“Aunque nos derriben mil veces, mil veces volveremos”, dice una famosa frase del general Juan Domingo Perón.
Las palabras del fundador del peronismo resultaron ser proféticas: cada vez que se anuncia el final de la principal fuerza política de Argentina, esta resurge.
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Es lo que acaba de ocurrir con el inesperado primer lugar que obtuvo en las elecciones presidenciales del domingo el actual ministro de Economía, Sergio Massa, quien se enfrentará en una segunda vuelta, el 19 de noviembre, con el economista libertario Javier Milei.
Milei, que había salido primero en las primarias, era el gran favorito, y nadie en Argentina había anticipado la posibilidad de que fuera superado por Massa, el hombre que lleva las finanzas de un país que tiene casi un 140% de inflación interanual.
Pero el peronismo volvió a mostrar una cualidad única que le ha permitido no solo sobrevivir casi ocho décadas, desde su fundación en 1946, sino además ser la fuerza dominante en la vida política argentina.
Y es que, contra toda lógica, el peronismo se fortalece cada vez que Argentina entra en crisis.
Ocurrió el domingo, cuando Unión por la Patria -la coalición peronista encabezada por Massa, Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández- sacó casi 37 puntos, diez más de los que había logrado en las primarias de agosto.
(Esto a pesar de que la inflación se aceleró por encima del 12% mensual entre las primarias y las elecciones generales, y de que Massa anunció una devaluación del 22% el día después de las primarias).
Y también pasó hace cuatro años, cuando la misma alianza peronista (que en ese momento se llamó Frente de Todos) logró llevar a la presidencia a Fernández, evitando la reelección de Mauricio Macri, quien se convirtió en el único presidente argentino que buscó una reelección y perdió.
El triunfo de Macri en 2015 había dejado tan fragmentado al peronismo que algunos -al igual que ahora- especulaban con que la fuerza que ha gobernado durante 27 de los últimos 40 años, desde el regreso de la democracia, podría desintegrarse.
Pero un solo período presidencial de un partido opositor —y una gran crisis económica, como la que resurgió con Macri en 2018— alcanzaron para que el Partido Justicialista (PJ, nombre oficial del peronismo) volviera, y a lo grande, haciendo honor a las palabras de su creador.
Y así la historia se repitió. Porque las únicas otras dos veces que el peronismo había perdido en las urnas desde su creación, los gobiernos que lo reemplazaron resultaron traumáticos, sobre todo en términos económicos.
Y los peronistas resurgieron.
Alfonsín y De la Rúa
Pasó por primera vez en la década de 1980, cuando Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical (UCR) —el otro gran partido histórico de Argentina—, se convirtió en el primer político no peronista en alcanzar la presidencia de forma democrática desde el surgimiento del PJ.
Antes de eso, los gobernantes no peronistas habían sido presidentes de facto o radicales elegidos durante los 18 años de proscripción del peronismo (1955-1973).
Tras la caída del régimen militar, en 1983, Alfonsín se impuso por más de diez puntos a su rival peronista, Ítalo Luder.
Sin embargo, su mandato terminaría de forma anticipada en 1989, en medio de una gravísima "hiperinflación".
Casi la mitad de los electores argentinos eligieron como su sucesor a Carlos Saúl Menem, quien se convertiría en el único presidente peronista que adoptó políticas neoliberales.
Menem logró aprobar una nueva constitución y gobernó durante dos períodos —el máximo permitido—. Pero en 1999, en medio de graves acusaciones de corrupción, el PJ no pudo retener el poder.
Así llegó a la presidencia otro candidato de la UCR, Fernando de la Rúa. Pero su gobierno concluiría de forma aún más traumática que el de Alfonsín.
Después de cumplir apenas mitad de su mandato, y en el inicio de la peor crisis económica que padeció Argentina en su historia, De la Rúa renunció y se vio obligado a abandonar el palacio presidencial, la Casa Rosada, en helicóptero, en medio de graves protestas.
El poder pasó automáticamente al PJ: luego de tres presidentes interinos de esa fuerza, se convocaron elecciones en 2003.
Los dos candidatos más votados, que pasaron a una segunda vuelta, fueron dos peronistas: Menem y el hasta entonces desconocido Néstor Kirchner, gobernador de la patagónica provincia de Santa Cruz.
Menem abandonó la contienda y así nació el kirchnerismo, una de las vertientes más poderosas y polémicas del peronismo, cuya derrota en 2015 a manos de Macri, después de 12 años en el poder, dejó al PJ más desintegrado que nunca.
De la división a la unidad
Pero la misma persona que llevó a la fragmentación del peronismo, Cristina Fernández de Kirchner, terminaría siendo la pieza clave que lograría su reunificación.
A diferencia de su marido y antecesor, que tras dejar su cargo asumió como presidente del PJ hasta su sorpresivo fallecimiento en 2010, a causa de un problema cardíaco, la exmandataria y hoy vicepresidenta se mantuvo alejada del peronismo.
Durante más de una década y media ni siquiera asistió a la cumbre anual del PJ.
Pero en mayo de 2022 regresó a la cumbre partidaria, días antes de anunciar que no sería candidata a la presidencia, como tantos esperaban.
