Achacachi. Los pobladores de Achacachi tienen miedo. Este municipio rural en el departamento de La Paz, hasta hace poco tiempo identificado como bastión de Evo Morales, ha sido en los últimos años epicentro de una lucha sangrienta entre los defensores del expresidente indígena y quienes lo acusan de “autoritario”.
El Gobierno Autónomo Municipal, en la plaza principal de la ciudad, está abandonado y varias de sus ventanas están destrozadas. Nadie ha hecho nada para repararlas desde que el alcalde Édgar Ramos, afín a Morales, abandonó en el 2017 el municipio en medio de denuncias de corrupción.
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A eso se le suma que Achacachi, situado a 93 kilómetros al noroeste de La Paz, se quedó meses después sin Policía o Fiscalía. Desde entonces, el pueblo de casas de adoquines y calles secas y polvorientas donde viven más de 46.000 personas se autogobierna mediante juntas de vecinos.
El terror se mantiene desde entonces. Los pobladores, en su mayoría indígenas, tienen muy presente la violencia que se desató cuando pidieron al alcalde un informe sobre su gestión.
Achacachi es también cuna de los “Ponchos rojos”, la “milicia aymara” que defiende la refundación de Bolivia propuesta por Morales. Estos hombres salieron a defender a sangre y fuego al alcalde de esa localidad altiplánica a más de 4.000 metros de altura.
“No queremos que vuelva”
Los violentos enfrentamientos duraron varios días, con saqueos, destrozos, quema de vehículos y viviendas, entre ellas la del alcalde. Finalmente, la policía intervino con un despliegue de más de 400 efectivos.
“Nosotros no queremos que vuelva Evo, el ha sido bien malo, ha hecho mucho daño al pueblo. Ahora da miedo de hablar, muchas cosas han pasado (...) hubo violencia y tiendas saqueadas y nadie nos ha sabido escuchar”, opinó una joven indígena que no quiso dar su nombre.
Las elecciones presidenciales del 20 de octubre en Bolivia, en las que Morales aseguró que había obtenido un cuarto mandato en medio de una ola de denuncias de fraude e irregularidades, dieron un giro a la historia del país y en menos de un mes el expresidente renunció y se fue a México, donde denunció un golpe de Estado.
En varias regiones estallaron enfrentamientos con la policía y saqueos.
Según los primeros resultados, Achacachi había votado en favor de Evo Morales. Pero los lugareños lo niegan.
“Fue fraude”
“Eso no es verdad”, dice Marta Vega. “Fue fraude, nosotros no votamos a Evo”.
Cuando empezaba el gobierno de Morales, su partido, el MAS, podía hacer campaña en Achacahi sin ninguna dificultad. Pero el ahora expresidente fue perdiendo terreno en este territorio mucho antes de la última elección.
La llegada de Evo Morales al Palacio Quemado hace 14 años tuvo un matiz épico: no solo obtuvo el 54% de los votos, algo que nadie había logrado desde la restauración democrática de 1982, sino que además juramentó su cargo como “presidente de los indígenas de América” en las ruinas precolombinas de Tiwanaku.
“La primera vez pensábamos que como era indígena iba a hacer bien para nuestras clases, pero no ha sido así”, comentó una mujer mientras vendía sus frutas y verduras en el mercado de la plaza de la ciudad. No da su nombre porque en Achacachi “se conocen todos”.
“Yo he visto mucho autoritarismo, mucha corrupción en estos años; y si decías cualquier cosa te buscaban o te perseguían”, agrega.
“Evo nos ha ayudado”
Ahora los negocios están abiertos, el banco funciona y los restaurantes ofrecen platos con trucha, la pesca estrella del Titicaca, el lago navegable más alto del mundo con una altitud media de 3.812 metros sobre el nivel del mar, que tiene costa sobre esa localidad. Pamela Ramos, una estudiante de 23 años, es una de las que quiere el retorno de Morales.
“Evo nos ha ayudado con viviendas propias, trabajo, el ayudó a los pobres”, explica.
Pero Materia Espinoza, una señora de 73 años, asegura que las “cosas buenas” fueron muy al inicio.
“Después hubo mucha corrupción, mucha división”, cuenta.
No sabe a quién va a votar en las próximas elecciones recientemente convocadas por el gobierno de transición de Jeanine Áñez. Pero sea cual sea el resultado, está contenta de que no participará. Al futuro gobierno advierte: “Antes estábamos vendados, dábamos voto por una libra de azúcar, pero ahora ya no, si ahora un gobierno entra y lo hace mal, lo van a sacar como al señor Evo”.
Fuente: AFP