Son polémicos. Algunas de sus decisiones enfrentan duras críticas. Pero, al mismo tiempo, los gobiernos que encabezan tienen un fuerte respaldo en sus respectivos países.
Se trata de los presidentes Andrés Manuel López Obrador, de México; y Nayib Bukele, de El Salvador.
►Cómo es el lujoso avión presidencial de US$130 millones que México no logra vender | FOTOS Y VIDEO
►AMLO lamenta tiroteo en escuela de México y da pésame a familiares
►Nayib Bukele pide respeto a Maduro por llamarle “traidor” y “pelele”
Los mandatarios son los mejor evaluados y más populares de América Latina, según analistas y las encuestas más recientes publicadas en cada país de la región.
Poco más de un año después de asumir el poder, AMLO -como se conoce a López Obrador en su país- tiene un promedio de respaldo de entre el 59% y el 72%, según distintos sondeos.
Bukele enfrenta una situación aún mejor en sus primeros seis meses de gobierno con un apoyo de la población superior al 80%. Una encuesta realizada por el diario La Prensa Gráfica en diciembre elevó esta cifra incluso al 88%.
La popularidad, sin embargo, no es lo único en que se parecen ambos mandatarios.
Bukele y AMLO tienen rasgos similares como el porcentaje de votos que obtuvieron en las elecciones, su estilo de comunicación y algunos de los problemas que enfrentan en sus países.
Pero a la vez, existen diferencias como el origen político de los personajes, la ideología de sus programas de gobierno y los resultados que alcanzaron en sus primeros meses en el poder.
En todo caso se trata de escenarios complejos, coinciden especialistas. Ambos, por ejemplo, aprovecharon una ola de cansancio ciudadano ante los partidos que gobernaban previamente en sus países.
Pero la forma como lo hicieron es distinta. Por ejemplo, Bukele es un personaje “nativo digital”, dice a BBC Mundo Roy Campos, director de la empresa de opinión pública Consulta Mitofsky.
Es decir, el acceso a internet y la comunicación en redes sociales fue un tema fundamental en, prácticamente, toda su educación.
A López Obrador, en cambio, muchos lo ubican como un político tradicional, exmilitante del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que gobernó durante 70 años en México y que se convirtió en presidente en su tercer intento.
Sin embargo, una de las razones para su elección fue su imagen de opositor al sistema y la propuesta para combatir la corrupción que reinó en los gobiernos anteriores al suyo.
Entonces ¿qué tan cerca están AMLO y Bukele, los líderes de dos países separados territorialmente solo por Guatemala? BBC Mundo te presenta algunas similitudes y diferencias.
Su victoria electoral
Una primera coincidencia entre Bukele y López Obrador es la forma como ganaron las elecciones presidenciales en sus países.
Por ejemplo, ambos crearon su propio partido que les sirvió como plataforma para mantenerse activos en la política. Los dos, además, abandonaron las organizaciones donde se dieron a conocer.
AMLO renunció al izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) del que fue uno de los fundadores para crear el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
La nueva formación compitió por primera vez en la elección presidencial del 2018.
A su vez, Bukele fundó el movimiento Nuevas Ideas en el 2017 tras abandonar el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) donde militaba.
Sin embargo, no pudo concurrir con su formación en los comicios del año pasado por no inscribirse a tiempo como partido político, por lo que se presentó bajo las siglas de la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA).
El 1 de julio del 2018, López Obrador obtuvo el 53% de los votos en la elección presidencial. El 3 de febrero del 2019, Bukele obtuvo el mismo porcentaje en los comicios de su país.
Antes de su victoria en las urnas, los dos mandatarios enfrentaron una fuerte oposición de grupos empresariales y algunas organizaciones civiles, recuerda el director de Consulta Mitofsky.
Otra coincidencia es que ambos fueron alcaldes de la capital de sus respectivos países antes de convertirse en presidentes.
AMLO gobernó el entonces Distrito Federal -hoy Ciudad de México- entre el 2000 y el 2005. Bukele lideró el gobierno municipal de San Salvador entre el 2015 y el 2018.
Gobernar “por internet”
Los dos presidentes también se asemejan en el estilo de ejercer su gobierno, le dice a BBC Mundo el analista político Álvaro Montenegro, uno de los fundadores del colectivo Justicia Ya de Guatemala.
Por ejemplo, destaca que ambos suelen divulgar sus decisiones a través de redes sociales e internet.
López Obrador lo hace a través de las conferencias de prensa matutinas que ofrece cinco días a la semana y que se transmiten en vivo por su canal oficial de YouTube.
Bukele se comunica con la población a través de mensajes y videos publicados en sus redes, siendo especialmente activo en Twitter.
“Tienen una lógica peculiar de comunicarse”, explica Montenegro.
“El presidente mexicano da permanentemente conferencias de prensa y Bukele, que pertenece a otra generación, tiene una comunicación muy efectiva”, agrega.
