En otra elección clave en Latinoamérica, Brasil empezó oficialmente el martes 16 de agosto la campaña para elegir a su presidente. Aunque son doce los postulantes, las opciones están clarísimas desde hace varios meses atrás: Jair Bolsonaro, que se presenta a la reelección; y Luiz Inácio Lula da Silva, quien busca ponerse por tercera vez la banda verde y amarilla.
Ambos se culpan mutuamente de todos los males del Brasil y están entrando a la campaña con la sangre en el ojo. Pero por más que los dos estén en las antípodas, saben que deben conquistar a los brasileños que no los quieren -que no son pocos, no por gusto ambos comparten un elevado antivoto- para poder ir más allá de su base electoral.
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Las encuestas, hasta el momento, le siguen dando ventaja al exmandatario, aunque la diferencia entre ambos ha decrecido un poco. Según los últimos estudios difundidos el 22 de agosto, Lula tiene entre 47% y 44% de intención de voto, mientras que Bolsonaro oscila entre el 36% y 32%.
Mira las diferencias de encuestas aquí, según OGlobo.
Así, el escenario más probable es que este 2 de octubre los resultados no sean definitivos y los brasileños tengan que votar en una segunda vuelta, prevista para el domingo 30 de octubre.
Más que una campaña de propuestas, la elección se ha vuelto en una batalla de legados: el recuerdo malo o bueno que dejó Lula da Silva, uno de los abanderados del progresismo de la izquierda latinoamericana en los inicios del siglo XXI; y el ultraconservadurismo de Jair Bolsonaro y su agenda “Dios, Patria y Familia”.
En medio de ello están las denuncias de corrupción de los gobiernos del PT, el partido de Lula -la operación Lava Jato, nada menos, que además lo mandó a la cárcel durante 580 días- pero también el aumento de la pobreza, la criminalidad y la crisis económica que Bolsonaro no ha podido solucionar, sin olvidar los 680 mil muertos que ha dejado la pandemia del COVID-19, o ‘gripezinha’ como la llamó en su momento el presidente.
“Hay una parte considerable del electorado -unos 10 millones de personas- que consideran que Lula fue un corrupto pero que igual votarían por él”, explica a El Comercio Brian Winter, periodista estadounidense especializado en la política brasileña y editor en jefe de la revista “Americas Quarterly”. Y agrega: “Muchos votantes creen que la corrupción es mala, pero la respuesta de Bolsonaro a la pandemia y su gestión de la economía han sido peores. Prefieren tratar de repetir la década del 2000, cuando Lula estaba al mando, y la pobreza cayó mientras el nivel de vida mejoraba”.
Campaña polarizada
Como en otras elecciones en América Latina, la polarización es también el eje de la campaña brasileña, sobre todo teniendo en cuenta las posturas ideológicas de ambos candidatos.
Sin embargo, Regina Crespo, investigadora del Centro de Investigaciones de América Latina y el Caribe de la Universidad Nacional Autónoma de México, considera que hay una tendencia equivocada de colocar a Bolsonaro y a Lula como si fueran dos polos opuestos de una contienda, uno a la derecha y el otro a la izquierda.
“Hace unos 15 días se leyó una carta en defensa de la democracia, que fue firmada por una serie de banqueros e industriales importantes. Entonces, la idea de que el sector financiero e industrial está completamente al lado de Bolsonaro está relativizada”, comenta la historiadora brasileña.
Sin embargo, otro grupo de influyentes empresarios manifestaron en un grupo de Whatsapp sobre las ventajas de un golpe de Estado si es que el mandatario pierde las elecciones ante Lula da Silva. La revelación la hizo el portal Metropoles, y la investigación motivó que las residencias de estos millonarios fuesen allanadas por la policía por órdenes de la Corte Suprema, que también está enfrentada con Bolsonaro.
Desde hace varios meses, el presidente no ha cesado de sembrar dudas sobre el sistema electrónico de votación, que se utiliza en el país desde los años 90 y que nunca ha despertado suspicacia. Así, utilizando una estrategia similar a la de Donald Trump en Estados Unidos -Bolsonaro es uno de sus más fieles seguidores- se ha enfrentado al poder electoral y ha insinuado la posibilidad de un fraude.
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Aunque en una última entrevista a la red Globo -algo poco usual, teniendo en cuenta que él prefiere utilizar las redes sociales- dijo que aceptaría el resultado de la elección “siempre que sea limpia y transparente”.
Vale recordar que Bolsonaro no es un precisamente un ‘outsider’ de la política, pues antes de llegar a la Presidencia fue diputado durante 28 años, tiempo en el que nunca cuestionó la transparencia del sistema electoral.
“Todo el plan de gobierno de Bolsonaro se ha basado en dos ejes: neoliberalismo económico y conservadurismo social. Hay un discurso patriótico, pero a la vez esta agenda que pone a Dios en primer lugar y luego a la familia tradicional, y quien piensa diferente está en contra de Brasil. Y esto se ha mantenido en estos cuatro años. Es la demonización de la política”, explica Crespo.
Por eso, el ambiente de polarización es mucho más marcado. “El ambiente está muy crispado. Pero lo preocupante es lo que vendrá. Si se cumple lo que dicen las encuestas y Lula gana, Bolsonaro se va, pero el bolsonarismo se queda. Esta vibración extremista e intolerante se esparció por la sociedad brasileña de una manera tal que dividió a la población, y eso va a ser un tema muy difícil con el cual se va a tener que enfrentar el próximo presidente”, añade.
- Festa do Peão de Boiadeiro, 26/08/2022.
— Jair M. Bolsonaro (@jairbolsonaro) August 27, 2022
- MUITO OBRIGADO BARRETOS! 🇧🇷 pic.twitter.com/kJBySHX7ad
“Yo no veo un escenario en el que Bolsonaro le entregue voluntariamente el poder a Lula. Él cree que es un comunista y un criminal, pero también está preocupado con la posibilidad de que él o sus hijos vayan a la cárcel. Yo creo que habrá una especie de crisis asociada con esta elección, la pregunta es cuánta de la estructura del poder en Brasil, incluyendo las fuerzas armadas, acompañarán a Bolsonaro en esta cruzada”, sentencia Winter.
A la caza de votos
Aunque se trata de una campaña donde no hay grises, ambos candidatos tienen que convencer a un porcentaje de la población que aún no se decanta por ninguno de los dos, si es que quieren ganar la elección.
Que tal ajudar a campanha #BrasilDaEsperança como voluntário? Vamos trabalhar juntos para recuperar o Brasil que nosso povo merece! Faça o seu cadastro: https://t.co/RQjpYaCSzV #EquipeLula pic.twitter.com/1yfH3UN8Nn
— Lula 13 (@LulaOficial) August 28, 2022
Y en este aspecto, Lula podría sacar ventaja. “Si Bolsonaro se centra solo en su base electoral, va a perder. Él necesita entre el 5% y 10% del electorado, que actualmente no tiene, para ganar. Por eso está tratando de ganarse a los votantes de la clase trabajadora -normalmente votantes de Lula- a través de aumentos en los programas sociales, y también con la intervención en Petrobras para bajar los precios de los combustibles”, precisa Winter.
Sin embargo, nada está dicho. El expresidente carga una mochila muy grande con las denuncias de soborno y corrupción destapadas en torno a su gestión y la de Dilma Rousseff, que han marcado a muchos brasileños, pero al mismo tiempo está jugando con la nostalgia de la bonanza vivida.
Bolsonaro, en tanto, tiene un 30% de incondicionales a los que ya convenció que esta es una elección “entre el bien y el mal”.
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