Cuando en diciembre de 2021 Gabriel Boric venció en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, las crónicas sobre el mandatario electo de 35 años enfatizaron que este joven de ancestros croatas había pasado de líder estudiantil de la Universidad de Chile a presidente en poco más de una década.
Aunque no todos los movimientos estudiantiles latinoamericanos pueden decir que han puesto a uno de sus líderes en el máximo cargo político del país, muchos jóvenes universitarios de América Latina sí han participado de las marchas, protestas y movimientos que han cambiado la política de sus países.
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Los estudiantes colombianos fueron protagonistas directos del paro nacional de 2021 que influiría en la llegada al poder por primera vez en la historia colombiana de un presidente de izquierda, Gustavo Petro. Las universidades ecuatorianas, por su parte, fueron zonas de ayuda humanitaria en las marchas indígenas de 2022.
Esta historia de lucha social, cambios políticos y movilización estudiantil en América Latina tiene un antecedente que influyó no sólo en la región sino también en los jóvenes que en mayo de 1968 escribieron en los muros de París "la imaginación al poder".
Medio siglo antes, en 1918, un grupo de jóvenes estudiantes marcharon en Córdoba, Argentina, reclamando la democratización de la Universidad y escribieron un manifiesto dirigido "a los hombres libres de Sud América" en el que describían el rol político que jugarían los estudiantes a partir de ese momento en la historia latinoamericana con frases como "la juventud vive siempre en trance de heroísmo".
Para hablar de esta primera rebelión estudiantil, BBC Mundo conversó con el historiador argentino Felipe Pigna.
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¿Qué factor disparó aquella protesta que modificaría la vida en las universidades tanto dentro como fuera de Argentina?
En realidad tiene que ver con con muchos factores. Primero con la llegada masiva de inmigrantes a fines del siglo XIX que venían claramente con fuertes aspiraciones.
La idea de pasarla mejor que en Europa, de poder tener su tierra, de poder progresar; y eso fue transmitido a sus hijos, los llamados hijo del gringo, hijo del inmigrante, que empezaron a tener como conciencia de que una de las pocas formas de ascenso social que había en un país que con fuertes desigualdades, de ricos muy ricos y pobres muy pobres, era la educación.
Educación que el poder iba entregando en cuentagotas: primero garantizó la educación pública obligatoria en 1884, pero era básicamente para los niveles primarios, reservándose para así la educación superior que la veían -efectivamente- como un factor de reproducción política, es decir, de conservación de su poder.
Por eso fueron bastante celosos en mantener la universidad, incluso la educación secundaria, limitada a ciertos sectores sociales; pero la demanda fue creciendo, se fue convirtiendo en elementos de consignas y reivindicaciones sociales.
Y cuando llega la Unión Cívica Radical al poder, que es una fuerza política de clase media, su base social le exige la ampliación de los estudios universitarios, la democratización de las casas de estudio, y eso va a explotar en rebelión en Córdoba en 1918.
Todo en un contexto mundial muy particular, con el telón de fondo de la Revolución Rusa, con una con un creciente apoyo al progresismo.
Todavía no se han visto los horrores que va a tener después la el comunismo soviético, sino que era la etapa romántica de la revolución.
Además de hijos de inmigrantes, ¿cómo eran esos estudiantes que llevaron adelante la reforma?
Era un perfil que podríamos definir como progresista, yo diría de centroizquierda, algunos de izquierda con muchos vínculos con el Partido Socialista, algunos con el anarquismo, que era una fuerza muy importante en el en el plano sindical en Argentina desde 1890 aproximadamente, manejando una de las centrales sindicales más importantes que era la FORA: la Federación Obrera Regional Argentina.
Ellos leían mucha literatura. Era literatura política, pero también literatura argentina con escritores como Leopoldo Lugones, por ejemplo.
Y también mucha información de lo que estaba pasando en Europa y en América Latina.
Era gente muy lectora, independientemente de su disciplina, entendiendo que estaban inmersos en una sociedad y que tenían que dar cuenta de su carácter de ciudadanos, de qué significaba ser ciudadano.
Con una gran conciencia, que esto me parece muy importante, del privilegio que significaba estudiar en aquel momento y una especie de responsabilidad social hacia aquellos sectores que no iban a acceder nunca a la universidad o que tardarían mucho tiempo en hacerlo.
¿Qué reclamaba esta rebelión estudiantil?
Pretendía el mejoramiento de los planes de estudio, la ampliación de la posibilidad de ingreso para los sectores medios a las universidades, la posibilidad de elegir autoridades -es decir- la idea de un cogobierno entre alumnos, graduados y docentes.
Todo esto se vuelca en el Manifiesto Liminar, que es muy americanista, muy latinoamericano, hablando de las luchas de (Emiliano) Zapata y de (Pancho) Villa en la Revolución Mexicana, de lo que está pasando en el mundo.
