“Desde hace varios días largas filas de vehículos se forman para conseguir gasolina y cada vez más personas acuden a comprar alimentos en Bolivia. Mucha gente teme que algún partido decida no reconocer los resultados y se genere violencia en el país”, cuenta a El Comercio la periodista boliviana Mery Vaca.
La nación andina celebrará mañana sus segundas elecciones generales en menos de un año, en medio de un ambiente igual de polarizado que la última vez, aunque la situación no es la misma: a la crisis política se ha sumado el embate del coronavirus.
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El miedo que describe Vaca, subdirectora del periódico “Página siete”, no es sorprendente. El estallido social de fines del 2019, surgido tras unas elecciones anuladas por sospechas de fraude que provocaron la renuncia del entonces presidente Evo Morales, sumió a Bolivia en el caos.
El conflicto no se había solucionado cuando llegó el virus y obligó a suspender los comicios en dos ocasiones (mayo y setiembre), lo que alargó la tensión y las protestas.
“Por eso, además de angustia e inquietud, estos comicios también generan esperanza porque los bolivianos desean que toda esta polarización política que los ha mantenido enfrentados desde el año pasado se canalice a través del voto y se puede encontrar una solución democrática e institucionalizada a la crisis política del país”, explica Vaca.
Un país fragmentado
La polarización está representada en estas elecciones –las primeras presidenciales en Sudamérica en medio de la pandemia– en el exministro de Economía izquierdista Luis Arce, delfín de Evo Morales, y en el exmandatario centrista Carlos Mesa, los dos principales aspirantes a la presidencia de un total de 5 candidatos elegibles.
La lista la completan el exlíder cívico Luis Fernando Camacho de Creemos, el pastor presbiteriano de origen coreano Chi Hyun Chung por el Frente Para la Victoria y Feliciano Mamani del Partido de Acción Nacional Boliviano.
La mayoría de encuestas da ventaja a Arce, candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), aunque no con una diferencia suficiente para evitar una segunda vuelta con Mesa, de la alianza Comunidad Ciudadana (CC).
“Arce cuenta con el apoyo sobre todo de los sectores populares y los sectores indígenas. Ha sabido rearmar un movimiento que estaba en bajada”, dice a este Diario Pedro Portugal, analista de la situación indígena en Bolivia y actual director del periódico digital Pukara.
El experto indica que el apoyo a Arce se vio reforzado por el desempeño del gobierno transitorio liderado por Jeanine Áñez. “El gobierno transitorio cometió el error de ponerse en contra de los sectores populares”.
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POSIBLE BALOTAJE
- Para ganar en primera ronda, el candidato debe obtener más del 50% de votos o un mínimo de 40% y una diferencia de al menos 10 puntos porcentuales sobre el segundo más votado.
- De ser necesaria una segunda vuelta, esta se llevará a cabo el domingo 29 de noviembre.
- Las autoridades electorales y de salud han pedido a los votantes usar mascarillas, gel para las manos, lentes, llevar su propio bolígrafo y evitar asistir con niños a los centros de votación.
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Una investigación de El Comercio reveló que Arce fue uno de los bolivianos que abordaron a fines del 2013 la avioneta que el entonces gobernador Martín Vizcarra le pidió a la empresa Obrainsa, investigada por el ‘club de la construcción’.
En el caso de Mesa, Portugal estima que llega a las elecciones bastante fortalecido en los sectores urbanos. “Mesa no tiene una injerencia fuerte en los sectores populares y también perdió terreno en la región de Santa Cruz, donde el candidato Luis Fernando Camacho [tercero en los sondeos] está logrando arrastrar bastante gente, lo cual le va a restar votos a Mesa”, afirma.
Camacho persistió en su intención de postular, pese a que varios opositores al MAS retiraron su candidatura para evitar que el delfín de Morales gane la presidencia.
“Aunque Evo Morales se encuentra fuera del país [refugiado en Argentina], él es un líder muy presente en la política boliviana. De hecho, es el jefe de campaña del MAS y no ha dejado de aparecer ni un solo día, ya sea a través de tuits, reuniones en Zoom, entrevistas, intervenciones digitales. Los oponentes al MAS consideran que si es que gana Arce el que va a gobernar va a ser Evo Morales”, apunta la periodista Mery Vaca.
“La lógica política indica que sí puede haber una continuidad porque fue Evo Morales el que realmente lo designó, pero todo indica que se podría prever un distanciamiento porque Arce no le va a deber absolutamente nada, si es que triunfa, a Evo Morales. Evo Morales es un peso muerto que tiene más vigencia internacionalmente por el simbolismo de un indígena, que un peso real en el aparato del MAS y en el electorado boliviano”, opina por su parte Portugal.
Desafíos comunes
Los expertos coinciden en que el gobierno que sea elegido va a tener una tarea gigantesca: sacar al país de la situación de debacle económica, política y social a través del diálogo y reconciliación nacional.
Portugal afirma que rearmar Bolivia va a ser difícil para cualquiera que llegue al gobierno. “Lo que se prevé es una inmediata resistencia del sector que saldría perdiendo en las elecciones. El primer desafío es consolidar una unidad nacional y el segundo es afrontar los retos económicos, recrudecidos por la pandemia”, afirma.
Los temores se reafirmaron hace unas semanas cuando Arce dijo que no confía en el trabajo del Tribunal Supremo Electoral y que reconocerá los resultados siempre que no haya irregularidades ni fraude. “Todo el mundo sabe que el MAS va a ganar las elecciones [...] Entonces que de pronto digan que en primera vuelta va a ganar Carlos Mesa… es imposible”, afirmó el delfín de Morales.
“Es increíble que el MAS se adelante y diga que habrá fraude si no tienen la victoria. Pero pertenecen a un partido que solo cree en la democracia cuando ganan ellos”, fue la respuesta de Mesa.
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