importaciones de la región, una de las más ricas y dinámicas del mundo, con el objetivo de ser cada vez más autosuficientes. Aunque no dieron detalles en la conferencia, la Casa Blanca aseguró que EE.UU., México y Canadá tomarán medidas para fortalecer la industria norteamericana de semiconductores, un objetivo especial para la administración Biden, que quiere acabar con la dependencia de los microchips de Asia.
“México tiene que subirse a la cadena de suministros eléctrica para que pueda convertirse en un proveedor de los chips. El Gobierno de Joe Biden firmó una ley el año pasado donde la apuesta es invertir una gran cantidad de millones de dólares para dejar de depender de los chips que vienen de Asia, y ahí es donde México puede sumarse para este tema, que es casi de seguridad nacional para EE.UU., convirtiéndose en una opción de proveedor”, explicó Contreras.
Uno de los grandes puntos en disputa quedó fuera de la conferencia, pese a que se especuló mucho durante la reunión: la política energética de México, que Canadá y Estados Unidos consideran proteccionista y que podría abrir un mecanismo de disputa en el seno del T-MEC, el tratado de libre comercio entre los tres países.
La especialista mexicana explica por qué el tema preocupa a Biden y Trudeau: “La reforma energética que se cocinó al interior de México, y que tuvo el aval del Congreso, autoriza que se dé preferencia a empresas paraestatales de México. Es decir, se trata de una medida discriminatoria para empresas extranjeras. Es un tema complicado porque desde cualquier perspectiva, es una medida que socava las inversiones que vienen de EE.UU. y Canadá porque se le dará prioridad a empresas mexicanas en el tema energético, y no se tiene las mismas reglas del juego para todas. Lo más probable es que el tema no se resolverá en la cumbre, y la parte técnica se estará negociando a través de los diferentes ministerios”.