Las ocho libretas que, durante años, el chofer Óscar Centeno llenó con cifras y lugares de los movimientos de dinero sucio en maletines. ("La Nación" / GDA)
Las ocho libretas que, durante años, el chofer Óscar Centeno llenó con cifras y lugares de los movimientos de dinero sucio en maletines. ("La Nación" / GDA)

En enero de este año, llegó a manos de Diego Cabot una misteriosa caja con ocho cuadernos. No iba a tardar en darse cuenta de que allí tenía una de las tramas de corrupción más detalladas de la historia reciente de .

Formó un equipo, trabajó a destajo para cotejar detalles, cruzar datos e investigar al dueño de las agendas. En abril, puso en manos de la justicia lo investigado, “porque ella tiene medios mucho más potentes para verificar la veracidad o no de un documento, o de centenares”, y a principios de este mes destapó toda esta podredumbre con un sólido respaldo judicial detrás.

Diego Cabot, periodista de "La Nación" de Argentina y el hombre detrás de la investigación sobre los cuadernos de la corrupción. (La Nación / GDA)
Diego Cabot, periodista de "La Nación" de Argentina y el hombre detrás de la investigación sobre los cuadernos de la corrupción. (La Nación / GDA)

— ¿Por la magnitud de lo descubierto, estamos ante el Lava Jato argentino?
Este caso lleva bajo la luz pública apenas 12 días y ya podemos tildarlo de extraordinario, por la cantidad de empresarios que han admitido el pago de coimas, que están presos o están por caer y de ex funcionarios imputados. Por las derivaciones del caso y características del juicio, esto podría terminar, efectivamente, en un Lava Jato.

— Los empresarios dicen que aportaban dinero a campañas electorales del kirchnerismo bajo presión, no que sobornaban. ¿Les resultará esa estrategia?
Algunos han dicho eso, no todos. Pero más allá de lo que estos empresarios digan, creo que el delito se configura igual. Además, hay que ver si la justicia les cree.

— ¿Qué piensa usted?
Por ahora, nada indica que la justicia les esté creyendo. No hay correspondencia de fechas: muchos pagos no coinciden con el calendario electoral. Varios pagos no se hacían, además, al recaudador de campaña sino a funcionarios que los regulaban y les entregaban las obras.

— ¿Qué distingue a este caso de otros que han alcanzado al kirchnerismo?
Aquí no había instrumentos públicos, sino documentos privados que tenían que ser corroborados y que este sujeto privado los reconociera como originales. Hubo que tener más cuidados, uno de ellos es que decidí judicializarlos para evitar que las pruebas se volaran.

— ¿Lo está dejando satisfecho el desempeño de la justicia en el caso?
Hasta ahora la justicia va acorde a nuestras expectativas. ¿Qué pasará en adelante? Depende de los tribunales de alzada [los que revisan los actos de sus inferiores jerárquicos]. Gran cantidad de actos procesales van a ser apelados y empezarán las idas y vueltas. Pero la cantidad de pruebas que pudimos hacer públicas hace que no sea tan fácil para la justicia mirar para otro lado.

— ¿Ya sabe qué llevó a Centeno a realizar este registro tan minucioso?
Me hice esa pregunta durante semanas y meses, hasta que en algún punto la abandoné. Si aún no encuentro explicaciones a conductas que yo tengo, en un momento me dije que no tenía por qué entender la cabeza de Centeno. Me concentré en ver si lo que había escrito era veraz y real. Claro que me encantaría tener la respuesta de por qué lo hizo o por qué me fueron entregadas las agendas, pero preferí dedicar mis energías a los hechos.

— ¿Cuán importante es la presión de la ciudadanía y de los medios en este caso?
Muy importante. Los jueces son personas permeables a lo que dice el código penal, pero también a lo que dice la señora en la verdulería de la esquina. La presión social, los discursos de los líderes políticos y de los personajes con credibilidad son determinantes para que esto avance. Esta es una enorme posibilidad para que la política se haga cargo de sus problemas, pero también para que la justicia, tan vapuleada, se redima.

— Incluso entre la prensa, más allá de la competencia lógica entre los medios, hay una homogeneidad y un tratamiento único...
Los ribetes espectaculares de lo descubierto sorprendieron al inicio a todos, menos a nosotros. Por ser tan básicos los hechos –un auto que pasa a recoger plata, que la lleva en bolsos o valijas y que la entrega a los dueños de la Argentina de entonces–, se ha generado consenso entre el periodismo. Hay casos más sofisticados que merecen una decodificación y análisis más complicados, este no.

— ¿Se ha avanzado algo en la pista del dinero?
Es una tarea por resolver. Parte de esos bolsos fueron al secretario privado de Néstor Kirchner [Daniel Muñoz, fallecido en el 2016]. Hay una investigación conjunta de Argentina y EE.UU. que descubrió cuentas y propiedades por US$60 millones que este tipo tenía en el sur de Florida y Nueva York.

— ¿Ese dinero vino de todo este trasiego de dinero?
La investigación que menciono no tenía el dato de dónde había venido tal dinero. Este caso de los cuadernos le aporta ese dato. Hay que seguir buscando los restantes millones en dólares o euros que están físicamente escondidos en algunos sitios.

— ¿Con todo lo que lleva de investigado, cree que CFK debe ir presa?
La justicia considera que acá hay una asociación ilícita cuyo objetivo era sacar dinero del Estado, pasarlo a través de empresas con contratos y que volviera al bolsillo de funcionarios. Esa justicia cree que Cristina era la jefa de esa asociación ilícita. Si están presos sus integrantes, posiblemente la jefa también deba estarlo, ¿no?

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