El pastor José Francisco Jamocó Ángel, líder del Centro Cristiano de Alabanza El Shaddai, fue imputado por la Fiscalía de Colombia por la presunta comisión de los delitos de acceso o acto sexual en persona con incapaz de resistir, acto sexual violento y acoso sexual en relación con cinco de sus feligresas, entre quienes están dos menores de edad, que son hijas de una de las víctimas, en hechos que ocurrieron de manera continuada entre 2005 y 2019.
Tras 18 meses de investigación, la Fiscalía señaló ante un juez de control de garantías que el pastor Jamocó se aprovechó de su rol de líder espiritual para crear un contexto de dominación que permitió la cosificación de las mujeres que el buscaba, llevándolas a una inferioridad real para someterlas.
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Así, empezaba sus acercamientos pidiéndoles besos en la boca y tratando de quitarle cualquier connotación sexual a ello, con el argumento de que se trataba el ‘ósculo santo’, tergiversando el mensaje que sobre este contiene la Biblia.
Una de las denunciantes por las cuales se le imputaron cargos narró precisamente esa situación. Dijo que el pastor la besaba en la boca, le tocaba las piernas y el trasero, mientras le decía que no se sintiera mal porque era algo que “Dios permitía y ella era un regalo de Dios” para él, hasta que un día abusó de ella.
Jamocó Ángel, quien se presenta a sí mismo como una persona que tuvo un llamado de Dios, ha tenido un programa en un canal cristiano por 15 años y en su página web presenta varias publicaciones sobre ‘El arte de hacer dinero’ o ‘Economía de éxito’, asuntos tratados igualmente en conferencias publicadas en redes como YouTube. Según la Fiscalía, el pastor, como líder, realizó una conducta sistemática para diezmar a sus víctimas con propósitos sexuales.
Uno de los casos es el de Alina*, quien manifestó que en 1996, cuando tenía 16 años apenas, el pastor Jamocó empezó pidiéndole besos en la boca, ante lo cual ella no sintió en principio incomodidad porque lo consideraba una figura paterna. La mujer denunció cómo durante años vio comportamientos cuestionables hasta que, en 2012, con 32 años, le tocó el trasero, la besó a la fuerza y empezó a acosarla con llamadas.
Sus dos hijas, además, también sufrieron tocamientos que las llevaron a una situación de miedo intenso y estrés postraumático que afectó su capacidad de huir, por un lado, y de entender las implicaciones de los hechos a los que estaban siendo sometidas, según las valoraciones psiquiátricas y psicológicas que Medicina Legal les practicó a las menores.
Las menores acudían con su madre desde muy jóvenes al culto y por los hechos que se denunciaron, la Fiscalía dijo que en su caso hay un agravante: la confianza que tenían con el pastor.
Las valoraciones psicológicas
Otra de las denunciantes, que fue recepcionista en la congregación desde octubre de 2010, para luego pasar al cargo de asistente, dijo que desde julio de 2011 hasta 2015 el pastor hacía cosas como besarla en la boca y hacer insinuaciones incómodas.
En las valoraciones a las que tuvo acceso El Tiempo y que fueron parte de las labores de investigación que ordenó la Fiscalía se indicó, además, que las víctimas no tenían antecedentes de enfermedad mental alguna.
Pero eso cambió con el tiempo. Una de las primeras denunciantes, dice el reporte, fue puesta en condiciones de desigualdad e inferioridad, al punto de que se mermó su capacidad de juicio para discriminar, discernir y evaluar plenamente las implicaciones de la conducta sexual del pastor. Ahora la mujer presenta un trastorno de estrés postraumático, depresión crónica, falta de confianza, dificultad para adaptarse en general, entre otros.
La imputación de cargos contra Jamocó empezó el 30 de agosto, y aunque él acudió a algunas de las diligencias y no aceptó cargos, no asistió el 5 de septiembre, día en que el juzgado le dictó medida de aseguramiento y orden de captura. Ante ello, el pastor se presentó a la Fiscalía y su detención quedó legalizada.