Semanas de terror se han vivido en Bogotá, Colombia, desde que empezaron a aparecer cuerpos en diferentes lugares de la ciudad. Unos degollados, otros amarrados de pies y manos, envueltos en lonas, bolsas de basura o, incluso, abandonados en canales hídricos. Aunque al inicio se hablaba de cuatro casos, lo cierto es que pasados 20 días de este mes ya son diez.
Los primeros reportes aparecieron el sábado 4 de abril, cuando entre San Cristóbal y Usme fueron encontrados dos cuerpos en una zona boscosa. Ambos de aproximadamente 25 años y con heridas por arma de fuego en sus cráneos. Al parecer, el doble homicidio se habría cometido días atrás, según señaló la Policía Metropolitana.
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Ocho días después, el 12 de abril, en la plaza España, en el centro de la ciudad, un habitante de la calle alertó sobre la presencia de dos bolsas negras de basura que contenían sendos cadáveres: el primero de ellos, mutilado y con cortes por arma blanca, y el segundo presentaba varios impactos de bala. Los occisos se encontraron con signos de tortura, amarrados de pies y manos y empacados en bolsas plásticas.
Notificados los primeros cuatro casos, las coincidencias empezaron a encender las alarmas de las autoridades. El coronel Ernesto Goyes, oficial de inspección de la Policía de Bogotá, afirma: “Encontramos dos cuerpos masculinos de aproximadamente 35 años empacados en plásticos. Estamos realizando una inspección de cámaras del sector con Policía Judicial para establecer el móvil del hecho y si tiene alguna relación con otros cuerpos encontrados en la ciudad”.
Lo cierto es que las primeras versiones entregadas por un investigador y conocidas por EL TIEMPO apuntan a que se trataría de ajustes de cuentas por el control del negocio del microtráfico en diferentes zonas de la ciudad. Pese a que aún no se puede establecer un patrón delictivo entre los homicidios, lo cierto es que sí se presentan coincidencias en la forma como fueron ultimadas las víctimas.
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Pero ahí no acaban los casos. En la semana del 14 al 20 de abril, de forma consecutiva, aparecieron seis cuerpos más, repartidos entre las localidades de San Cristóbal, Teusaquillo, Usme, Engativá y Kennedy. El factor común fueron las bolsas negras de basura y los cuerpos degollados.
El 14 de este mes, en la calle 26 con carrera 30, sobre las 10:30 de la mañana, un cuerpo de un hombre fue abandonado en una bolsa negra. La comandante de la estación de Teusaquillo, coronel Sandra Lancheros, advirtió que “ese cuerpo fue traído desde otra localidad, la más cercana es Los Mártires. La Sijín está investigando si ese fue el lugar donde se cometió el homicidio”. Según la coronel, el cuerpo, al igual que los casos de la plaza España, estaba amarrado de pies y manos, como si hubiera sido torturado.
Ante esta asonada de homicidios en la capital, el secretario de Seguridad, Aníbal Fernández de Soto, manifestó que la acción de la cartera tiene un enfoque clave en la priorización e intervención de las bandas criminales que operan en la ciudad mediante el fortalecimiento de la estrategia de recompensas, que “ya ha permitido resolver casos importantes de homicidios”.
No obstante, la situación se intensificó en los últimos cuatro días de este mes. El domingo 17 de abril, un cuerpo de un hombre incinerado fue encontrado en la zona rural de Juan Rey, en San Cristóbal. Ese mismo día, entre Usme y Ciudad Bolívar, en el cauce del río Tunjuelo, una mujer de aproximadamente 30 años fue hallada degollada y desvestida.
Un día después, el 18 de abril, en el barrio Palmeras de Kennedy se reportó el hallazgo de un hombre muerto con tres heridas de arma blanca y con los mismos indicios de las otras víctimas: amarrado de pies y manos con una bufanda que también estaba atada a su cuello y envuelto en bolsas negras.
Según el reporte de las autoridades, las cámaras de seguridad revelaron que un hombre a bordo de un bicitaxi habría abandonado el cuerpo a las 11 de la noche del día anterior, lo que llevó a los investigadores a establecer que este homicidio tampoco se había presentado en la localidad de Kennedy y el cadáver habría sido abandonado allí.
De acuerdo con el comandante de Seguridad Ciudadana, Alejandro Rodríguez, “este tipo de homicidios podrían obedecer a disputas criminales asociadas al tráfico de drogas. En la mayoría de los casos se busca establecer terror con estos mecanismos y así adueñarse del territorio”.
Juan Sebastían Jiménez, experto en seguridad de la Universidad Nacional, dice que lo que ha ocurrido es que este tipo de hechos siempre se dan en medio de una violencia escondida que subsiste entre los lugares más marginados de la ciudad. “Las cifras son las que hacen que los casos sean visibles. Lo que podemos estar viendo es que en Bogotá se están reorganizando las estructuras macrocriminales y por eso se ve un aumento en los asesinatos”.
La investigadora en seguridad de la Universidad Manuela Beltrán, Yenifer Suárez, señala que este tipo de bandas criminales que se están reconfigurando en la ciudad operan bajo esquemas de violencia simbólica, “dejando marcas de tortura para imponer miedo en sus enemigos, que generalmente son de origen territorial”.
Para Jiménez, en zonas como San Cristóbal, Usme y Ciudad Bolívar, donde han aparecido algunos de los cuerpos, hay una disputa por el control de los corredores de economías ilegales del microtráfico, lo que podría dar indicios de los motivos de los homicidios.
El último homicidio con similares características se reportó ayer, a las 10:30 de la mañana, en Engativá. La Policía informó de otro cuerpo, de un ciudadano venezolano de 22 años y que habría sido degollado, apuñalado cuatro veces debajo de la oreja y torturado con punzadas en cráneo y cuello. El hombre desaparecido desde el 18 de abril, y, según las autoridades, era consumidor de sustancias alucinógenas. Frente a este caso, la Policía dice que se encuentra adelantando las investigaciones, pero todo indica que haría parte de esa secuencia de homicidios que aterran a los bogotanos.