La avalancha de turistas que recibió Valparaíso durante el verano austral generó tras el fin de la temporada una tormenta perfecta en esta región de Chile: un explosivo aumento de contagios de coronavirus, el colapso de hospitales y una economía por los suelos.
Con las infecciones estabilizadas hacia fines del año pasado, el gobierno del conservador Sebastián Piñera tomó una decisión que para muchos expertos es una de las principales razones del alza de casos en el país, pero sobre todo en las localidades turísticas: autorizar un permiso de vacaciones.
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La región de Valparaíso, ubicada en la costa central, con 1,8 millones de habitantes, fue el destino de 1,2 millones de portadores de estos permisos.
Muchos sin mascarillas y sin hacer caso al distanciamiento físico, los visitantes repletaron balnearios como Viña del Mar –el más cotizado de la zona- y coparon las pintorescas calles del puerto de Valparaíso.
Esta ciudad costera volvió a ser una atracción por sus añejos ascensores que conectan sus más de 42 cerros, y los bares, cafés y restaurantes desbordaron de turistas, que hicieron largas colas para ingresar.
“El resultado de aquello fue un aumento exponencial del número de casos que hoy se plasma en hospitales colapsados que están en modo covid total (...) con personal de salud agotado, agobiado e impotente”, dijo a la AFP Ignacio de La Torre, presidente del Colegio Médico de Valparaíso y pediatra del hospital Van Buren, el más importante de la región.
El colapso de la morgue de este recinto médico a fines de marzo -que obligó a instalar un container frigorífico- representó el símbolo del desborde del sistema hospitalario de Valparaíso tras el fin de las vacaciones.
Vacunas en una iglesia
Paola Quiñonez, trabajadora de una empresa de alimentos, acudió a vacunarse aterrada luego de ver en televisión las cifras de la pandemia en Valparaíso: un total de más de 70.600 contagiados y cerca de 2.000 fallecidos en esta región ubicada unos 120 km al oeste de Santiago.
El verano “fue nuestro peor momento, fue el pico (de la pandemia). Había mucha gente, había fiestas, había mucha gente en las playas”, afirmó tras haber sido vacunada en la parroquia católica de la Medalla Milagrosa, en el populoso cerro de Playa Ancha de Valparaíso.
El templo ha sido convertido en un centro de vacunación al que acuden a diario unas 450 personas.
Paola, de 51 años, recibió una primera dosis en esa iglesia donde el personal de salud instaló cuatro puntos de vacunación, a los pies de retratos de santos, una imagen de la Virgen María y otra de Cristo crucificado.
Más de siete millones de personas en Chile ya han recibido al menos una dosis de las vacunas disponibles, en un rápido proceso de inoculación que se desarrolla en paralelo al brusco incremento de los contagios.
A diario, se han registrado en los últimos días más de 8.000 nuevas infecciones, por encima de las cifras en la primera ola.
Crisis en el turismo
Si bien las vacaciones eran necesarias “para la salud mental de muchas personas”, a juicio del doctor de La Torre, ahora que los turistas se fueron, y Valparaíso y Viña del Mar volvieron a la cuarentena, sus habitantes sufren por el aumento de los contagios y la crisis económica que golpea a esta región desde octubre de 2019, cuando se iniciaron protestas sociales en el país.
Hoteles, bares y locales comerciales que apenas habían resistido están a un paso de desaparecer en un área donde la actividad comercial y turística representa cerca del 30% de la economía.
El tradicional bar Cinzano, cuna de la bohemia porteña de Valparaíso, cerró sus puertas temporalmente después de 124 años de recibir, sobre todo, a turistas extranjeros, atraídos por la historia del lugar que partió como una pulpería fundada por un inmigrante italiano.
“El Cinzano se cerró por el estallido social, por la pandemia, que dejó sin turistas a la ciudad, y también por la poca ayuda del gobierno”, lamentó a la AFP, Mariano Muñoz, administrador de este famoso bar emplazado en el centro de esta ciudad, cuyo casco histórico fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Desde lo económico, el permiso de vacaciones posibilitó que el sector hotelero alcanzara una ocupación del 50% durante el verano, mientras que los restaurantes y cafés atendieron en terrazas al aire libre y aprovecharon el delivery.
“Si no hubiera existido este permiso, el impacto en el sector hotelero gastronómico hubiera sido mucho mayor”, sostuvo Julián Arellano, director de la Escuela de Administración Hotelera y Gastronómica de la Universidad de Valparaíso.
Aunque todavía no hay fecha, el Cinzano intentará sobrevivir a la pandemia y reabrir cuando se flexibilice la cuarentena en Valparaíso.
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