Milagros Asto Sánchez

inaugura este domingo el cargado y desafiante año electoral en Latinoamérica, donde otras cuatro naciones, incluido el Perú, elegirán presidente bajo el flagelo de la y con lentos avances en las campañas de vacunación. Los ecuatorianos, además, se enfrentan al virus de la polarización. Esta atípica campaña puede resumirse en una batalla entre quienes añoran el gobierno de Rafael Correa (2007-2017) y los que no quieren su figura cerca del poder.

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Con la esperanza de dejar atrás una crisis económica agravada por el COVID-19, los votantes del vecino del norte elegirán entre mantener las políticas centradas en el mercado impulsadas este último período por Lenín Moreno o volver a las socialistas de la década anterior. El país también elegirá a 137 integrantes de la Asamblea Nacional y a cinco miembros del Parlamento Andino.

Aunque 16 candidatos buscan la presidencia –un récord de postulantes para el país–, las últimas encuestas reflejan que el economista izquierdista Andrés Arauz, heredero político de Correa, se encuentra al frente de la intención del voto total con un 32%, seguido por el exbanquero de centroderecha Guillermo Lasso, quien alcanza un 21% de las preferencias. Más atrás está el líder indígena Yaku Pérez, con 12%.

Para que la presidencia se defina mañana, el ganador necesita la mitad más uno de los votos válidos, o al menos un 40% y una diferencia de diez puntos sobre su rival más cercano. Por ello, es muy probable que todo tenga que definirse en una segunda vuelta el 11 de abril.

El correísmo, sin embargo, señala que va a ganar en primera vuelta. “Es poco probable, pero las encuestas ya se han equivocado antes. Para evitar el balotaje, el correísmo espera un alto ausentismo por la pandemia, sobre todo entre los seguidores de Lasso, y confía en que haya un alto voto oculto a su favor. Los sondeos muestran que hay un amplio electorado indeciso [alrededor de un tercio]”, dice a El Comercio César Ricaurte, periodista ecuatoriano y director de Fundamedios.

Entre la polarización y el virus

El rostro de Correa ha acompañado a su delfín en toda la campaña. “Él ha impulsado la candidatura de Andrés Arauz, que aparece como una figura menor a su lado. Correa ha sido el protagonista de la campaña. El correísmo ha usado la idea de que estas son unas elecciones de vida o muerte”, explica Ricaurte.

Mauricio Alarcón-Salvador, director ejecutivo de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo, señala que Arauz, quien fue ministro de Conocimiento y Talento Humano durante el gobierno de Correa, tuvo “algunas sombras en cuanto a su ejecución y en su gestión pública, pero la fidelidad al proyecto político del correísmo y sobre todo al expresidente ha hecho que ese movimiento apueste por él en este proceso electoral”.

En el caso de Guillermo Lasso, el experto apunta que este empresario que postula por tercera vez a la presidencia no ha modulado su discurso en estos tres procesos. “No ha buscado ni innovar y actualizarse en función a las nuevas tendencias del electorado. Él trae una visión de que necesitamos caminar hacia un Estado que se maneje como una empresa. Lasso es liberal en materia en materia económica, pero muy conservador en temas sociales”, dice a este Diario.

Rafael Correa, que vive en Bélgica, está inhabilitado para ejercer puestos públicos en Ecuador tras recibir ocho años de cárcel por corrupción en el 2019. Aunque el organismo electoral impuso una restricción para que el expresidente no apareciera en los spots que se emitían en los medios de comunicación, su figura protagonizó la campaña hasta el final.

Ha sido una campaña totalmente polarizada, un duelo entre el correísmo y el anticorreísmo. No hemos escuchado mucho sobre propuestas, más bien ha sido un discurso coyuntural en función de esa polarización. Un versus entre los discursos ‘vota por mí para que vuelva la bonanza correísta’ y ‘no votes por él para que no vuelva la tiranía correísta’”, apunta Alarcón-Salvador.

Esa polarización se traduce en violencia. Se han registrado hechos de violencia callejera y también en muchas agresiones contra la prensa en el marco de la campaña electoral”, complementa Ricaurte.

