Agencia AP

El presidente electo logró dar vuelta a la hoja y obtener la mayoría del nuevo Congreso que se posesiona el miércoles y que será clave para sacar adelante sus ambiciosas reformas, mostrando que en incluso el primer gobierno de izquierda en su historia comienza su mandato con apoyo parlamentario, como es usual para los gobernantes de turno.

El Congreso es bicameral, tiene 108 senadores y 187 representantes a la Cámara, pero a diferencia del anterior tendrá por primera vez 16 escaños destinados a las víctimas del conflicto armado, una representación inédita de la izquierda y casi el 30% de los escaños ocupados por mujeres.

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La recomposición de fuerzas políticas en el país se dio en las recientes elecciones, en marzo se celebraron las legislativas y en junio el balotaje que le dio la victoria a Petro en la presidencia, en reemplazo del actual presidente conservador Iván Duque que entrega el poder el 7 de agosto.

Los analistas vaticinaban una complicada gobernabilidad para Petro. Aunque logró 20 escaños en el Senado con su movimiento Pacto Histórico, consiguiendo ser la bancada más numerosa, y 29 en la cámara baja, necesitaba apoyos políticos con el centro y la derecha para conformar mayorías.

Petro generó durante la campaña política resistencias en un sector de la población que desconfiaba de su pasado como insurgente, fue militante de la extinta guerrilla M-19, en un país que vivió décadas de conflicto armado con guerrillas de izquierda. Además, retó al establecimiento y propuso reformas estructurales en materia de pensiones, impuestos para las capas más adineradas, tenencia de la tierra y del modelo extractivista.

Sin embargo, con acuerdos políticos logró poner de su lado a las bancadas más poderosas y numerosas de los partidos tradicionales que no lo apoyaron en campaña como el Liberal, dirigido por el expresidente César Gaviria, y una parte del Conservador, con ideas políticas bastante alejadas del progresismo y la izquierda. Ahora, se suman al partido Verde, la Alianza Social Independiente y Comunes, el partido formado por los excombatientes de la extinta guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que dejaron las armas en el 2016.

Una mujer pasa frente al Congreso de Colombia, el 25 de mayo de 2022. (Foto AP/Fernando Vergara, Archivo).
Una mujer pasa frente al Congreso de Colombia, el 25 de mayo de 2022. (Foto AP/Fernando Vergara, Archivo).

Otros partidos de la centro derecha como La U o Cambio Radical aún no han definido si se unirán a la coalición de Petro.

El analista político Johan Caldas, de la Universidad de la Sabana, dijo a The Associated Press que tanto los acuerdos “políticos para sacar adelante iniciativas, como la distribución de cargos terminó por hacer coaliciones mayoritarias”. Sin embargo, tendrá el reto de mantenerlas a lo largo de su gobierno.

Aunque se trata de un gobierno de izquierda, Petro ha dado cabida en el gabinete ministerial a más corrientes políticas y en el Congreso las mesas directivas también serán diversas e incluirán a los que se sumaron recientemente a la coalición.

“Es absolutamente natural que los partidos de gobierno, pues gobiernen, como en todas las democracias”, dijo a la AP el senador Roy Barreras rechazando que se trate de clientelismo político. Barreras es cercano a Petro y será el presidente del Senado según los acuerdos políticos a los que llegaron los partidos.

Para Barreras, las mayorías se consiguieron por la invitación de Petro a lograr un “acuerdo nacional” para entablar un diálogo con amplios sectores sociales, políticos y económicos.

En la oposición se situaron los partidos cristianos y el Centro Democrático, de corte conservador liderado por el expresidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), un férreo opositor político de Petro.

“Estamos sorprendidos porque hay partidos que nos son afines ideológicamente con lo que representa Petro y ahora los vemos como aliados”, dijo a la AP Jose Jaime Uzcátegui, representante del Centro Democrático, quien pide que el nuevo gobierno “respeten los derechos de la oposición”.

“Vamos a proteger a capa y espada la Constitución, el estatuto de la oposición y los intereses de la fuerza pública que consideramos sí se ven seriamente amenazados en este gobierno”, agregó Uzcátegui.

Aunque Colombia es un país presidencialista, dice el analista Caldas, su poder no es absoluto y “está limitado no solo por la ley, también por presiones de partidos políticos y las instituciones”.