¿Qué ladrón tiene más de 20 mil seguidores en Twitter y ha concedido entrevistas a medios rusos, españoles y franceses? ¿De qué otro se escribieron canciones y se grabaron videoclips sobre sus andanzas? El actor argentino Rodrigo de la Serna contó que se inspiró en la vida de ese mismo personaje para hacer su papel en el filme “Cien años de perdón”. Y en la película “El robo del siglo”, estrenada en Argentina el 16 de enero pasado (actualmente en cartelera en el Perú) y hasta el momento vista por más de 1,5 millones de espectadores, Guillermo Francella lo interpretó. Y en noviembre pasado, la editorial Planeta publicó un libro sobre su vida. Se titula “El ladrón del siglo”, y la primera edición se agotó a las pocas semanas.
Ese ladrón es Luis Mario Vitette Sellanes, tiene 64 años y es uruguayo. Su carrera delictiva transcurrió entre su país y Argentina. Conoció el mundo carcelario a los 18 años: lo detuvieron por insultar a Juan María Bordaberry, presidente de facto uruguayo. Pero lo liberaron a los pocos días. En la que sería su primera condena firme quedó involucrado por un robo y un homicidio. En una de sus salidas transitorias, se fugó a Buenos Aires. Eso fue en 1986. Allí, dos décadas después, daría el gran golpe de su vida, conocido como “el robo del siglo”.
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El robo del siglo
El asalto a la sucursal Acassuso del Banco Río, a 21 kilómetros de Buenos Aires, ocurrió el 13 de enero del 2006. Vitette Sellanes y cuatro hombres entraron con armas de juguete y exigieron el dinero de las cajas. La banda tomó a 23 personas de rehenes, entre clientes y empleados.
El uruguayo fue el encargado de atender las llamadas del negociador de la policía, que estaba afuera de la sede. Para cumplir su trabajo, Vitette había tomado clases de teatro y leído libros sobre tomas de rehenes. Su tarea consistía en ganar tiempo. Por el ‘look’ que eligió para el robo, se lo identificó como ‘el hombre del traje gris’.
Mientras Vitette negociaba, dos de sus compañeros vaciaban las cajas de seguridad, ubicadas en el subsuelo. Saquearon 143. Luego, otro integrante rompió una de las paredes del sótano. Del otro lado, estaban los dos gomones (lanchas inflables) y el túnel que habían cavado. Cuando la banda contaba el botín, que se estimaría en 19 millones de dólares y 80 kilos de joyas, los policías seguían sin entender cómo habían huido. Solo encontraron un mensaje que se convertiría en leyenda: “En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es solo plata y no amores”.
De ladrón a joyero
Antes de aquel asalto, hubo fugas de película, robos de financieras y casas de personalidades históricas de la televisión argentina. “Nací y me crié en un hogar de buenas costumbres: mi mamá era ama de casa y mi papá tenía campos y comercios gastronómicos, donde lo ayudaba”, le explica por teléfono a El Comercio. Es la segunda entrevista que le harán en el día. La otra es para un noticiero que sale en vivo en Argentina y Uruguay. Y sigue: “No tengo bien en claro por qué elegí ese camino. Hice mucha terapia y aun así sigo sin encontrar una respuesta a mi oficio”.
Desde el 2013, cuando fue deportado a Uruguay por el robo que lo volvió reconocido, vive de su joyería y relojería. La atiende él mismo. Aprendió el oficio en la cárcel. Queda en San José, a 10 kilómetros de Montevideo.
Más que por su detención, Vitette empezó a ganar fama a partir de las entrevistas que concedió en todo tipo de medios. “Yo soy un profesional”, explicó más de una vez ante los periodistas, que no entendían a qué se refería y se indignaban. “Un profesional… de la delincuencia”, concluía. También se encargó de aclarar que siempre robó “por ser, no por tener”. Así lo explica: “Entraba a un edificio, encontraba una caja de esos relojes carísimos y eso ya me generaba adrenalina. Ahora, si adentro había un reloj que valía 50 mil dólares, mucho mejor. Pero la adrenalina no depende de un botín. Dejé de robar, pero siempre voy a ser ladrón. Aclaro: hoy, siento que perdí una vida; la podría haber utilizado de otra manera y no pasarme más de 20 años preso”.
Y ahora, desde Uruguay, dice que el que da las entrevistas es un personaje que pensó, que creó, que está guionado. “Lo vengo creando hace 14 años: es ‘Marito’; altanero, contestatario, se pelea con los periodistas, hace de todo. La popularidad no me cayó del cielo. Me expuse muchísimo y me han dado palos por eso. Hay gente que me pide fotos y gente que me insulta. Pero yo lo inventé para eso, para ser popular, para que la gente se entusiasme con mis historias y quiera saber sobre mi vida. Es lo que busqué”.
“Yo siempre diferencié al ladrón del choro”, aclara, y argumenta: “El primero roba con habilidad, con destreza, buscando un objetivo. Se prepara para hacerlo, y hasta invierte. El otro solo agarra un arma y sale a la calle”.
Con peruanos
Vitette cuenta que conoció a varios peruanos en los pabellones de extranjeros de las cárceles porteñas. “Hacemos modalidades distintas. Ellos se dedican a todo lo que es la electrónica y la telefónica. Nunca robé con peruanos. Solo convivimos en pabellones. Intercambiamos información, historias de cárceles y peleamos contra argentinos”.
Por estos días, Vitette también analiza propuestas para llevar su libro a la ficción. Además, está el proyecto de un documental sobre su vida y sus robos. ¿Pero qué es lo que hace que haya trabajadores que admiren a un ladrón? “Creo que hay mucha gente que tiene una fantasía por nuestras historias, a partir de la frustración de tener que trabajar 20 horas por día para sobrevivir y tolerar ser humillados por sus jefes, y tantas cosas más. Me parece que se hacen la idea de que entrando con una pistola y ganando millones se sentirían respetados por todo el mundo”.
La delación de una esposa que puso fin a un plan perfecto
El asalto al Banco Río es considerado uno de los mejores robos de la historia. Incluso, se está negociando un acuerdo con los siete ladrones (dos nunca fueron identificados) para hacer un documental que se difundirá en una plataforma web.
El que planeó el robo fue Fernando Araujo, una persona sin antecedentes penales previos al atraco. Todo lo contrario: se crió en un barrio de clase alta, es artista plástico, profesor de taekwondo y cultivador de marihuana. Araujo, además, participó del equipo de guionistas de “El robo del siglo”, la película recién estrenada en Argentina.
El asalto parecía perfecto, pero se esclareció por algo insólito. La banda había hecho un pacto: no debían contarle a nadie el plan. Pero la esposa de uno de los integrantes, Alberto de la Torre, se enteró. Era la única que no participaría y estaba al tanto de todo. Cuando notó que su marido la dejó por su amante y se fue con el botín, se presentó en la comisaría y contó todo.
La policía solo recuperó un millón de dólares del botín. Del resto, nada se sabe. Es un misterio. Vitette solo se refirió a su parte: “Me la gasté en caballos lentos y mujeres rápidas”, dijo, sonriente como siempre.
(*) Entrevista publicada originalmente el 23 de febrero del 2020.