“Las encuestas se aproximaron al resultado final de Lula da Silva, pero fallaron con Jair Bolsonaro”. André Coelho Grisul, profesor de Ciencia Política de la Universidad Federal de Río de Janeiro, pone la lupa sobre los 10 a 15 puntos de diferencia que las consultas daban a los candidatos a la presidencia de Brasil -quienes competirán en la segunda vuelta del 30 de octubre- antes de las elecciones de este último domingo. Finalmente, Lula obtuvo el 48,41% y Bolsonaro, 43,22%, trayendo abajo los vaticinios de una arrolladora victoria del exmandatario en la primera ronda.
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“Todavía se necesitan más estudios, pero la explicación que hoy se baraja es que el apoyo al tercer candidato mejor ubicado en las encuestas, Ciro Gomes, se fue con Bolsonaro”. Gomes se ubicó, tras los comicios, en el cuatro puesto (después de Simone Tebet) con un 3%, y como define Coelho, el electorado habría optado por el “voto útil” con tal de que Lula no ganara tan fácilmente.
Al respecto, Luciana Santana, doctora en Ciencia Política e investigadora del comportamiento político, propone sumar a la ecuación la misma corriente bolsonarista y sus esfuerzos, cuya relevancia se magnifica justo antes de sufragar y se convierte en “la lucha entre el bien y el mal”, como diría el candidato. Ella sostiene: “No podemos dejar de lado que la militancia y la movilización a favor suyo es mucho más fuerte que la del PT y Lula”.
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En todo caso, para Coelho, el escenario con miras a la segunda vuelta “está muy abierto”, hay muchas aristas a tener cuenta para adelantar una opinión. Es verdad que a Lula le faltó “cerca de un millón y medio de votos” para ganar, a diferencia de “los más de seis que le faltaron a Bolsonaro”; sin embargo, hay que tener en consideración que al interior del país también habrá segundas rondas para elegir gobernadores, y esa propaganda podría marcar alguna diferencia. Es válido pensar, además, en quién se llevará el apoyo de Tebet y Gomes, pero también es un albur. “Ella ya dijo que su partido necesita tiempo para decidir su camino. Aun así, habría que pensar qué condiciones exigirán y si serán aceptadas”.
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Santana señala que, por cuestiones ideológicas, Tebet y Gomes deberían endosar sus votos a Lula, pero que también es cierto que el líder del PT empezó a gestionar la concertación desde la primera vuelta, así que ya dio un paso más que su oponente. “En todo caso, el éxito de la segunda vuelta pasará no solo por ampliar el apoyo y mantener las votos ganados, sino que los mensajes lleguen a los indecisos para conquistarlos”.
Esto último abre una nueva pregunta: ¿por quién votarán los que en la primera vuelta se abstuvieron? Coelho cuestiona: “Ese 20,94%, que son 32.6 millones, ¿cómo cambiará el resultado?”.
Pero para Santana hay un tema más importante: “El desafío mayor es reducir el rechazo”.
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Pensar en el futuro
La “prórroga” -tal como Lula da Silva describió el tiempo de espera hasta fin de mes- no traería ninguna dificultad económica al país. Pero socialmente, advierte Coelho, podría aumentar la violencia. Ya pasó antes. En julio de este año, el policía federal Jorge José Guaranho, simpatizante del actual gobernante, asesinó a tiros a Marcelo Arruda, dirigente del Partido de los Trabajadores de Lula. “¡Aquí somos de Bolsonaro!”, gritó luego de disparar.
Con miras a la segunda vuelta, Coelho espera que Lula busque el respaldo de Tebet y Gomes, por lo que advierte una moderación y cierto giro hacia el centro, incluso hacia la derecha. El apoyo de la izquierda, si es que logra unirse en contra de Bolsonaro, será importantísimo. Desde el otro lado, Santana entiende que, por su perfil y el contexto, el actual presidente podría sacar provecho de la radicalización de su discurso. “De hecho, ya hay mucha gente cuestionando la elección por la diferencia en la composición del legislativo y los resultados presidenciales”.
Coelho añade: “Y hay que recordar que él cuenta con la máquina del Gobierno, que tiene el Estado a su favor, y que si ya distribuyó miles de millones de reales a la ciudadanía en ayudas sociales, podría seguir haciéndolo”.
La elección y los olvidados
En los comicios de este domingo, por primera vez en la historia de Brasil, hubo más candidatos afrodescendientes que blancos. Sin embargo, el Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística determinó que estos tenían la mitad de posibilidades de ser elegidos que los blancos. La historia así lo demuestra. Europa Press escribe que el dato se sustenta en las elecciones del 2018: 3.177 buscaron ingresar a la Cámara de Diputados, pero solo 124 lo lograron; a diferencia de la otra población, que postuló a 4.425 y consiguió 386 escaños.
El dato no es menor si se tiene en cuenta que entre los afrodescendientes y los mestizos suman el 56% de la población.
Al respecto, Karina Quintanilha, investigadora de la Universidad Estatal de Campinas, opina: “La discriminación, principalmente en contra de las personas negras e indígenas, también se ve reflejadas en la formación de los partidos políticos. Estas candidaturas suelen recibir menos financiamiento para sus campañas y tienen menos tiempo de visibilidad en los medios de comunicación. En raras ocasiones son invitadas para los debates en los grandes medios o para ocupar cargos de liderazgo en las instituciones”.
Las mujeres son otro grupo subrepresentado en instancias políticas. Aunque es verdad que Dilma Rousseff fue presidenta, “El País” entiende que esto se debió a que el mismo Lula la designó como su sucesora. Y eso que, en el país, ellas son más que los hombres.
Con eso en mente, ¿cómo se explica el tercer puesto de Simone Tebet? Quintanilha comenta: “Todavía estamos buscando comprender lo que los resultados de las elecciones nos cuentan sobre las cuestiones de género. En el caso de Tebet, es verdad que tiene un programa que intenta captar el voto femenino; sin embargo, este se construye desde una élite latifundista y hay muchas contradicciones en su proyecto político”.
La especialista agrega: “Por ejemplo, no tiene una plataforma popular de diálogo con las mujeres trabajadoras, no defiende el derecho al aborto -el aborto clandestino mata cerca de 2 mujeres por día en el país, según el Ministerio de Salud (2018)- y pertenece a un partido que fue determinante para el golpe de la primera presidenta electa en Brasil, Rousseff”.
¿Y cuál es la postura de Lula da Silva y Jair Bolsonaro sobre los migrantes y refugiados? Quintanilha sostiene: “Jair Bolsonaro no presentó ninguna propuesta dirigida a estas poblaciones, y, cuando menciona el tema en los medios, por lo general lo trata de manera peyorativa”.
De hecho, ella no olvida que, en el 2018, Bolsonaro tuiteó que “la ley de migraciones iba a traer el caos para Brasil”. Ella agrega: “Y en su Gobierno hubo un récord de deportaciones -incluso en cooperación con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump- para expulsar a brasileros en condiciones degradantes”.
Lula, por el contrario, sí ha prometido más facilidades. Quintanilha trae a colación el punto 102 de su plan de Gobierno: “Millones de personas trabajan, estudian y viven fuera del país y contribuyen a la economía y el desarrollo de Brasil. Retomaremos y ampliaremos las políticas públicas para la población brasileña en el exterior y sus derechos de ciudadanía a partir de acuerdos bilaterales, en condiciones de reciprocidad, para el reconocimiento de derechos y una vida mejor para las poblaciones migrantes”.
La pregunta con el candidato del PT, en todo caso, es: ¿cumplirá?