En Argentina ya hay un consenso generalizado: la oposición triunfó en las elecciones del domingo 14, en las que se votó para renovar 127 de los 257 escaños de la Cámara de Diputados y 24 de las 72 bancas del Senado.
Y en medio de las críticas en contra del gobierno de Alberto Fernández, algunos interpretaron el último tuit de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) -en el que escribió que se ausentaría por motivos de salud- como una forma de zafar de la derrota.
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Me han indicado reposo. Nada de que preocuparse, pero el esfuerzo realizado para participar del cierre del FdT retrasó la evolución del posoperatorio. Por eso, esta noche no podré estar, como hubiera querido y como siempre he hecho, en el búnker. Abrazo fuerte a todos y a todas.
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) November 14, 2021
No sería la primera vez que, solapadamente, CFK voltea la cara o le da la espalda al gobierno de Fernández. De hecho, esta situación ha recordado lo que se vivía antes de que ambos decidieran formar una coalición para gobernar.
La periodista argentina Dacil Lanza recuerda que Alberto Fernández fue jefe del gabinete en el gobierno de Néstor Kirchner, quien fuera esposo de Cristina Fernández y gobernara entre el 2003 y el 2007. En esas circunstancias, dice que la “relación fue muy intensa y cercana”.
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“Luego mantuvieron diferencias, terminaron peleándose y él no participó más en los gobiernos kirchneristas que se sucedieron después.
Como se recuerda, CFK llegó a la Casa Rosada en el 2007 y fue reelegida para un segundo mandato, que duró del 2011 al 2015.
“Así hasta mayo del 2019, cuando Cristina convoca a Alberto y decide ubicarse ella misma en segundo lugar y que él fuera por la presidencia. La frase que se usaba, que incluso la dijo el mismo Fernández, era que sin ella no se podía ganar, pero que con ella sola tampoco alcanzaba”:
Para que esto sucediera, por supuesto, se debieron olvidar riñas y críticas públicas que ambos se hicieron desde el tramo final del gobierno de Néstor Kirchner.
Anabella Molina, magister en Ciencia Política y miembro de Red de Politólogas, entendió esa jugada como la forma en la que CFK le dijo al electorado que se moderaba políticamente y que era momento de convocar a ciertos sectores para gobernar en conjunto.
“Después empezó el gobierno de Fernández que, al inicio, generaba muchas expectativas. Pero con los escasos resultados económicos y lo que dejó la pandemia, esta se diluyó”.
La primera gran expresión del descontento popular se dio en setiembre, con los malos resultados en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).
“Y hubo una semana de mucha tensión entre los dos líderes. En ese momento, la vicepresidenta expresó su descontento con los resultados del gobierno. Creo que fue, principalmente, en defensa de sus votos y apoyos más firmes”.
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¿QUIÉN MANDA A QUIÉN?
Las críticas de Cristina Fernández de Kirchner al presidente Fernández no son nuevas y, cuando se pensó que todas las asperezas se habían limado al momento de aliarse para gobernar, sucedió todo lo contrario.
En esta línea de tiempo, recordamos algunas de las críticas que Alberto Fernández le hizo al gobierno de CFK y las que ella le ha hecho al actual jefe de Estado de Argentina.
Molina anota que, estas últimas elecciones, son la demostración de que, primeramente, los mayores apoyos al gobierno vienen del kirchnerismo, y que, justamente el kirchnerismo no ve en Fernández al presidente que esperaban.
“Eso también se vio en varias ocasiones. Hubo disputas internas en el Ministerio de Economía y CFK empezó a pedir cambios en los ministerios”.
Ahí está su carta pública en la que afirmaba que había “funcionarios y funcionarias que no funcionaban”.
Pero, ¿sería válido pensar que Cristina Fernández de Kirchner es una opositora del propio gobierno en el que trabaja?
Lanza dice que no: estas tensiones son propias de una coalición que involucra a Alberto Fernández (“quien es representativo del peronismo de la capital federal”), al kirchnerismo y otros movimientos sociales (entre los que se agrupan “a trabajadores, digamos, informales”).
“Si se quiere, la principal es el kirchnerismo porque Cristina Fernández fue quien armó todo. Su peso es sustancial, pero al ser vicepresidenta no define toda la agenda del gobierno y, por eso, vienen teniendo desencuentros”.
“Puede ser que la relación entre Alberto y Cristina esté desgastada, pero no al punto de producir una ruptura. Quizás haya cambios en el gabinete u en alguna otra parte del Estado, pero hay que tener en cuenta que, al final, la elección fue mala, pero no tan mala como se especuló”.
La periodista anota que el Frente de Todos alcanzó 35 senadores y 118 diputados, en tanto que el opositor Juntos por el Cambio, 31 y 116.
Lo que sigue, dice Lanza, es empezar a buscar aliados para llegar al quórum. “Pero no será imposible llegar a una mayoría para algunos programas clave”.
Molina agrega: “Las elecciones mostraron que la llave de la gobernabilidad está un poco en los bloques provinciales. Hay algunos casos, como el de los gobernadores de Río Negro y Córdoba, que van a ser claves para obtener el quórum”.
LO QUE SE VIENE
Tanto Molina como Lanza coinciden en que el reto más importante que se le viene a Alberto Fernández y a sus dos últimos años de gobierno es negociar con el Fondo Monetario Internacional.
Lanza anota: “El gobierno no puede hacer nada sin definir ese acuerdo. De eso dependerá qué tipo de ajustes al gasto hace o qué tipo de políticas sigue, si el dinero se va a devolver en diez años o en 20 y, por ende, si tendrá margen para utilizar los fondos en políticas sociales”.
Por su lado, Molina agrega: “Las críticas vienen de todos lados. Los sectores medios y altos piden estabilidad, mientras que, los populares, mejoras sustanciales en la calidad de vida. Para eso se necesitan resultados en lo económico, en el control de la inflación, etc.”.
Felizmente, concluye Lanza, no debería haber tantos inconvenientes al momento de que el Congreso ratifique el posible acuerdo entre Fernández y el FMI.
“Es difícil que la oposición quiera poner trabas porque el asunto tiene una gran incidencia en la economía, tanta que puede dificultar a cualquier gobierno que venga después. A todos los sectores políticos les conviene que se llegue a un acuerdo”.
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