El abogado defensor Hugo Tomei había solicitado que los acusados del asesinato de Fernando Báez Sosa puedan escuchar la sentencia de pie y, tras oír el veredicto de condena a prisión perpetua, Máximo Thomsen se desvaneció. Se lo podía ver segundos antes tambaleándose de un lado a otro hasta que el personal de seguridad tuvo que agarrarlo en el aire cuando cayó.
Máximo Thomsen, Luciano Pertossi, Enzo Comelli, Matias Benicelli y Ciro Pertossi fueron condenados a prisión perpetua por ser “coautores del delito de homicidio agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas.” Lucas Pertossi, Blas Cinalli y Ayrton Viollaz, por su parte, fueron condenados a 15 años de prisión por ser “partícipes secundarios”.
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La jueza tras el incidente decidió llamar a un médico para asistirlo y se pausó la lectura de sentencia. Cuando retornó la lectura de la sentencia Máximo Thomsen no se encontraba en la sala y los padres de los acusados tampoco. Luciano Pertossi fue el único acusado que lloró desconsoladamente ante la sentencia a condena perpetua.
A su vez, se solicitó que se investigue por delitos de falso testimonio a Juan Pedro Guarino y a Tomás Colazo.
La declaración de Máximo Thomsen durante el juicio
El 16 de enero, Máximo Thomsen hizo su descargo durante el juicio:
El ahora condenado, comenzó su declaración quebrado, diciendo: “Quiero pedir disculpas, jamás en la vida tuve intenciones de matar a alguien”. Y agregó: “Hablan con tanto odio hacia mi persona”.
Por momentos, lloraba. “Quiero pedir disculpas, es algo que nunca hubiese buscado”, repitió. Y explicó: “Quería dar la realidad de lo que ha pasado esa noche”.
Thomsen, el joven al que se le atribuyó una patada en la cabeza de la víctima, al que testigos y peritos comprometieron durante las dos primeras semanas de audiencias en los Tribunales de Dolores, pidió perdón, pero no confesó. Durante 50 minutos admitió haber “pegado una o dos patadas”, pero dijo no saber a quién ni tampoco cómo. “Quiero pedir disculpas, es algo que nunca hubiese buscado”.”Jamás en la vida tuve intención de matar a nadie”. “Vengo escuchando todos los días que yo organicé [el ataque], que soy líder”, fueron algunas de sus afirmaciones.
No dio nombres. Ni siquiera el de Fernando Báez Sosa. Desafió, con su versión de los hechos, los testimonios, las pruebas y los peritajes que lo incriminan.
La declaración de Thomsen, de 23 años, fue el punto culminante de la undécima jornada del juicio a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1 de Dolores. Los padres de la víctima, Silvino Báez y Graciela Sosa, ya no estaban en la sala de audiencia. Se habían retirado 20 minutos antes.
Después de contar lo que hicieron la tarde del 17 de enero de 2020 en la playa –donde, según él, se “mamaron”–, recordó que había ido a comprar entradas para ir a la noche al local Le Brique y que después fueron a una “previa” en una casa donde había mucha gente de Zárate.
Cuando habló de lo que pasó dentro del boliche, hizo mucho hincapié en que no se había peleado con nadie, a diferencia de lo que dijeron testigos que declararon en el juicio. Dijo que lo echaron de Le Brique porque les pidió a los patovicas que “soltaran” a un amigo. Afirmó que el personal de seguridad lo tomó del cuello y que un amigo le llegó a decir que “estaba bordó”, casi asfixiado.
Después relató lo que pasó en la escena del hecho. “Miré al costado y vi un grupo grande de chicos, como que se iban a enfrentar. Miré de costado. Cuando llegué a la ronda de chicos sentí un golpe en la cara”.
Y después agregó: “Cuando recibí el golpe en la cara, pegué una o dos patadas, no sé a quién ni cómo”.
Entonces, los representantes del Ministerio Público Fiscal, los fiscales Juan Manuel Dávila y Gustavo García, comenzaron a interrogarlo. Le preguntaron, mientras reproducían en una pantalla los videos del ataque: “¿Le pegó patadas a esa persona que estaba en el suelo?”. “No sé”, espetó. Y agregó: “No recuerdo. Me acuerdo que entré [en la ronda] pegando, Entré en shock por todo lo que había pasado”.
Al reproducir los distintos videos, el fiscal Dávila le preguntó: “Hay un movimiento de patear, pero no hay nadie delante suyo, ¿esa persona estaba acostada?”: “Quizás, arrodillada”, sostuvo el imputado.
Él dijo que después de lo que definió como “una pelea” de la que se fue cuando supo que nadie lo iba a agredir, pero sin saber cuál había sido el resultado. Sin embargo, se negó a responder por qué, entonces, decidió cambiarse la ropa, que se había manchado de sangre.
Luego, cuando estaba por finalizar la declaración de Thomsen, la fiscalía le preguntó si en los videos que se vieron en las audiencias desde que comenzó el juicio se pudo apreciar el golpe que él dijo haber recibido, su respuesta fue lacónica: “No”.
Thomsen se negó a responder preguntas de los abogados querellantes Fernando Burlando y Fabián Améndola. Dijo que no respondería a quien los había insultado a él y a su madre. Cuando Burlando insistió para preguntarle por qué se había cambiado de ropa si intuía que no había hecho nada, y él volvió a decir que no iba a responder, la jueza Castro dijo que no tenía sentido continuar con “el ejercicio” del interrogatorio.
“Thomsen decidió declarar cuando vio llorar a la madre. Esta declaración era necesaria. Él creía que era el momento. No pensamos en la imagen, pensamos en explicaciones”, dijo una fuente cercana a la defensa.
La querella, en cambio, opinó que la declaración de Thomsen había tenido el efecto contrario. “Es insólito. Nunca vi algo así. Se ha hundido él y ha hundido a todos sus compañeros”, sostuvo Burlando al terminar la audiencia.