La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, cumple en setiembre los primeros seis meses de su segunda gestión de cuatro años, presionada por empezar a cumplir las tres principales promesas de su campaña electoral: reforma tributaria, educación gratuita y de calidad y una nueva Constitución, en un contexto económico nada favorable.
La economía del país está marcada por una fuerte desaceleración que se tradujo en un magro crecimiento del PBI de solo 1,9% en el segundo trimestre de este año (el más bajo desde el 2009), y los pronosticos para el tercer trimestre no son halagüeños.
Lejos de entrar en la controversia por la desaceleración de la economía, el gobierno de Bachelet remarcó el jueves que apuesta por concretar una alianza público-privada para reactivarla.
“Han sido meses intensos. La presidenta ha tenido una agenda muy grande, muy amplia, muy ambiciosa, y ha tratado de implementarla en un contexto de deterioro económico. Entonces, las condiciones en las cuales ella comenzó el Gobierno han cambiado un poco y ahora parece ser que está bastante más difícil poder avanzar su agenda”, le dijo a El Comercio el analista político chileno Patricio Navia.
Estos son los escenarios que enfrentan Bachelet:
1) ¿Por qué se desaceleró la economía?
El PBI chileno empezó a resentirse en el 2012, cuando se registró un crecimiento de 5,6% (el año anterior fue de 5,9%); al año siguiente fue de 4,5% y las estimaciones para el final de este 2014 ubican al PBI en 2,5%.
La desaceleración se explica principalmente por la disminución del precio internacional de cobre. En el 2013, las exportaciones totales de Chile llegaron a 77.000 millones de dólares; de ese monto, unos 40.000 millones de dólares fueron producto de la venta del cobre.
Además, en octubre del año pasado la Corporación de Estudios para Latinoamérica (Cieplan) reveló que la inversión extranjera había bajado 26% en el primer semestre del 2013, pasando de US$14.193 millones a US$10.446 millones. La caída fue significativa, pues en el 2012 Chile había marcado un récord de crecimiento en dicho rubro (32%).
La desaceleración de la economía se ha traducido en un freno en el consumo.
2) ¿Qué pasa con la reforma tributaria y por qué es clave?
La reforma tributaria planteada por Bachelet establece una subida progresiva de los impuestos que pagan las empresas del 20% al 25% (al 2017). Ello le permitirá recaudar los US$8.200 millones que necesita para financiar su principal promesa de campaña: la reforma de la educación, que debe ser gratuita y de calidad.
Según el proyecto de ley remitido al Congreso en abril de este año, el 80% de la recaudación proyectada en la reforma se alcanzará recién en el 2017.
Cabe precisar que los US$8.200 millones representan el 54% de los US$15.100 millones que le costaría a Bachelet cumplir con todo su programa de gobierno.
La meta de Bachelet es tener aprobada la reforma tributaria en setiembre, pero ello no está garantizado.
“La reforma tributaria se está complicando un poco porque la economía se paró. Ahora el argumento de que tenemos que distribuir la riqueza mejor cobra menos fuerza ante el argumento de que tenemos que empezar a crecer”, asevera Navia.
3) ¿Está garantizada la reforma educativa?
En Chile hay tres tipos de colegios: los privados, el colegio municipal y el particular subvencionado (el inversor privado que abre su colegio y recibe una subvención del Estado y, además, cobra pensión. En el particular subvencionado están matriculados el 60% de los escolares chilenos).
Mientras que la educación superior es pagada tanto en las instituciones del Estado como en las particulares. Cada estudiante que accede a una universidad estatal debe calificar para un crédito, por lo general bancario, para así financiar su educación. Dicho crédito se empieza a pagar cuando el alumno egresa y consigue un empleo.
Durante la campaña electoral, Bachelet prometió reformar la educación escolar y universitaria para hacerlas gratuitas y de calidad.
Sin embargo, los estudiantes desconfían de las negociaciones a puertas cerradas que se llevan adelante en el Congreso y presionan con marchas en las calles para que se respete el texto original de la campaña.
Para Navia, los cambios al plan original son inevitables. “La situación económica le va a obligar a ajustar algunas cosas. Como la economía se está enfriando y como el Gobierno terminará con un déficit este año, parte del dinero de la reforma tributaria va a tener que ir a subsanar el déficit más que a financiar la reforma educacional”.
4) ¿Habrá una nueva Constitución?
En campaña, Bachelet prometió impulsar la aprobación de una nueva Constitución con el fin de dejar atrás la herencia de la dictadura de Augusto Pinochet. Sin embargo, a la falta de 80 votos en el Congreso se suma ahora la presión del paso del tiempo.
“Bachelet al comienzo dijo que la nueva Constitución iba a ser un tema del segundo semestre; cuando estaba terminando el primer trimestre dijo que iba a ser un tema del próximo año. Mi sospecha es que el próximo año la prioridad será el desempleo y no habrá espacio para discutir temas como una nueva Constitución. Los presidentes tienen mucho más espacio para hacer sus reformas en los primeros dos años de gobierno, si ello no sucede con el tema de la Constitución probablemente la discusión se postergará hasta el próximo gobierno”, sentencia Navia.