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Los tres postulantes con opciones

Andrés Arauz (36 años)

Partido: Unión por la Esperanza

El economista izquierdista dirigió el Banco Central de Ecuador y fue ministro de Conocimiento y Talento Humano durante el gobierno de Rafael Correa. Es el más joven de los 16 candidatos. Estudió en EE.UU. y México.

Arauz cerró su campaña en Quito. (Foto: Reuters/Johanna Alarcón)
Arauz cerró su campaña en Quito. (Foto: Reuters/Johanna Alarcón)
/ STRINGER

Guillermo Lasso (65 años)

Partido: Movimiento CREO

El exbanquero y accionista del Banco Guayaquil aspira por tercera vez a la presidencia. Sin tener estudios universitarios, desarrolló una extensa carrera empresarial. Es miembro del Opus Dei y representa a la derecha conservadora.

Guillermo Lasso eligió Guayaquil para poner fin a su campaña. (Foto: Reuters / Santiago Arcos)
Guillermo Lasso eligió Guayaquil para poner fin a su campaña. (Foto: Reuters / Santiago Arcos)
/ SANTIAGO ARCOS

Yaku Pérez (51 años)

Partido: Pachakutik

Este abogado se presenta como la alternativa indígena y ambientalista. Encarna al movimiento que en el 2019 se levantó contra Lenín Moreno tras el alza de los precios de combustible. Tiene una dura postura antiminera

Yaku Pérez manejó bicicleta al cerrar su campaña en Cuenca. (Foto: Reuters / Fernanda García)
Yaku Pérez manejó bicicleta al cerrar su campaña en Cuenca. (Foto: Reuters / Fernanda García)
/ STRINGER

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La pregunta que más resuena ahora es cómo afectará la pandemia la jornada electoral. Más de 13 millones de personas están habilitadas para sufragar. El voto es obligatorio y la multa por no ejercerlo es de 40 dólares. En esta campaña, las autoridades optaron por prohibir las concentraciones. También ampliaron el número de centros de votación para evitar la propagación del virus.

Si bien no hubo mítines multitudinarios, no se han visto limitaciones en los recorridos de los candidatos. En la campaña, el obligado paso a lo digital también se tradujo en un incremento de noticias falsas y desinformación. Veremos qué pasa con el ausentismo y qué tanto funcionan las medidas de seguridad sanitaria”, dice Ricaurte.

También está el temor a acudir a las urnas en plena pandemia. Mucha gente dice en redes sociales que está dispuesta a pagar la multa establecida para no arriesgarse. “Esperemos que no sea muy grande el incremento del ausentismo, pero es indiscutible que será mayor al de los últimos procesos”, afirma Alarcón-Salvador.

Sobre la forma en la que se dio la campaña en Internet y en las redes sociales, el analista lamenta que no se hayan visto mensajes micro segmentados ni dirigidos a públicos específicos, sino simplemente una reproducción de aquello que ya se venía diciendo a través de los medios de comunicación. “Fue una campaña convencional, tradicional, yo diría que incluso aburrida para las circunstancias actuales y que más bien apela al sentimiento a favor y en contra del gobierno pasado para tratar de influir en el resultado”, apunta.

Desafíos para la segunda vuelta

Los expertos coinciden en que el ambiente de cara a la segunda vuelta va a ser incluso más polarizado.

Alarcón-Salvador espera las organizaciones políticas empiecen a escuchar a la gente, algo que la mayoría de campañas ha omitido.

Una segunda vuelta ya no puede ser únicamente apelar a un fantasma, atacar al pasado o jugar con el miedo. Es necesario que en una situación crítica como la que se vive en Ecuador –con enormes desafíos en temas económicos, laborales y de seguridad–, la campaña esté enfocada en propuestas”, señala.

Pero lograr eso será muy difícil. “La campaña para la primera vuelta se planteó por los candidatos bajo la idea de vida o muerte y ese concepto va a aparecer con más fuerza en la segunda vuelta”, sentencia Ricaurte.

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