“Hemos visto imágenes que nunca debieron haber sucedido, por ello, como su servidor público, les pido disculpas”. Otto Sonnenholzner, el vicepresidente de Ecuador, no tuvo más que reconocer el colapso del sistema de salud ante el paso mortal del coronavirus y el deterioro de la imagen de su país por las macabras escenas de cadáveres tirados en las calles de Guayaquil y de familiares quebrados por no saber qué hacer.
Dos semanas después, el dolor no ha menguado. Aunque los cuerpos –unos 1.300 en la provincia del Guayas, no todos muertos a causa del COVID-19– ya han sido recogidos ante el escándalo, todavía no encuentran el descanso final.
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La acumulación de los cadáveres se ha convertido en un vía crucis para los familiares que aún no pueden poner punto final a la tortura y enterrarlos como quisieran. El olor nauseabundo que empieza a inundar las morgues debido a la descomposición de los cuerpos y el calor de Guayaquil se mezcla con la angustia de la gente para hallar el cuerpo de los fallecidos, la escasez de ataúdes, la burocracia y la lentitud para obtener los certificados de defunción. Las funerarias, además, están sobrepasadas.
Y eso no es todo. La corrupción ha decidido no hacer cuarentena. La crisis ha hecho aparecer a ‘gestores’, sujetos que cobran entre US$30 y hasta US$300 por dar el dato certero sobre la ubicación de los cuerpos.
“Luego de diez días de gestiones y al pagar más de US$150 logramos sacar el cuerpo de mi tío y de otro familiar que murió días después”, reveló una mujer del sur de Guayaquil al diario “El Universo”. Y denuncias como esas se han multiplicado en los últimos días, por lo que el propio ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, anunció la destitución de un funcionario –que no identificó– por las continuas extorsiones. “Esto es vergonzoso, indignante, intolerable”, dijo.
Ante la falta de ataúdes de madera, algunos de los cuerpos que pudieron ser sepultados han sido colocados en las fosas apenas envueltos en una bolsa de plástico. Así le pasó a Jorge Banda. “Pagamos por un féretro, pero al final nos dijeron que no había, así que lo metieron en una bóveda sin un cofre mortuorio”, relató Mauricio, su yerno, al diario “El Comercio” de Ecuador.
Los féretros han aumentado dramáticamente de precio. Los que tienen suerte de conseguir deben pagar hasta US$800. Ante esta situación, la Asociación de Cartoneros del Ecuador donó al Gobierno unos 3.000 ataúdes de cartón para entregarlos de forma gratuita a los deudos. “El cartón es más digno que enterrarlos en bolsas o sin nada”, admitió Jorge Wated, el responsable de la Fuerza de Tareas, el equipo formado por el Ejecutivo para lidiar con la crisis.
Falta de liderazgo
En medio de esta situación, la cifra de contagiados y de muertos (7.161 y 297, respectivamente) sigue subiendo dramáticamente. El jueves, el número de infectados era de más de cuatro mil. Sin embargo, el caos se atiza por la debilidad del gobierno de Lenín Moreno y su cada vez menos popularidad.
“Moreno vive desde el año pasado con un nivel de aceptación muy bajo, que se redujo tras las protestas de octubre pasado. Eso lo afectó mucho”, comenta a este Diario el analista político ecuatoriano Simón Pachano. “Esta situación lo debilita más por el fuerte crecimiento de los contagiados, sobre todo en Guayaquil”, añade. Una última encuesta de marzo sitúa la aprobación del mandatario en apenas 30%.
A esto habría que añadirle la rivalidad entre Moreno y el expresidente Rafael Correa, quien además ha sido sentenciado esta semana a ocho años de prisión por cargos de corrupción y sobornos. “Los seguidores de Correa están haciendo una fuerte arremetida en redes sociales con noticias falsas. Incluso, con el tema de los cadáveres en las calles, se descubrió que muchos de esos videos habían sido montajes”, señala.
ENTREVISTA
“La curva aún no es manejable”
Mario paredes
Médico epidemiólogo de Ecuador
— ¿Se ha llegado al pico de la curva de contagiados en Ecuador?
Yo creo que la curva todavía está manteniéndose en un nivel que aún no es manejable. Las previsiones para los países de Sudamérica no son buenos. Nosotros esperaríamos un aplanamiento o llegar a una meseta, si las condiciones son adecuadas y si pudiéramos mantener una cuarentena total, probablemente para la primera quincena de mayo o incluso a finales de mayo. En el mejor de los casos, para esas fechas podríamos empezar recién la reducción de casos.
— ¿Cómo tendrían que cambiar los sistemas de salud en Latinoamérica, dado que se puede presentar otra pandemia?
Así es, las pandemias son de carácter cíclico y ocurren cada diez años aproximadamente. Nuestro sistema de salud trata de ser curativo, es cero preventivo, y de esa manera no puede funcionar. La prevención tiene que empezar desde la escuela, para enseñar el autocuidado.
En Ecuador, los ministros de Salud escasamente han sido salubristas. Por ejemplo, nunca he visto a un epidemiólogo. Las personas que trabajamos en salud, los que tenemos experiencia en el campo, no somos llamados, somos ignorados en nuestra especialidad.
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¿Qué es el coronavirus?
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).
El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.
El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.
Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.
Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.
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