Salgar. Gildardo Parra nunca pensó vivir un cumpleaños tan triste. Este martes, aún doliente por las decenas de muertos por la avalancha en Salgar, noroeste de Colombia, en vez de celebrar su 70 aniversario rodeado de sus seres queridos ayudaba a rescatar víctimas de la tragedia.
"Hoy cumplo 70 años. El cumpleaños más triste de la vida", dice Parra a la AFP, conmovido por el desolador panorama en el poblado de La Margarita, el más afectado del municipio de Salgar luego del desborde de la quebrada La Liboriana por torrenciales lluvias la madrugada del lunes.
Parra, vestido con poncho "paisa", atuendo clásico de esa región andina de fincas cafeteras y verdes montañas, perdió a varios amigos por el deslizamiento de tierra que arrasó con el caserío y dejó más de 60 muertos y decenas de heridos.
Ha estado colaborando con los socorristas desde el día de la catástrofe, cuando agua, palos, lodo y piedras anegaron el lugar destruyendo a su paso viviendas y vidas. Ya sacó del barro nueve cuerpos, entre ellos el de un niño, todos ellos conocidos.
"A las 05:0 de la mañana del lunes comenzamos a buscar cadáveres", cuenta. "La gente está desaparecida con toda la familia. Ese sector de la escuela era todo poblado con casitas, eso todo desapareció", señala.
El drama de Parra se multiplica en la historia de Socorro Rincón, un ama de casa de 49 años que perdió a 15 parientes en la catástrofe, casi toda su familia.
"Estamos buscando los restos que nos faltan, hemos encontrado ocho. No nos damos por vencidos", afirma esta mujer llegada a La Margarita desde el municipio de Andes, a unos 50 km, apenas se enteró de lo ocurrido.
"Dicen que fue impresionante. No creen nada, están como sonámbulos", apunta al describir a los lugareños, ella también anestesiada por el dolor por la muerte de hermanos, primos y sobrinas.
"No sé cómo iré a vivir, la falta de ellos, pensar que no los tengo", agrega esta típica campesina de la región que lloró junto a una sobrina al presenciar el hallazgo del cuerpo de un familiar, con las palas mecánicas de fondo recogiendo escombros y la fantasmal escena de muebles rotos abandonados en medio del lodo.
Para León Benítez, un residente del lugar dedicado a cuidar ganado, la pena no se limita a la pérdida de sus propios familiares, de los cuales aún hay dos desaparecidos.
"Estamos muy tristes por toda la gente, no por nosotros nada más, por el pueblo, que quedó acabado", afirma este hombre de 37 años que ansía hallar los cuerpos desaparecidos para tener paz.
"Esperamos que los encuentren para poder descansar, porque uno no descansa sabiéndolos perdidos por ahí", añade.
La macabra aparición de cadáveres del fango, entre troncos y restos del derrubio, y su posterior traslado al cementerio de Salgar para ser llevados a Medellín para su identificación, enlutaba la jornada, constataron enviados de la AFP.
Angustiadas y agotadas, muchas personas aguardaban en un improvisado albergue cerca de La Margarita un milagro que les devolviera sus afectos y sus hogares.
Pero ninguna noticia era alentadora.
Fuente: AFP