El balotaje presidencial de Brasil entre Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro este domingo es la elección más importante del país desde el fin de la dictadura militar en 1985, afirma un eminente politólogo e historiador brasileño a BBC Mundo.
En el mayor país de América Latina está en juego el "todavía frágil sistema democrático", sostiene José Murilo de Carvalho, miembro de la Academia Brasileña de Letras y de la Academia Brasileña de Ciencias.
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El expresidente Lula, un izquierdista de 77 años que obtuvo 48,4% de los votos en la primera vuelta de las elecciones este mes, llega al balotaje con una ventaja de entre cuatro y ocho puntos en distintas encuestas de intención de votos válidos publicadas este sábado.
Pero el actual presidente Bolsonaro, un ultraderechista de 67 años, obtuvo en la primera vuelta una votación mayor a la que anticipaban los sondeos (43,2%) y aspira a ser reelecto contra muchos pronósticos.
El ganador debe superar este domingo el 50% de los votos válidos (sin contar aquellos en blanco y anulados) para iniciar un nuevo mandato presidencial el 1 de enero de 2023.
El resultado puede variar por factores como el nivel de abstención o cómo se decanten los votantes indecisos y volátiles, que algunas encuestas ubican en torno a 5%.
La campaña estuvo marcada por una fuerte polarización política, hechos de violencia y dudas sobre si Bolsonaro, un excapitán del Ejército que buscó sembrar sospechas sin pruebas sobre el sistema electoral brasileño, aceptará una eventual derrota.
"No se puede descartar un espectáculo circense similar al que montó (Donald) Trump en Estados Unidos", señala Carvalho en alusión a la negativa del entonces presidente de ese país y aliado de Bolsonaro a aceptar su propia derrota en las elecciones de 2020.
Tras su último debate con Lula en la noche del viernes , Bolsonaro sostuvo empero que "no hay la menor duda" de que respetará el resultado de la elección aunque le sea adverso: "Quien tenga más votos, gana", declaró.
Lo que sigue es una síntesis del intercambio vía correo electrónico con Carvalho, quien tiene 83 años y ha recibido varios premios y títulos de doctor honoris causa a lo largo de su carrera:
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Explique por favor cómo evalúa la importancia histórica de estas elecciones en Brasil, que enfrentan al expresidente Lula con el actual presidente Bolsonaro…
La República brasileña tiene 133 años. La primera elección con participación popular significativa fue en 1945.
La segunda en 1950, cuando yo tenía 11 años, fue disputada por Getúlio Vargas, un exdictador civil, y por un brigadier de la Fuerza Aérea que ayudó a deponerlo en 1945, en representación de militares, élite y clase media.
Getúlio, en ese momento comparado con Perón, había adoptado un programa laboral fuerte y ganó con el apoyo de los obreros. En 1954, ante la fuerte oposición de militares y civiles, fue forzado a renunciar y se suicidó.
La lucha contra el laborismo y el nacionalismo, agravada por la Guerra Fría, llevó al golpe de 1964 y la dictadura militar (1964-1985).
Hoy tenemos algo semejante. Un representante del laborismo (Lula) que intenta volver al poder enfrentando a un presidente apoyado por la clase media, los militares y por empresarios.
La gran diferencia hoy es la ausencia de la Guerra Fría y de la amenaza de intervención norteamericana, aunque los factores externos no estén del todo ausentes.
¿Ve esta elección como la más importante del país al menos desde el retorno de la democracia?
Es sin duda la más importante tras el fin de la dictadura por estar en juego nuestro aún frágil sistema democrático.
¿Observa algún riesgo de crisis o ruptura institucional en Brasil asociado al resultado de estas elecciones?
El riesgo sólo podría venir en caso de una derrota del presidente (Bolsonaro). No se puede descartar un espectáculo circense similar al que montó Trump en Estados Unidos.
Mi apuesta es que las Fuerzas Armadas no lo apoyarán y que la presión externa será fuerte en EE.UU., la Unión Europea y los principales países de Hispanoamérica.
¿En qué medida Bolsonaro y Lula representan dos formas diferentes de entender Brasil?
La diferencia es grande. Lula es como un nuevo Vargas con una base de apoyo entre obreros, pobres e intelectuales.
Bolsonaro se basa en sectores de la clase media, el pentecostalismo, grandes empresas, la agroindustria y los militares de las Fuerzas Armadas y las policías.
Parte de la disputa también se da en el campo de los valores, especialmente en lo referente a la familia y la identidad de género.
En el caso de Bolsonaro, llega a esta segunda vuelta tras un gobierno muy tumultuoso, acusado por sus críticos de actitudes autoritarias, de dividir al país, de responder de forma equivocada a la pandemia de coronavirus y, con esto, agravar durante su gobierno la situación crítica que ya tenía Brasil. Aun así, tiene posibilidades de ganar un segundo gobierno, según encuestas de opinión. ¿Cómo explica este apoyo que tiene el presidente?
Es una pregunta de un millón de dólares. ¿Cómo un presidente irrespetuoso de la ley, que desprecia las instituciones, incluidos los poderes de la República, y los valores democráticos, intolerante con los avances en la igualdad de género y de raza, indiferente, si no hostil, a la protección del medio ambiente, por dar algunos ejemplos, fue electo y tiene posibilidad de ser reelegido?
Parte de la respuesta puede estar en el hecho de que también hay un gran rechazo al expresidente Lula.
Las encuestas muestran el gran rechazo de los entrevistados hacia los dos, entre 47% (Bolsonaro) y 41% (Lula).
El país está dividido al medio y el elegido, sea quien sea, tendrá que enfrentar una gran oposición.
En el caso de Lula, busca volver a ser presidente tras los escándalos de corrupción que surgieron durante los gobiernos de su Partido de los Trabajadores y de una condena por corrupción anulada por el Supremo, sin que el expresidente haya hecho una gran autocrítica por los errores cometidos. ¿Cuál es el motivo principal por el que puede volver al palacio de Planalto?
Sin duda, tiene que haber un lado personal: demostrar que es inocente y no pasar a la historia como un presidente condenado.
También está la arrogancia de su partido, el Partido de los Trabajadores, que nunca quiso admitir que hubo corrupción.
Para el partido, el expresidente es su único candidato que puede ganar la elección.
Brasil conmemoró el bicentenario de su independencia en septiembre. ¿Diría que estas elecciones sugieren que Brasil todavía está buscando qué país quiere ser?
No hay mucho que celebrar en este bicentenario.
Por el lado político, no pudimos construir una república democrática sobre bases sólidas, como se puede observar en lo que está ocurriendo hoy. Seguimos bajo la tutela de las Fuerzas Armadas, que se consideran guardianes de la República.
Por el lado social, somos el octavo país más desigual del mundo y el 84º en el Índice de Desarrollo Humano.
La independencia se hizo bajo el sueño de construir aquí un gran imperio. En la década de 1930, el austríaco Stefan Zweig escribió un libro elogioso titulado “Brasil, país de futuro”. Ese imperio y ese futuro están lejos, si es que alguna vez llegan.