El expresidente de Argentina, Raúl Alfonsín. Fotografía del 10 de diciembre de 1983. AFP
El expresidente de Argentina, Raúl Alfonsín. Fotografía del 10 de diciembre de 1983. AFP
Redacción EC

Raúl Alfonsín terminó en el piso. Minutos antes, en la esquina de Urquiza y Mitre, en San Nicolás, calentaba a sus cinco mil simpatizantes en un mitin con miras a las elecciones legislativas de 1991. Ese 23 de febrero, un hombre se le acercó, le apuntó y disparó, el mismo modus operandi que se vio esta semana cuando trataron de asesinar a . La seguridad de Alfonsín reaccionó tarde, pero fue suficiente para proteger al expresidente . Sobre él terminaron el exconcejal, Roberto Lapuyade, y el guardaespaldas, Daniel Tardivo.

Era la que intentaban matarlo. La primera fue en mayo del 86: durante una visita al Tercer Cuerpo del Ejército en Córdova, se descubrió una bomba “colocada bajo una alcantarilla a metros de donde debía pasar el entonces jefe de Estado en auto”. No hubo daños. Tampoco los hubo en octubre del 89. Para ese momento, Alfonsín ya no era mandatario y trabaja en unas oficinas cerca del Congreso que terminarían explotando cuando él no estaba presente.

Pero el atentado del 91 causó extrañeza. Ismael Darío Abdala estuvo a pocos metros de Alfonsín y, a pesar de dispararle con un revólver calibre 32, no cumplió con su objetivo. Según apunta “Página 12″, “el percutor fallo y el tambor no giró”, dándole tiempo al “primer presidente de la democracia restaurada” de ser protegido.

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¿Un final inesperado?

Parecía que el proceso contra Ismael Darío Abdala sería sencillo: sin dar vueltas, el hombre de 29 años que su intención era el magnicidio. Sin embargo, el caso se complicó. El portal La Voz del Pueblo recuerda que la psiquiatra de Abdala declaró que sufría delirio sistemático, que “ya había estado internado y tomaba cinco medicamentos para controlarse”.

Además, que fue miembro de una iglesia mormona, que el evangelio “en Buenos Aires y hasta le había ‘escrito’ cartas a Juan Pablo II, Mijaíl Gorbachov y George Bush”.

anota que a Abdala “lo sobreseyeron por ser inimputable” y fue internado en un hospital. Cuando fue dado de alta, “se contactó con una hija del expresidente para, según él, disculparse”, hasta que fue denunciado y volvió a internarse.

Finalmente, Abdala se suicidó en 1994.

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