Y esto tiene un efecto muy fuerte que lleva a que el gobierno radical de (Hipólito) Yrigoyen, estamos hablando de 1918 y 1919, empiece a aplicar esto en una ley universitaria, que establecía efectivamente el gobierno de las casas de estudio de carácter compartido con los estudiantes y los graduados, la libertad de cátedra, es decir, la posibilidad de que cada jefe de cátedra dicte la materia según le parezca, con ciertas normas obviamente.
Y ampliará de manera importante el acceso de los sectores medios a la universidad.
Es la primera la primera gran rebelión estudiantil, muy innovadora a nivel mundial y tuvo su repercusiones en América Latina y en Europa.
Incluso cuando se produce la la gran rebelión de 1968 en París, aquella rebelión que nació en las universidades, hay un reconocimiento a que se están cumpliendo los 50 años de la rebelión de Córdoba.
El Manifiesto Liminar arranca con la frase "la juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América" ¿Cuál es su influencia en esta región?
Tuvo repercusiones en toda América, en México, en Perú, en Cuba.
Incluso algunos partidos latinoamericanos que van a tener una gran influencia política en el siglo XX -como el APRA peruano- tendrán mucho que ver con los postulados del Manifiesto Liminar de Córdoba.
Fue un elemento histórico que empezó a poner sobre la mesa, particularmente en los partidos nacionalistas revolucionarios y los partidos progresistas de América Latina, un pliego de condiciones elementales, porque el Manifiesto va más allá de los reclamos universitarios, habla de cambios en la sociedad.
Y claramente se considera latinoamericano -como cuando pone ejemplos como la Revolución Mexicana, nada más y nada menos, que una revolución campesina- lo cual también es una novedad para Argentina, que era un país que había vivido mirando a Europa.
Ese carácter latinoamericano sorprendió también a la propia élite, y a algunos intelectuales de izquierda, que nunca habían tomado como referencia a América Latina; en todo caso, se sentían herederos lejanos de la Revolución Francesa y de algunos postulados liberales.
¿Y de qué forma cambió a la misma Argentina?
En Argentina había una amplísima franja de alfabetización porque la escuela primaria había llegado a grandes capas de la población y esto hizo que aumentara la demanda de continuidad: la gente quería hacer el secundario, la gente quería llegar a la universidad.
Esto fue muy importante y le dio a la Argentina un lugar cultural muy importante dentro del contexto latinoamericano.
Fue pionera, también, porque recibió un importantísimo apoyo del movimiento obrero. Y el movimiento estudiantil, a la vez, entendía que tenía que haber una conexión entre el modelo universitario y el modelo productivo: la sociedad tendiendo a la industrialización, a la mejora de las condiciones de vida.
La Facultad de Medicina en Argentina, por ejemplo, con grandes médicos de fama mundial, empezó a tener también un enfoque social a partir de la mirada de los estudiantes: la medicina como un elemento social, con algunos médicos muy importantes como Juan B. Justo, que fue el fundador del Partido Socialista en Argentina, quien hablaba de atender a los problemas sociales como elemento preventivo.
Fue un hecho revolucionario que, unos años después, en 1948, con el peronismo, tuvo el agregado de la gratuidad de los estudios universitarios, lo cual amplió mucho más la matrícula, cosa extraña para un país del tercer mundo.
Hoy en día hay más de 60 universidades en Argentina que son gratuitas y eso es muy raro en el contexto mundial, donde los estudios universitarios suelen ser carísimos y para poca gente.
Además de los estudiantes latinoamericanos, cuya tradición de estudios en Argentina se puede remontar incluso a esa Córdoba de 1918, en los últimos años estamos teniendo hasta un 20% de estudiantes europeos que vienen a las universidades argentinas. Y estoy hablando de países como Alemania, España, Francia e Italia que vienen aquí en búsqueda de excelencia académica.
Esto es una buena noticia en medio de esta crisis permanente en la que vivimos, el mantenimiento de esta excelencia académica, que muchas veces tiene mucho más que ver con la voluntad de los docentes y de los cuerpos académicos que con los gobiernos, porque siempre hay una una falta de presupuesto, una falta de recursos.
En América Latina solemos pensar, cuando hablamos de Argentina, que todo ocurre en Buenos Aires. ¿Por qué el movimiento se gestó en Córdoba?
Córdoba fue la primera universidad argentina.
Fundada por los jesuitas, esa universidad atendió las necesidades del centro norte del país, que es un territorio inmenso, que abarcaba las provincias litorales, las provincias del norte y, por supuesto, países vecinos como Chile, Bolivia, Perú y demás.
De gran calidad académica, se había transformado -y este uno de los puntos de los estudiantes en 1918- en un centro muy conservador, con una fuerte presencia de la iglesia, con programas de estudios muy reaccionarios.
Entonces había una matrícula que iba creciendo, pero con un fuerte descontento de los alumnos en torno a qué se estaba enseñando en esa universidad, a un sistema aristocrático de herencia de cátedras y contra todo eso fue la reforma.
Por eso se estableció, entre muchas cosas, los concursos académicos, y el cambio en los planes de estudio.