La Paz. Quince días después del inicio de protestas y paros contra la reelección del presidente Evo Morales, Bolivia se encamina hacia una polarización violenta de su sociedad a menos de que se abra un diálogo entre ambos bandos, advierten varios analistas.
La situación está entrampada en dos posiciones radicales tras el polémico escrutinio que le dio el triunfo en primera vuelta a Morales. Desde entonces, el mandatario hizo oídos sordos a reclamos opositores que lo acusan de buscar ganar tiempo para perpetuarse en el poder tras aceptar una cuestionada auditoría de la OEA.
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Los analistas no ven otra salida que una negociación para evitar una escalada de violencia en las calles, que ha dejado dos muertos y unos 150 heridos.
“Esta exacerbación de los ánimos nos está llevando a un clima fratricida, absolutamente inaceptable”, advierte el politólogo Franklin Pareja.
El rostro más visible del bando opositor es el líder cívico de derechas de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, quien trató sin éxito el martes llevar una carta de renuncia a Morales para que la firmara.
Camacho, quien ha dicho que insistirá en hacerle llegar la misiva al mandatario, pidió también la intervención de los militares en la crisis política, y ha convocado a paros que han generado pérdidas por 167 millones de dólares en 15 días, según datos oficiales.
A su vez, organizaciones de mineros y campesinos se han movilizado para apoyar la continuidad del mandatario izquierdista indígena, en el poder desde el 2006, quien alega haber ganado limpiamente las elecciones del 20 de octubre.
“Paños fríos”
Ante este panorama, el analista político Iván Arias afirma que “es un momento muy difícil, un momento donde tiene que ponerse paños fríos a la situación”. Por ahora los embates contra la paz social no dan pausa.
Manifestantes opositores bloquearon este miércoles calles y ocuparon oficinas públicas en la zona sur de La Paz, mientras en Cochabamba se registraban choques entre leales y adversarios de Morales, según medios locales.
También hubo enfrentamientos entre manifestantes opositores y la policía el martes en la noche en el centro de La Paz.
“Los que tienen que tomar medidas son los partidos políticos y los comités cívicos de la oposición, y el gobierno tiene que decirnos también hasta dónde está dispuesto a jalar la pita (ceder)”, sostiene Arias.
Morales “tiene que poner las cartas sobre la mesa. ¿O quiere realmente confrontación?”, agrega Arias, quien propone una “cumbre” entre los líderes políticos rivales.
¿Concertación?
A pesar de la escalada del conflicto, el académico y exlegislador Carlos Borth cree que es posible resolver la crisis mediante el diálogo.
“Los caminos de la concertación son difíciles, pero suelen darse cuando en la sociedad hay el riesgo de ir más allá de lo tolerable”, dice.
Al igual que Arias, Borth cree que debe instalarse “una mesa de concertación” convocada por Morales, con participación de líderes políticos y dirigentes cívicos, sobre todo Camacho.
También deberían participar, según el académico, el grupo civil Conade, que con Camacho es de los más radicales, así como políticos como el expresidente centrista Carlos Mesa, segundo en los comicios.
Un cambio difícil
Camacho planteó un pliego de cuatro puntos: no a la auditoría de los comicios que lleva a cabo la OEA, nuevas elecciones, nuevo tribunal electoral y la renuncia de Morales.
Otros sectores opositores radicales también piden nuevas elecciones, pero sin Morales ni Mesa, los dos candidatos más votados.
Morales aceptó que la Organización de Estados Americanos (OEA) audite el resultado de las elecciones, labor que debe terminar en unos quince días, pero ni Camacho ni Mesa apoyan esta verificación internacional.
La socióloga y exparlamentaria Marcela Revollo cree que un primer paso de acercamiento debe ser “nombrar un nuevo órgano electoral con personas creíbles, confiables”, que puedan organizar nuevas elecciones.
Si ello no ocurriera “tendríamos, primero, un conflicto agravado”, advierte.
“O, en su caso, tendremos a un gobierno que derrota a su comunidad a través de la violencia, usando las fuerzas armadas, usando la policía y será por el tiempo que le dure el gobierno, un gobierno inconstitucional, ilegítimo”, señala Revollo.
En cualquier caso, “un cambio de gobierno en Bolivia no será fácil, ya que sigue siendo muy popular después de 13 años de algunas de las políticas económicas más exitosas del hemisferio”, advierte en un informe el Center for Economic and Policy Research (Centro de Investigaciones Políticas y Económicas), con sede en Washington.
“Durante su presidencia, el ingreso per cápita en Bolivia ha crecido al doble que la tasa de América Latina; la pobreza se ha reducido en 42% y la pobreza extrema en 60%”, agrega.
Fuente: AFP