Sin embargo, sorprendió informando que daría un paso al costado para dejarle ese cargo a quien fue la mano derecha de su marido: Alberto Fernández, con quien estuvo enemistada por años.
"La estrategia de correrse a un costado fue lo que permitió la unidad del peronismo", le dijo a BBC Mundo el politólogo y profesor universitario Facundo Cruz.
Según el experto, la elección de Fernández no fue casual.
"Él hizo todo un trabajo de reconstrucción del peronismo, pero no tenía legitimad para gobernar. La designación de Cristina Kirchner le dio esa legitimidad", señaló.
“Unidos venceremos”
Cruz remarcó que el triunfo del Frente de Todos en 2019 "fue una victoria del peronismo más que una derrota de Macri".
Los números lo avalaron: en esos comicios el macrismo sacó más votos de los que había obtenido cuatro años antes, cuando llegó al poder.
Sin embargo, mientras que en 2015 los electores peronistas se habían dividido entre tres candidatos -uno fue el propio Massa, que en ese momento estaba enfrentado al kirchnerismo-, en 2019 la mayoría apoyó a la gran alianza conformada por "los Fernández" y Massa.
Fue una demostración perfecta de otra frase profética de Perón: "Unidos venceremos".
Pero ¿cómo es posible que convivan dentro de un mismo espacio políticos que hasta hace poco eran duros rivales, y que tienen propuestas de gobierno muy diferentes?
La respuesta está en una de las claves del éxito del peronismo: su fluidez.
"Es un partido muy heterogéneo y extremadamente pragmático y no dogmático", señaló a BBC Mundo el analista político y profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Gustavo Dufour.
Eso explica cómo líderes tan dispares como Menem y Cristina Kirchner caben dentro de un mismo movimiento.
"La capacidad de la dirigencia para adaptarse a la realidad ha hecho que el peronismo sobreviva", coincidió Cruz.
Además, destacó el "anclaje social" que tiene el movimiento, que en toda elección siempre ha contado con al menos un tercio de los votos.
Las crisis
Pero ¿por qué el peronismo parece siempre reagruparse y resurgir después de las crisis?
Los "gorilas" —como se le llama en Argentina a los antiperonistas— creen que los problemas que tienen los gobiernos no peronistas son propiciados por el propio PJ como estrategia para volver al poder.
En particular apuntan a los 13 paros generales que enfrentó Alfonsín, los nueve que enfrentó De la Rúa y los cinco que sufrió Macri durante su mandato. Fueron 27 paros en total, en menos de 12 años de gobiernos no peronistas.
En contraste, el sindicalismo —históricamente asociado con el peronismo— no realizó ningún paro general durante el último gobierno (a pesar de la aguda crisis económica) y organizó un total de 17 huelgas generales durante las casi tres décadas de gobiernos del PJ desde el regreso a la democracia.
Algunos dirigentes de esa fuerza, como Alberto Fernández, han reconocido tácitamente que el peronismo puso palos en la rueda en el pasado, y se comprometieron públicamente a ayudar a Macri a concluir su mandato el 10 de diciembre de 2019.
Esto permitió que el líder de Juntos por el Cambio -cuya candidata, Patricia Bullrich salió tercera en estos comicios y quedó fuera del balotaje- se convirtiera en el primer presidente no peronista, elegido constitucionalmente, que llegó hasta el final de su mandato desde que surgió el PJ.
Pero más allá del papel que jugó el peronismo, muchos observadores coinciden en que las impericias de quienes gobernaban fueron un factor clave de las últimas crisis económicas.
Y, a la vez, que estas crisis fueron un factor necesario para el resurgimiento del peronismo.
Como el ave fénix
"Las crisis generan condiciones muy favorables para que aparezcan nuevos liderazgos en el PJ", señala Dufour.
Fue, una crisis política -la intempestiva renuncia del ministro de Economía, Martín Guzmán -abiertamente enfrentado con Cristina Kirchner- en julio de 2022, la que propulsó a Massa al estrellato.
El abogado, quien hasta ese momento era considerado el socio minoritario de la alianza peronista -ocupó la presidencia de la Cámara de Diputados, dejando los dos principales roles del gobierno, la presidencia y vicepresidencia, en manos de Fernández y Kirchner- surgió como la figura de consenso para apagar el fuego.
Su nombramiento como "superministro" de Economía -así lo apodó la prensa porque tomó control de tres carteras económicas- trajo calma al mercado, por lo menos temporalmente, y cuando llegó la hora de nombrar a un candidato por el oficialismo fue la opción más indiscutida.
"El peronismo se mantuvo unido y eso fue mérito de Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Massa", dijo a BBC Mundo el sociólogo y politólogo Marcos Novaro, director el Centro de Investigaciones Políticas (Cipol).
"Durante su gobierno se mataron a golpes pero no rompieron y eso es superviviencia", señaló.
Quedará por ver si en noviembre se cumple otro viejo adagio de este movimiento que ha dominado la política argentina: “El peronismo, unido, jamás será vencido".
*Esta nota es una actualización de un artículo publicado originalmente después de las últimas elecciones argentinas, en 2019.