Han pasado 43 años de la caída de las corralejas en Sincelejo y el recuerdo de la tragedia sigue intacto en el hombre y la mujer sabanera, esos que cada 20 de enero lloran a sus muertos como ese día doloroso.
Aquel 20 de enero de 1980, a las 3:45 de la tarde, una parte de los palcos construidos en madera se fueron al suelo como un castillo de naipes, dejando a cerca de 500 personas muertas y miles de heridos, lisiados para toda la vida.
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La caída de los palcos, el inicio de una tragedia
“Ese día hacía un sol canicular, en los palcos no cabía una persona más. Era el 20 de enero y los amantes de la fiesta brava criolla no se querían perder el espectáculo. De repente, en pocos minutos el tiempo cambió y se vino un aguacero sobre la ciudad, lo que obligó a los espectadores a buscar refugio en la parte de atrás de la construcción”, cuenta Emiro Bertel, quien ese día asistía a la fiesta en compañía de su familia.
El peso de las personas apostadas en el palco, al irse- en su mayoría- hacia la parte de atrás hizo que la madera se partiera y la construcción se fuera al suelo.”Todo fue confusión, madera y láminas de zinc estaban sobre nosotros, los heridos gritaban de dolor y la lluvia caía con más fuerza”, narra.
Señala que era impresionante observar la cantidad de personas fallecidas tendidas bajo las tablas.
”No es contarlo, es estar ahí y observar la tragedia que se vivió en un escenario que estaba precedido por la alegría de una celebración tradicional, con música de bandas y tragos y luego se pasó a lo peor”, dice.
Familiares se llevaban a los muertos
El periodista Felipe Bertel Torrente ese día transmitía las fiestas por una emisora local. Narra que en los hospitales locales y de la región en general no cabían las personas heridas y los médicos eran insuficientes para atender la emergencia.
”Los muertos se fueron acumulando en el Hospital Regional y sus familiares se vieron obligados a llevárselos a sus casas. En el cementerio central las bóvedas eran cerradas con cemento reforzado para impedir que el olor invadiera el lugar”, dice Bertel Torrente.
”Las autoridades en Sincelejo tuvieron que buscar ataúdes en otras poblaciones para sepultar a sus muertos”, contó.
Para el abogado e historiador Inis Amador Paternina, la construcción que se hizo ese año de 1980 presentaba muchas fallas en su construcción.”Buscaron a un señor que no tenía idea para la construcción. Ese tipo de corralejas, en el estado que estuviera, mal construida, improvisada, con la lluvia y el declive que tenía el terreno permitieron que la arena se socavara y el peso de las personas que se fueron hacia atrás ocasionó la caída”, explicó.
Ese año, además, el ganadero tradicional del 20 de Enero, Arturo Cumplido Sierra no fue tenido en cuenta para ofrecer sus toros y en su lugar estuvo Pedro Juan Tulena, al parecer en una jugada política.
”Arturo Cumplido era una especia de ingeniero natural, siempre revisaba la construcción de las corralejas, pero ese año de la tragedia se apartó de todo porque le quitaron su día y prefirió irse a su finca en San Cayetano”, indicó el historiador Inis Amador Paternina.
Las corralejas se hacen ahora en veredas, corregimientos, clubes sociales y los pueblos tradicionales
Hoy, 43 años después de la caída de las corralejas en Sincelejo y de muchas personas tratar de impedir que los festejos se sigan haciendo, por el contrario, en algunos pueblos de la costa y el interior del país el fenómeno se mantiene.
Los festejos de corralejas se hacen ahora en veredas, corregimientos, clubes sociales y los pueblos.
”No hay toros para cubrir tantas fiestas, a muchos ganaderos les toca repetir los animales. Todo se ha vuelto un negocio y los empresarios buscar sacar sus ganancias porque es muy costoso hacer una fiesta en corraleja. Sin embargo el fervor sigue en alza”, afirma un ganadero.
El Estado pagó en su momento más de 5.000 millones de pesos en indemnización a familiares de las personas que murieron en aquel 20 de enero de 1980 y aún el municipio de Sincelejo sigue pagando millonarias sumas de dinero por lo sucedido.
Hoy Sincelejo celebra su tercer día de fiestas en corralejas y en el cementerio central muchos lloran a sus familiares.