Inmensa debe ser la desesperación de las caravanas de migrantes que se aventuran a cruzar El Darién. Se trata de una espesa selva entre Panamá y Colombia, a la que también se la conoce como el Tapón del Darién o el Tapón del Diablo.
Solo en ese lugar se interrumpe la carretera Panamericana. Y si el hombre y sus máquinas no han podido sortear las 575 mil hectáreas, ¿qué oportunidades tienen las personas que tratan de cruzarla a pie?
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El Darién fue declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad por su biodiversidad. Allí la selva tropical se combina con pantanos, montañas y lagos que impiden el paso de todos.
O casi todos.
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Excepto por un vehículo Land Rover apodado ‘Cucaracha cariñosa’ y un jeep.
Así lo recuerda “La Nación”: en 1960, estos dos vehículos partieron para cruzar la zona, logrando la hazaña en cinco meses “a un promedio de 200 metros por hora”.
En el 72, una gesta similar se sucedería: “60 personas en Range Rovers” partieron desde Alaska y cruzaron el Darién hasta llegar a Cabo de Hornos.
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Lugar agreste e inhóspito
El Darién fue “la primera colonia establecida sobre el continente americano”, que tuvo vida desde 1509 hasta 1524. Según el investigador José María Madueño Galván, fue “la madre de todas las exploraciones y los establecimientos desde México hasta la Tierra del Fuego”.
“Sería imposible imaginar un lugar más inverosímil para establecer una colonia. Darién carecía de un buen puerto, de un gran río, de una tierra de labor [...] Los barcos, que llegaban con dificultad, tenían aún mayores impedimentos para el regreso”, escribe Madueño.
Y agrega:
“Su clima era malsano y [...] su capital estaba situada en un valle angosto y pantanoso a cinco millas del mar [...] Sin embargo, la audacia humana, hermanada con la fortuna, a veces se impone a la lógica y, a despecho de la razón geográfica, Darién llegó a ser un eslabón importante en la cadena del imperio”.
Diametral en este proceso fue Vasco Núñez de Balboa.
Pero todo esto sucedió en la “antesala” al Tapón, en el Golfo de Urabá, “un vasto entorno marítimo y selvático que ha sido escala de migrantes durante siglos”.
Si hubo un lugar que el conquistador jamás pudo amaestrar fue lo que justamente ahora es el Tapón del Darién.
Nuevos peligros
Además de las duras condiciones climáticas, otro de los peligros del Tapón del Darién es el narcotráfico. Según “La Nación”, la violencia en la zona ha aumentado a partir del “mayor patrullaje marítimo”, lo que “empujó a los traficantes” a la zona en cuestión.
“Estos comerciantes ilegales surgieron de remanentes de cárteles colombianos de droga y de grupos de guerrilleros de ese país desmovilizados. Ellos utilizan a gente local, en su mayoría indígenas, como guardias o como guías”, escribe “La Nación”.
Las caravanas de migrantes
En el 2018, la BBC hizo el recorrido desde Colombia hacia Panamá, el mismo que migrantes de “Cuba, Haití, Bangladesh y Somalia” hacen a diario para llegar a Estados Unidos.
Las cifras van así: según AP, 500 personas viajan a diario en barcos desde Acandí o Capurganá (Colombia), mientras que la lista de espera para zarpar de Necoclí es de 14 mil personas.
“Al menos 70.150 migrantes ingresaron a Panamá cruzando la selva del Darién entre enero y julio del 2021, de los cuales 12.000 eran niños y niñas, según el Servicio Nacional de Migración de Panamá”, escribe AP.
La situación es tan compleja, que, en agosto, los gobiernos colombiano y panameño se tuvieron que poner de acuerdo en una cuota: solo se permiten 500 migrantes diarios por la zona.
Pero no pueden contener a las caravanas.
Tan solo a Necoclí, llegan entre mil y 1.500 migrantes a diario, “muchos de ellos haitianos provenientes de Chile y Brasil”.
Reclamo por falta de apoyo
Por el impacto de la pandemia del coronavirus y otras crisis en los países, la situación migratoria ha empeorado. Tanto es así que Panamá decidió pedir ayuda a la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La ministra de Relaciones Exteriores, Erika Mouynes, ha declarado que las personas llegan con siete u ocho días sin haber comido y que ellos se encargan de su alimentación.
“Nosotros no hemos recibido ayuda financiera de ningún país en este momento ni cooperación internacional. En un sentido más amplio, sí estamos recibiendo o hemos empezado a involucrar también a organizaciones que nos están apoyando un poco con los mensajes, con los protocolos, pero ayuda financiera o recursos no hemos recibido”, sostuvo.
En lo que va del año, anoto Mouynes, van 80 mil migrantes que cruzan la frontera, una cifra tremenda si se tienen en consideración que en el 2020 fueron 8 mil y, en el 2019, 20 mil.
De allí el pedido de la canciller: no basta con la colaboración de dos países, se necesita que todo el bloque regional trabaje de la mano.
Un sueño imposible
El destino de la mayoría de migrantes que se trasladan en caravanas junto a sus familias es Estados Unidos. Sin embargo, el gobierno del presidente Joe Biden ha dejado en claro que no aceptarán visitantes no autorizados.
Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional de EE.UU., afirmó recientemente que el país devolverá a sus países a los migrantes ilegales.
De hecho, el último domingo, el país empezó a “deportar a decenas de haitianos retenidos”, así como envió a 600 agentes a sus fronteras del sur.
“De acuerdo a Mayorkas, la intención del gobierno es aumentar la capacidad de los tres vuelos diarios de deportación en dirección a Puerto Príncipe”, escribe la agencia EFE
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