La céntrica Plaza Murillo donde se concentra el poder Ejecutivo y Legislativo de Bolivia vive una calma relativa, dos días después de que un contingente militar liderado por el destituido jefe militar, Juan José Zúñiga, irrumpiera de forma abrupta el pasado miércoles y destruyera con una tanqueta la puerta principal del Palacio Quemado | Foto: EFE/ Luis Gandarillas
La céntrica Plaza Murillo donde se concentra el poder Ejecutivo y Legislativo de Bolivia vive una calma relativa, dos días después de que un contingente militar liderado por el destituido jefe militar, Juan José Zúñiga, irrumpiera de forma abrupta el pasado miércoles y destruyera con una tanqueta la puerta principal del Palacio Quemado | Foto: EFE/ Luis Gandarillas
Agencia EFE

La céntrica Plaza Murillo donde se concentra el poder Ejecutivo y Legislativo de vive este viernes una calma relativa, dos días después de que un contingente militar liderado por el destituido jefe militar, Juan José Zúñiga, irrumpiera de forma abrupta el pasado miércoles y destruyera con una tanqueta la puerta principal del Palacio Quemado.

Este viernes, según pudo constatar EFE, en la icónica plaza de la ciudad de La Paz los visitantes y lugareños que concurren al lugar llevaban a cabo con normalidad sus actividades en un día soleado, con un cielo despejado que iluminaba la arquitectura clásica de los edificios circundantes como el Parlamento, la Catedral Metropolitana y la misma sede del Ejecutivo.

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Esta tranquilidad, contrasta profundamente con la agitación y el caos que caracterizaron el “intento de golpe de Estado”, que denunció el miércoles pasado el presidente de Bolivia,

“Lo que se vivió el día miércoles ha sido algo extraño, muy raro (...) a eso de las 14:30 horas (18:30 GMT) empezaron a llegar las tanquetas. Eran entre 8 y 10 tanquetas que llegaron metiendo bulla (ruido) con sus sirenas”, dijo a EFE Álvaro Escobar, un fotógrafo que desde hace 10 años concurre a la Plaza Murillo.

Al principio pensábamos que se trataba de un simulacro. Pero no, no fue así, porque nos empezaron a empujar (los militares) con los escudos y los fusiles”, agregó.

A pesar del nerviosismo del miércoles, Escobar precisa que está vez no hubo “convulsión social”, como en otros episodios del pasado reciente en Bolivia como en noviembre de 2019 cuando los bolivianos enfrentaron una crisis política y social en la que el Gobierno del entonces presidente (2006-2019) renunció a la presidencia, denunciando ser víctima de un “golpe de Estado”, tras unas cuestionadas elecciones en las que buscaba un cuarto mandato consecutivo.

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Esta vez, agregó, los bolivianos intentaron abastecerse en los supermercados y se agolparon en los cajeros automáticos para retirar efectivo; pero, “tardaron más en las filas de estos lugares que lo que duró el ‘intento de golpe’”.

Una calma que no convence a todos

La calma que se percibe en la Plaza Murillo donde la presencia de personas caminando, conversando y alimentando a las palomas añade un aire de normalidad y serenidad al ambiente, no convence del todo a los ciudadanos.

Tal es el caso de María Ramírez, una vendedora que se rebusca la vida en la céntrica plaza, y que teme que la tranquilidad que se vivía este viernes, pueda cambiar en cualquier momento.

“Sí hay una tensión, incluso el día de ayer (jueves), había tensión fuerte y hasta ahorita, porque da miedo que cambien de repente las cosas. No le sabría decir cómo sería, porque ellos (el Gobierno) dicen una cosa y al pueblo (le) demuestran otra”, indicó.

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También hay espacio para el escepticismo

Aunque para el presidente Luis Arce está claro que la acción del miércoles se trató de un “intento de golpe de Estado” liderado por Zúñiga y el general Marcelo Zegarra, exjefe de la Fuerza Aérea, entre otros militares; para algunos testigos de los hechos, todo se trató de una escena o montaje, como han señalado algunos sectores políticos bolivianos.

Esto no era un golpe, simplemente era un ensayo, un chiste (...). esa es la impresión que tengo yo”, cuenta a EFE Orlando, un anciano que se gana la vida lustrando zapatos en esta plaza y que en su juventud, según refiere, estuvo vinculado a las fuerzas militares.

Llegan los soldados, bajan los soldados, pero todo al trote. Muy bonito, muy hermoso. Pero la situación no impresionaba a nadie”, puntualizó.

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