Omoa. [AFP]. Cientos de ciudadanos de Honduras partieron desde la medianoche del martes en una nueva caravana migratoria en busca de mejores condiciones de vida en Estados Unidos, pese a las barreras impuestas por el presidente Donald Trump con colaboración de los gobiernos centroamericanos.
Con mochilas en la espalda, cerca de 1.000 personas, hombres y mujeres, algunos con niños en brazos o en coches, se aglomeraron en la estación de buses de San Pedro Sula, 180 km al norte de Tegucigalpa.
► Cámara de Representantes aprueba enviar al Senado la acusación contra Trump
► Renuncia el primer ministro de Rusia Dimitri Medvedev y todo su gabinete tras discurso de Putin
Al filo de la medianoche, cerca de la mitad del contingente salió de imprevisto caminando hacia Corinto, frontera hacia Guatemala.
En el trayecto, grupos de hasta 70 personas subieron a camiones o vehículos que ofrecieron llevarlos, mientras los demás avanzaban lentamente a pie a la orilla de la carretera.
Los migrantes caminaban por la carretera asfaltada a la orilla del mar Caribe mientras Policías y militares los seguían de cerca en vehículos y retenes.
“Ya no puedo más, no tengo ni cama donde dormir”, dijo una mujer de 28 años que se identificó como Yoly Sabillón, originaria del departamento de Santa Bárbara, noroeste, y madre de tres hijos de 13, 7 y 3 años.
“No hay trabajo aquí, el gobierno nos tiene abandonados”, se quejó Antony Gómez, de 26 años, oriundo de San Luis, también en Santa Bárbara, mientras acompañaba a Yoly con otros dos migrantes.
Antes del amanecer, partieron los demás que quedaban en la terminal de transporte.
“Buscamos refugio: En Honduras nos matan”, decía un afiche de la convocatoria a la “caravana migrante” que circuló por las redes sociales en las últimas semanas.
La modalidad de migrar en caravanas comenzó en Honduras el 14 de octubre de 2018, con unas 2.000 personas que huían del desempleo y la violencia de las sangrientas pandillas y narcotraficantes que dominan vastas zonas del territorio hondureño.
Al éxodo masivo se sumaron salvadoreños, guatemaltecos y mexicanos, lo que provocó la ira del presidente Trump, quien despachó soldados a reforzar el cordón policial de fronteras para bloquearles el paso.
La colaboración de los gobiernos de El Salvador, Guatemala y México para dificultar los éxodos habían disuadido a los migrantes, por lo que sorprendió que acudieran a la nueva convocatoria.
Unos 30.000 hondureños que llegaron en caravanas o en grupos menores permanecen en México en espera de la respuesta de su pedido de asilo Estados Unidos, según la cancillería de Honduras.