El tipo de mensajes de los mandatarios es una de las razones de su popularidad, añade Roy Campos.
“La comunicación de Bukele es muy efectista, muy concreta con los temas” explica. “En eso se parecen, los dos piden el apoyo del pueblo a sus medidas porque creen que son las correctas”.
El presidente salvadoreño suele girar instrucciones a sus colaboradores a través de sus redes sociales.
El mandatario mexicano, a su vez, ofrece resolver problemas o compromete el apoyo de su gabinete en los encuentros con periodistas.
Así, el respaldo que obtienen es sobre todo a su imagen personal o los programas que sostienen, algo que también se refleja en algunos de sus colaboradores.
Origen e ideología
Pero también existen claras diferencias entre AMLO y Bukele. Una de ellas es su origen político.
Especialistas recuerdan que, al inicio de su carrera, López Obrador se formó en la vieja estructura del PRI que durante 70 años fue un partido casi único, que se gobernaba con tradiciones y reglas no escritas.
Actualmente, mantiene su militancia en el partido que fundó (Morena), aunque solicitó licencia durante el período de su gobierno que concluye en 2024.
Bukele, aunque militó en el FMLN, en su carrera se ha presentado más como un político independiente. Prueba de ello es que en las elecciones se presentó bajo las siglas de otro partido diferente a su formación, lo que hizo casi imposible encasillarle políticamente.
Otra diferencia es el objetivo de su comunicación, dice Campos. El impacto que pretende Bukele se centra en los propios usuarios de internet, jóvenes en su mayoría.
Un ejemplo fue el video donde un niño vestido como el presidente le pedía en Twitter que se construyera una carretera en su pueblo. El mandatario salvadoreño le respondió directamente, con instrucciones a su gabinete para atender la solicitud.
López Obrador, en cambio, pretende influir en la agenda de los medios tradicionalesy los grupos empresariales, políticos y de la sociedad civil a través de sus conferencias de prensa matutinas, explica el director de Mitofsky.
Otro elemento diferenciador es la ideología detrás de algunas de sus decisiones de gobierno. Los programas sociales de López Obrador, dice Roy Campos, son fundamentalmente de izquierda.
Sin embargo, según el analista, las acciones de Bukele “no son para nada de izquierda, son más pragmáticas y efectistas”.
Diferentes resultados
Pero una de las principales diferencias entre ambos políticos son los resultados obtenidos hasta ahora por sus gobiernos.
En materia de seguridad, por ejemplo, El Salvador -considerado uno de los países más violentos del mundo- logró reducir el número de homicidios.
Según anunció la Presidencia de ese país, el pasado diciembre fue el mes más seguro desde la firma de los Acuerdos de Paz de 1992 al cerrar con 120 homicidios, un 52% menos que en el mismo período del año anterior.
En cuanto a todo el año 2019, el número de muertes violentas se redujo en un 28% respecto al 2018, de acuerdo a las cifras gubernamentales recogidas por el diario La Prensa Gráfica.
La situación es distinta en México. Al inicio de su gobierno, AMLO prometió reducir la violencia y los asesinatos en el corto plazo, pero el año pasado no se lograron contener y se mantuvieron en cifras similares a las del 2018, que entonces fue calificado como el más violento en la historia reciente de México.
Según la Secretaría de Seguridad, de enero a noviembre del 2019 se registraron 31.688 homicidios en todo el país. En diciembre (hasta el día 29), hubo otras 2.275 muertes violentas, informó el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública mexicano.
Así, de acuerdo con las cifras oficiales, hasta el 29 de diciembre se cometieron 33.963 homicidios en el 2019 y la estimación es que la cantidad superara los 34.000 hasta final de año, una cifra similar a la del 2018.
Explicación de su popularidad
En este punto hay una diferencia importante, advierten los analistas consultados por BBC Mundo, y se refiere al contexto particular de cada país.
La violencia en El Salvador se vincula sobre todo a las pandillas, mientras que una de las razones fundamentales en México es la operación de carteles de narcotráfico y otros grupos de delincuencia organizada.
Sin embargo, expertos en seguridad llevan años alertando de los nexos cada vez más fuertes de las pandillas con el tráfico de drogas y el crimen organizado.
En todo caso, las encuestas muestran una gran popularidad de los dos mandatarios que no tiene una misma explicación, según analistas.
Hasta ahora, dice Campos, el respaldo a Bukele se fundamenta en los resultados que ha obtenido. Pero la popularidad de López Obrador, opina el experto, se basa más en las expectativas para concretar su estrategia de gobierno.
Ambos comparten también escenarios similares. “Se percibe la construcción de una una democracia bajo nuevos principios versus lo que había ocurrido” hasta ahora, explica Montenegro.
En ambos países imperaba un modelo “hasta cierto punto fracasado” con severos problemas de corrupción.
De cara al futuro, sería conveniente que AMLO y Bukele concidieron en una agenda común. “Sería provechoso para la región”, concluye el analista.