El gobierno de Gustavo Petro y dirigentes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) anunciaron este martes que se reanudan los diálogos de paz entre el Estado colombiano y el grupo guerrillero.
En una reunión en Venezuela, las delegaciones de ambas partes anunciaron que a partir la primera semana de noviembre se retomará la agenda creada junto al gobierno de Juan Manuel Santos y suspendida en enero de 2019 por el entonces presidente, Iván Duque.
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Creada en 1964 e inspirada en la Revolución cubana, la guerrilla del ELN es la más poderosa en la actualidad en Colombia. Aunque todos los gobiernos han intentado firmar una paz con el grupo insurgente, todos han fracasado por incumplimientos mutuos y cambios de gobierno que obstaculizaron desarrollos anteriores.
"Las nuevas circunstancias políticas de Colombia han permitido reiniciar las negociaciones. La confianza que tenemos ahora es que hay un viraje en la política de paz", dijo desde Caracas Antonio García, primer comandante del ELN.
Danilo Rueda, alto comisionado de paz de Colombia, añadió: "Hemos cumplido con los protocolos y hemos cumplido con lo que el gobierno colombiano suscribió. Esto genera confianza para que se vea el diálogo no como retórica sino como un cambio".
Las partes aclararon en un breve comunicado que las sedes de negociación serán rotativas, que la ONU será mediadora y verificadora de las negociaciones y que Venezuela, Noruega y Cuba serán garantes del proceso.
El conflicto armado entre el Estado colombiano y las guerrillas ha dejado más de 200.000 muertos, 8 millones de desplazados y cientos de miles de desaparecidos.
En 2016, el gobierno de Juan Manuel Santos firmó la paz con la guerrilla más poderosa, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, pero desde entonces grupos disidentes de las FARC, la misma guerrilla del ELN y movimientos neo paramilitares han proliferado, dejando en evidencia la fragilidad de la paz firmada hace seis años.
En enero de 2019, el presidente Iván Duque suspendió los diálogos de paz entablado por Santos en 2016 tras un ataque a una escuela de la policía que dejó 24 jóvenes oficiales muertos.
Desde entonces, una parte de la dirigencia del ELN se quedó en Cuba, otra se refugió en Venezuela y cientos de combatientes siguieron los enfrentamientos a ambos lados de la frontera.
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Análisis de Daniel Pardo, corresponsal de BBC Mundo en Colombia
Petro llegó al poder con la promesa de la paz total, a saber, firmar tratados políticos o judiciales de desmovilización con todos los grupos armados, sean estas guerrillas, paramilitares o narcotraficantes.
La semana pasada, el gobierno anunció que 10 de los casi 30 grupos armados que hacen presencia en el país se acogieron al cese multilateral del fuego propuesto por el presidente, aunque centros de estudios especializados sostienen que se trata de un dato difícil de verificar.
La paz total puede sonar a un objetivo imposible, a juzgar por la complejidad del conflicto colombiano, que cuenta con decenas de grupos diversos y fragmentados en un vasto y remoto territorio.
Además, el precedente que marcó el acuerdo con las FARC, que según expertos fue parcialmente incumplido por el Estado colombiano, creó un grado de desconfianza enorme entre los combatientes.
Dicho eso, ningún presidente tuvo tanto margen de maniobra como Petro para desarrollar este tipo de agenda, debido a que su pasado subversivo (militó en el M19 en los años 80) le da un grado de confianza inusual con la insurgencia para negociar con su gobierno.
Casi todo el plan de gobierno va en el sentido de la paz: el acercamiento a Venezuela, el perfil de los funcionarios designados y la ya iniciada reforma rural son gestos que pretenden crear un escenario propicio para la paz.