Luego de ocho años y cuatro meses sin pisar Brasil, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, está de vuelta.
El gobernante fue recibido este lunes por su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en la capital Brasilia. La imagen del encuentro entre ambos líderes dio vuelta al mundo, al marcar la reanudación de las relaciones entre los países vecinos.
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Maduro arribó junto a su esposa, Cilia Flores, para participar de una cumbre con otros líderes latinoamericanos que se realizará hoy y que tiene como fin fortalecer la integración de la región.
Pero antes de asistir a ese encuentro, el mandatario venezolano -quien ha sido acusado de graves violaciones a los derechos humanos por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)- aprovechó de reunirse de forma bilateral con su par brasileño en el Palacio de Planalto, la sede del poder Ejecutivo.
Tras ello, el presidente chavista dijo que se estaba iniciando una "nueva era" en las relaciones bilaterales entre ambas naciones.
El mandatario brasileño, en tanto, indicó que estaban recuperando "el derecho de hacer nuestra política exterior con la seriedad que siempre tuvimos, especialmente con los países que comparten fronteras con Brasil".
La última vez que Maduro había visitado Brasil fue en enero de 2015, cuando fue recibido por la expresidenta Dilma Rousseff.
Luego, Jair Bolsonaro asumió el poder en 2019 y rompió relaciones con el gobierno venezolano, reconociendo al opositor Juan Guaidó como presidente interino de ese país y prohibiendo la entrada de Maduro a su país.
"Es difícil concebir que hayan pasado tantos años sin que se mantengan diálogos con la autoridad de un país amazónico y vecino, con el que compartimos una extensa frontera de 2.200 kilómetros", dijo Lula.
Además, agregó que las acusaciones de autoritarismo contra Venezuela son solo "narrativas" y aprovechó de criticar las sanciones de Estados Unidos, calificándolas de "extremadamente exageradas".
"Usted sabe la narrativa que se construyó contra Venezuela. Desde la antidemocracia, desde el autoritarismo… Entonces creo que le toca a Venezuela mostrar su narrativa, para que efectivamente pueda hacer cambiar de opinión a la gente", indicó.
Según el mandatario brasileño, el prejuicio contra Venezuela "es muy grande" y sigue existiendo.
Adicionalmente, ambos gobernantes hablaron de la necesidad de fortalecer la seguridad en la frontera, aumentando la cooperación en la lucha contra el narcotráfico y otros delitos. También abogaron por reactivar las relaciones comerciales, que en 2022 alcanzó aproximadamente los US$1.700 millones.
Polémica tras el encuentro
Las declaraciones de Lula, y su encuentro con el presidente venezolano, generaron diversas reacciones.
Mientras sus partidarios lo defienden diciendo que es importante reestablecer relaciones con un país como Venezuela, sus críticos lo cuestionaron por no haber hecho alusión a las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos en el país vecino.
Para ellos, Lula está "apoyando a un dictador".
A través de su cuenta de Twitter, el senador de derecha, Sergio Moro, señaló que "Brasil volvió a recibir con honores de Estado a dictadores sudamericanos, esta vez a Maduro. Otra señal negativa para la comunidad internacional por parte del gobierno de Lula. ¿Se le pedirá al dictador que restablezca la democracia y los derechos humanos en Venezuela?".
Entidades como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) acusan al gobierno liderado por Maduro de ser una dictadura que utiliza la violencia para mantenerse en el poder.
Los métodos incluirían ejecuciones, secuestros, violaciones y arrestos de opositores. Iniciado por Hugo Chávez, el grupo político de Maduro, el chavismo, ha estado en el poder en Venezuela ininterrumpidamente desde 1999.
Según las entidades, el gobierno utilizaría el aparato de inteligencia civil y militar para monitorear a la sociedad civil, incluidos sindicalistas y miembros de la prensa.
Por otra parte, la larga crisis política y humanitaria de Venezuela ha provocado que unas siete millones de personas huyan del país desde 2015.
Venezuela ha estado atrapada en una espiral descendente durante años con un creciente descontento político alimentado aún más por la hiperinflación vertiginosa, los cortes de energía y la escasez de alimentos y medicinas.
La administración de Maduro ha dicho que las acusaciones en su contra son parte de una campaña internacional de desacreditación.
“Tradición” brasileña
Para la académica experta en Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de São Paulo, Carol Pedroso, el acercamiento de Lula con Maduro obedece a una tradición de Brasil de buscar relaciones con todos los países, incluso con aquellos que son considerados dictaduras.
"Existe una tradición en la diplomacia brasileña, consolidada a principios del siglo XX, de que Brasil no toma posición frente a los gobiernos. Brasil (...) no critica directamente la situación interna de otros Estados. El entendimiento es que si nosotros (Brasil) nos posicionamos frente a cuestiones internas de otro país, también nos ponemos en posición de recibir críticas de otros", le explica la investigadora a BBC News Brasil.
"Y como Nicolás Maduro es el presidente de facto de Venezuela, el que realmente gobierna el país, el que controla las instituciones, hay que recibirlo como jefe de Estado", añade.
La académica, no obstante, reconoce que "la recepción de Maduro con honores de jefe de Estado pesa en contra de Lula, sobre todo en el ámbito interno (de Brasil)", debido a las acusaciones que tiene por violaciones a los derechos humanos.
Por otra parte, Carol Pedroso cree que el acercamiento de Lula a Maduro puede estar relacionado con el intento del brasileño para que el régimen venezolano vuelva a negociar con la oposición.
“Lula puede (intentar) ganar proyección internacional como mediador, tal como lo está tratando de hacer en el caso del conflicto en Ucrania. Sabemos que personalmente tiene una gran capacidad negociadora, pero las condiciones actuales (en Venezuela) son muy diferentes a las de sus dos primeros gobiernos”, afirma.