Este lunes 7, Gustavo Petro cumplió su primer año como presidente de Colombia. Una elección que en su momento fue considerada histórica por tratarse del primer mandatario de izquierda en la historia política del país, que llenó de esperanza a buena parte de la población por la gran cantidad de cambios que prometió desde su llegada pero que con el paso del tiempo parece haber ido perdiendo ritmo.
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Lo más destacable de su gestión hasta el momento es el manejo económico que ha tenido del país, pues no solo ha apaciguado los temores que acompañaron su elección sino que además Colombia ha mostrado un robusto crecimiento durante el año.
La otra cara de la moneda ha sido la inestabilidad política provocada por las diferencias que surgieron en la variopinta coalición que lo llevó al poder y los cada vez más frecuentes escándalos que están golpeando su gestión, el último de ellos protagonizado por su hijo mayor, Nicolás Petro, acusado por la justicia de recibir dinero de diversas fuentes, incluido un narcotraficante, para beneficio propio y de la campaña de su padre.
El Comercio conversó con Mauricio Jaramillo Jassir, profesor de la Universidad del Rosario (Bogotá) y doctor en Ciencia Política, sobre este primer año de Petro en el poder, sus aciertos, deudas y los retos que le esperan por delante.
—¿Cómo calificaría este primer año de gobierno de Petro?
En términos generales es un gobierno que ha tenido una voluntad muy marcada por hacer mucho pero una realidad en la que el avance ha sido más bien modesto. Es un gobierno muy afanado, terco u obstinado por introducir cambios pero hasta ahora ha logrado muy poco de esa agenda tan ambiciosa.
—Su llegada al poder despertó mucha ilusión en los colombianos, ¿considera que la ciudadanía lo sigue viendo como una esperanza de cambio?
El gobierno está siendo un poco víctima de su propia ambición. Propuso una columna vertebral de agenda social para cambiar el sistema de salud, el de pensiones, una reforma laboral. Eso es tremendamente ambicioso pero muy difícil de que se concrete, especialmente en un país que está tan poco acostumbrado al cambio. Entonces, hemos visto un desencanto de personas que pensaban ver un cambio más marcado. Pero hay que decir también que en parte de la agenda, como en política exterior, ha habido un cambio muy evidente, como en la relación con Estados Unidos, Venezuela, Cuba o Latinoamérica. Entonces ha habido un desencanto, pero lo que ha marcado la agenda es la voluntad constante de cambio que dependiendo del tema se ha demostrado o mantenido rezagada.
—En el plano económico, pese a los temores propios de la región cuando se habla de que la izquierda llegara al poder, le ha ido relativamente bien. Incluso aprobó la reforma tributaria en tiempo récord, un punto que en balance ha resultado positivo. ¿Qué destaca usted en ese plano?
Sí, de hecho uno de los grandes activos del gobierno, para mucha gente el principal, ha sido el desempeño económico. El desempleo hoy se mantiene en un dígito, no hubo salida masiva de inversionistas ni de capital extranjero, el dólar ha reculado, la inflación ha bajado. Desde el punto de vista económico no hubo la hecatombe que se temía. Además, con la reforma tributaria tuvo un doble propósito: calmar a los inversionistas extranjeros mostrando que son responsables fiscalmente y consiguió recursos para los programas sociales. Así como en la izquierda hay gente desencantada con Petro, en la centroderecha hay gente aliviada porque no sufrimos la parálisis que muchos temían.
—¿Cuáles cree que son los retos que marcarán su segundo año de gobierno y quizás el resto de su presidencia?
La primera será los cambios bruscos de gabinetes, los cuales ha experimentado por escándalos como los de Laura Sarabia, Armando Benedetti o Irene Vélez, o por hacer concesiones como la salida de la ministra de Salud. También hubo cambios de gabinete por ministros que no seguían la línea de Petro, como el caso de Cecilia López en Agricultura o José Antonio Ocampo en Economía. Acá todos los días dicen que habrá un nuevo remezón ministerial, se especula mucho. En Colombia no era tan común tener crisis de gabinetes, eso ha sido duro para Petro. El primer reto es estabilizarse en ese sentido. El segundo tiene que ver con concretar alguna de las reformas, la de Educación, Salud, Pensiones, Trabajo o la Ley de Sometimiento, que es clave en la Paz Total.
Su agenda es tan ambiciosa que sabemos que no va a cumplirse en su totalidad, es imposible, pero puede quedar como la base programática de la izquierda y para eso el reto está en que pase una de las grandes reformas. En tercer lugar está el tema de la paz, por primera vez un Gobierno abre tres frentes: con bandas criminales, con disidencias de las FARC y con el ELN. Ahí el reto es mostrar resultados en poco tiempo. Juan Manuel Santos, cuando aún había reelección, necesitó prácticamente siete años. Petro tiene casi la mitad de tiempo y debe negociar con tres bandos.