Guayaquil. [AFP]. En un cuarto pequeño sin ventilación, la ecuatoriana Maoli Plaza completa su último mes de embarazo. Cada vez que se le va el aliento siente angustia, porque no sabe si está por dar luz o si es el nuevo coronavirus avanzando por su cuerpo.
Debían ser días de ilusión para esta ama de casa de 29 años y su esposo Kevin, de 28, pero la semana pasada le diagnosticaron que tenía COVID-19.
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La pareja comparte con la mamá de Kevin una vivienda modesta, de una sola planta, en el populoso barrio de Sauces, en el norte de la ciudad de Guayaquil, uno de los focos de la pandemia en Latinoamérica.
Solo en esta ciudad de unos 2,7 millones de habitantes se concentra la mitad de los casi 10.400 casos (520 letales) que se han detectado en Ecuador desde el 29 de febrero.
Plaza se hizo examinar en un hospital público cuando sus familiares comenzaron a sentirse mal. Es la única portadora confirmada del coronavirus de los tres. En su aislamiento, conversa con la AFP y reconoce que se saltó las medidas contra la pandemia para ir caminando al mercado.
Ahora apenas sale de su habitación hacia el baño compartido de la casa. “O camino un ratito dentro de mi cuarto para darle movimiento al cuerpo. Tengo una silla al lado de mi cama. Ese es mi día a día”.
La última vez que se hizo un control prenatal fue el 17 de marzo. La pandemia reventó el sistema sanitario público de Guayaquil ante la ola de contagiados.
Hoy no sabe el estado de su hija ni tampoco dónde podrá tenerla. “No sé cómo está la bebé. Digo, Dios mío, que llegue alguien y diga ‘terminó esto’ y poder buscar con tranquilidad y dar a luz”.
Rechazo y riesgos
En Guayaquil los hospitales siguen atendiendo partos, pero el riesgo de contagio espanta a las futuras madres. Las que llegan son internadas brevemente, salvo complicaciones, sin derecho a visitas.
El municipio lanzó el lunes un plan para atender a las más pobres en las áreas de maternidad que habilitó en sus tres centros de salud. 70 mujeres pasaron por estas zonas.
En la ciudad nacen en promedio 120 bebés al día, pero el luto parece imponerse en esta época.
En las dos primeras semanas de abril, las muertes se triplicaron hasta alcanzar las 6.700, según el gobierno, que incluye en su lista a los confirmados y sospechosos de haber contraído COVID-19, además de las víctimas de otras dolencias. Nadie sabe a ciencia cierta cuántos se ha llevado la pandemia.
Plaza repasa angustiada sus opciones ante la falta de recursos para ir a una clínica privada.
En la maternidad Alfredo Paulson, a la que acudía, todavía recibe emergencias, pero teme ser rechazada por ser portadora del virus, como ya le pasó cuando acudió con síntomas antes de ser diagnosticada en otro sanatorio.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) aún no tiene certeza de que una madre pueda transmitirle el virus a su bebé.
La ginecóloga Rossana Parodi, de 55 años, trabaja fuera del circuito público y cree que no pocas mujeres están pariendo en sus casas sin asistencia.
“He tenido referencias por un doctor que trabaja en el Ministerio (de Salud) que han llegado pacientes con retención de placenta o hemorragia posparto, porque nadie las atiende”, cuenta la especialista.
Dar a luz en casa
De 34 años, Ericka Chacón está en los últimos días de su cuarto embarazo. Ante la crisis sanitaria, tendrá al bebé en su casa en Daule, una población próxima a Guayaquil.
“Las clínicas están saturadas y nos pareció la opción menos riesgosa para mí y el niño, además tenemos plena confianza en la doctora Marianita Paladines”, afirma esta fotógrafa.
Paladines, una obstetra de 60 años, atiende partos en el hogar, una práctica permitida en Ecuador siempre que sea realizada por profesionales, aunque las comunidades indígenas pueden recurrir a sus parteras tradicionales.
“Desde que empezó esto, mujeres que no me conocían comenzaron a llamarme para partos en casa porque no se sienten seguras en hospitales”, dice la especialista.
Hace una semana respondió un pedido de auxilio. Fue con un equipo de protección personal y exigió que solo una persona estuviera en la habitación. El parto fue un éxito.
“Me gusta estar en contacto con la mujer, bailar con ella (previo al parto). Ahora ya no”, remarca Paladines.
De su lado, Chacón ya tiene la habitación separada para el parto y espera que sus tres hijos, de entre cuatro y nueve años, puedan acompañarla.
“Ellos ya saben porque han visto videos del nacimiento de ellos, entonces es una forma de prepararlos para lo que van a ver. Están ansiosos, les he dicho que pueden cortar el cordón, que me va a doler, que van a verme llorar un poco”, indica.
Jorge Luis, su cuarto hijo, nacerá en plena pandemia de coronavirus.
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¿Qué es el coronavirus?
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).
El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.
El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.
Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.
Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.
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