Fotografía del 5 de agosto del 2019 que muestra a Alberto Fernández, candidato presidencial por el Frente de Todos, mientras camina junto a un cartel de Cristina Kirchner, durante un acto en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). (Foto: EFE)
Fotografía del 5 de agosto del 2019 que muestra a Alberto Fernández, candidato presidencial por el Frente de Todos, mientras camina junto a un cartel de Cristina Kirchner, durante un acto en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). (Foto: EFE)
/ Juan Ignacio Roncoroni
Redacción EC

Buenos Aires. Basta que el locutor la presente y ella aparezca en el escenario para encender a la multitud: “Oh, vamos a volver, a volver, vamos a volver”, gritan sus seguidores mientras agitan las manos con la señal de victoria.

, probablemente la política más influyente de la última década en , agradece llevándose las manos al corazón. Se sienta y toma un micrófono. Un silencio reverencial invade al auditorio.

Si soy candidata a vicepresidenta no es porque quiera ser vicepresidenta, está claro. Lo pensé como una forma de ayudar a conformar una nueva mayoría en Argentina”, aseveró la expresidenta (2007-2015) días atrás durante una de las multitudinarias presentaciones de su libro de memorias en Buenos Aires. “Yo ya está, ahora es lo que viene, las nuevas generaciones”, agregó.

En una jugada política inesperada -ya que se daba por descontada su candidatura- Kirchner impulsó la postulación de su exjefe de gabinete de ministros Alberto Fernández a la presidencia y ella se relegó en la fórmula. La dupla opositora le sacó más de 15 puntos de ventaja al presidente conservador Mauricio Macri, que aspira a la reelección, en las primarias abiertas y obligatorias del 11 de agosto. Encuestas vaticinan que esa diferencia se confirmará en las elecciones generales del 27 de octubre.

Sus seguidores anhelan, en igual proporción que temen sus detractores e inversores extranjeros, el regreso de la mujer que ejecutó políticas populistas con un estilo capaz de emocionar e irritar al mismo tiempo. ¿Cuál será el rol de la exmandataria de 66 años en un eventual gobierno de Fernández?

Tiene su peso Cristina, por ahí no incida directamente pero va a tener bastante influencia. Es la que tiene los votos, es la que capitaliza todo”, asegura Gastón Pérez, un militante kirchnerista que la estuvo esperando más de cuatro horas en el complejo universitario de La Matanza, suburbio de Buenos Aires, donde realizó una de sus pocas apariciones públicas durante la campaña.

En estos eventos abundan camisetas con su rostro estampado, banderas en las que les dedican frases de amor eterno y otras con la leyenda CFK (Cristina Fernández de Kirchner) 2019. Son escasas las referencias a su compañero de fórmula.

En un sistema fuertemente presidencialista como el de Argentina, el vicepresidente ocupa un papel institucional secundario. Su despacho no está en el palacio de gobierno sino en el Senado, cuerpo que preside, y sólo queda a cargo del Poder Ejecutivo durante viajes al exterior o por enfermedad del mandatario. Sin embargo, una figura como Fernández de Kirchner podría romper con esta tradición.

Nicolás Trotta, dirigente cercano a Fernández y coordinador de sus equipos técnicos, dijo en una entrevista reciente con The Associated Press que “Alberto no se va a privar de consultarla, es una dirigente con un vínculo con la sociedad increíble. En América Latina debe haber tres: Lula (Da Silva, expresidente de Brasil), Cristina y Evo Morales (actual mandatario de Bolivia)”.

Agregó que “va a tener el rol que ella misma asumió cuando terminó definiendo que había que crear una fuerza política electoral más amplia para ganar. Como decía Alberto: ‘Con Cristina no alcanza, sin Cristina no se puede’ ¿Por qué desconfían?”.

Una encuesta realizada por la consultora D’Alessio IROL-Berensztein reveló que apenas tres de cada diez argentinos creen que Alberto Fernández será quien gobierne. La medición fue realizada en forma online entre el 30 de septiembre y el 1° de octubre del 2019, con un margen de error de 3,7 puntos porcentuales.

Si gana Fernández, gana Cristina. Y va a gobernar ella”, disparó Miguel Pichetto, candidato a vicepresidente de Macri, durante un reciente acto de campaña del oficialismo. “La que tiene el poder en ese espacio es ella, no tengan ninguna duda”.

La sombra de Fernández de Kirchner sobre el candidato a presidente provoca incertidumbre entre inversores, quienes preferirían la continuidad de Macri por su perfil pro mercado. El temor a un regreso de las políticas intervencionistas que impulsó la exmandataria, como el control del mercado de capitales y las restricciones a la compra de dólares, quedó en evidencia los días posteriores a las primarias cuando se produjo una brusca devaluación y un retiro masivo de depósitos bancarios en moneda extranjera.

No obstante, analistas consultados por AP creen que la influencia de la expresidenta será relativa.

No veo a una Cristina queriendo convertir a Alberto en un títere, hablando por encima de él, haciendo una agenda propia de gestión”, opinó Patricio Giusto, de la consultora Diagnóstico Político. “Ella quiere quedar afianzada en el Senado, que es un polo de poder importante, pero sobre todo a ella le preocupa su situación familiar”, apuntó el experto al referirse a las múltiples causas judiciales que involucran a Kirchner y su entorno en supuesta corrupción.

Cristina Kirchner votó en Río Gallegos. (AFP / Walter DIAZ).
Cristina Kirchner votó en Río Gallegos. (AFP / Walter DIAZ).
/ WALTER DIAZ

Florencia, la hija menor de la exgobernante, se encuentra bajo tratamiento médico en Cuba desde febrero. Su madre viaja frecuentemente a la isla e incluso ha cancelado de forma imprevista varios compromisos de campaña en medio de versiones sobre un agravamiento de la salud de la joven. Su otro hijo, Máximo, es diputado y también enfrenta cargos en la justicia.

Un primer juicio contra Kirchner por irregularidades en la concesión de obras públicas durante su mandato comenzó este año. También se le investiga por supuesta asociación ilícita, lavado de dinero y encubrimiento de los autores de un atentado terrorista contra un centro comunitario judío de Buenos Aires en 1994. El futuro de estas causas es un interrogante si los Fernández llegan al gobierno en un país con un sistema judicial permeable al poder de turno.

Mariel Fornoni, directora de Management & Fit Consultora, coincidió en que “la mayor preocupación para ella es el Ministerio de Justicia” y que allí impulsaría a un funcionario de su confianza “que podría garantizar para Cristina alguna situación”, en referencia al frente judicial.

El próximo gobierno deberá lidiar con una economía recesiva, inflación anual de más de 50%, una situación social compleja con 35,4% de la población en la pobreza y una tasa de desempleo de 10,6%. Al mismo tiempo, el país sudamericano carga con el peso de su endeudamiento externo, que entre inversores privados y organismos internacionales asciende a más de 100 mil millones de dólares.

En un contexto tan adverso, la expresidenta podría convertirse en un escudo para Fernández.

La situación social es muy complicada y no sé cuánto margen de tiempo le van a dar para que Alberto les dé la felicidad que les prometió. Cristina podría ser la figura que sale a calmar”, opinó Fornoni, quien apeló a la metáfora de una familia para describir la convivencia de los Fernández: “El padre pone mano dura y la madre trata de calmar un poco y acompañar las decisiones, pero la verdad que es una alianza poco conocida de cómo va a funcionar”.

AFP.
AFP.

Fuente: AP

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