Peritos trabajan en el hallazgo de cuerpos en varias bolsas de basura en la localidad de Kennedy (Bogotá), el 25 de agosto.
Peritos trabajan en el hallazgo de cuerpos en varias bolsas de basura en la localidad de Kennedy (Bogotá), el 25 de agosto.
/ FISCALÍA COLOMBIA
Agencia AFP

Durante meses, las víctimas de una vendetta entre bandas de origen venezolano han aparecido empacadas en plástico, algunas incluso desmembradas. Los “embolsados” son la huella macabra de una violencia jamás vista en la capital colombiana.

Ni los bombazos de hace tres décadas ordenados por el barón de la droga Pablo Escobar ni la actividad de paramilitares de ultraderecha habían sembrado tal terror. Desde enero, 23 cuerpos envueltos en bolsas han sido abandonados en las calles de la ciudad de ocho millones de habitantes.

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Son “homicidios violentos estrangulamientos, (asesinato) con arma de fuego o incluso con arma blanca y mucha sevicia”, resumió a la AFP Aníbal Fernández de Soto, secretario de Seguridad.

La estela sangrienta ha quedado en ocho de las 19 localidades (agrupaciones de barrios) de una capital que convive con el crimen organizado, aunque desacostumbrada a los horrores del conflicto armado que desde hace más de medio siglo sufren regiones apartadas.

Con los descuartizamientos la lucha entre bandas alcanzó su punto más cruel.

El Tren de Aragua, una organización de crimen trasnacional que surgió en Venezuela, la también venezolana banda de Los Maracuchos y una tercera que no ha sido revelada oficialmente protagonizan una violencia sin par.

“Lo que hemos evidenciado (...) es que los 23 terribles casos que se han presentado, de homicidios en donde los cuerpos son encontrados en bolsas, obedece a una disputa entre grupos de delincuencia que están peleando por el control de rentas ilícitas”, añadió Fernández de Soto.

A cargo de un grupo especial anticrimen de 1.300 efectivos, entre policías y agentes de inteligencia, el secretario advierte que la guerra está “escalando”.

“Modus operandi macabro”

En la primera semana de septiembre cuatro de los 23 “embolsados” aparecieron por primera vez descuartizados.

La policía confirmó que en la capital hay “casas de pique” o centros de tortura y desmembramiento similares a los hallados en Buenaventura, el principal puerto sobre el Pacífico, así como en Tumaco, fronterizo con Ecuador. Allí la guerra es por el control del narcotráfico.

Según Fernández de Soto, las víctimas son miembros de los grupos en disputa y en su mayoría tenían antecedentes criminales.

“Están generando intimidación (a sus rivales) a través de un modus operandi macabro”, agrega el jefe de Seguridad, al agregar que las organizaciones van detrás de la venta de drogas al menudeo y la extorsión a comerciantes.

El diario El Tiempo reveló que una “célula mafiosa mexicana” cercana al cartel de Sinaloa completa el tridente sanguinario junto al Tren de Aragua y Los Maracuchos.

Desde 2021 las autoridades sospechan de la presencia del Tren de Aragua en Bogotá, donde vive alrededor de un cuarto de los 1,8 millones de migrantes venezolanos.

Antes, ingresaron al país por el fronterizo departamento de Norte de Santander, donde libran una disputa contra la guerrilla del ELN.

Al comienzo, explicó a la AFP Jeremy McDermott, codirector del centro de estudios sobre crimen organizado InSight Crime, se hicieron “con el control del territorio a lo largo de la frontera y cobraban peajes a los venezolanos que cruzan por las trochas (caminos) ilegales”.

Junto a los caminantes continuaron a lo “largo de Colombia hasta Panamá y hasta Chile, cobrando tasas de ‘protección’ (...) y tratando de explotar o reclutar a los migrantes vulnerables”, añade el experto. En Brasil, Ecuador y Perú también se ha reportado su presencia.

La Defensoría del Pueblo (Ombdusman) relaciona a esa organización con los disidentes de la extinta guerrilla de las FARC que se marginaron del acuerdo de paz.

La entidad humanitaria registra desde 2019 “homicidios ejemplarizantes con uso de extrema violencia”.

La vendetta entre bandas del crimen organizado eclipsa las cifras de seguridad de Bogotá, que tiene la menor tasa de homicidios entre las principales ciudades de Colombia en lo corrido del año (seis por cada 100.000 habitantes).

Desde Venezuela

De menor perfil que el Tren de Aragua, la llegada de Los Maracuchos a Colombia se remonta a 2019.

Sin embargo mantiene su “centro de operaciones en las cárceles” de Venezuela, explicó Isaac Morales, investigador de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares).

La policía colombiana capturó a 10 de sus miembros y solicita a través de la Interpol a otros cinco que huyeron hacia Venezuela, coincidiendo con el reestablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países.

Pesquisas de Pares señalan la presencia de al menos cuatro estructuras ilegales venezolanas entre el centenar que operan en Bogotá. Narcos y esmeralderos con nexos mafiosos también siembran terror.

La alcaldesa Claudia López señaló que los cabecillas del Tren de Aragua, “Niño Guerrero” y “Giovanny”, estarían impartiendo órdenes desde la cárcel de Tocorón en Venezuela. Al tiempo que pidió mano dura al gobierno venezolano, en declaraciones que molestaron al chavismo.

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