Este domingo Colombia presenció la elección más extraña de toda su historia.
En un país que por décadas había sido calificado como el más conservador del hemisferio, una mayoría de alrededor del 70% de votantes desilusionados con el statu quo dieron no una, sino dos estocadas fulminantes a una tradición electoral que llevaba dos siglos eligiendo a un representante de "los mismos de siempre".
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La que se presagia como una muy disputada segunda ronda de las elecciones el 19 de junio enfrentará a Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, cuyos proyectos han ilusionado a la mayoría de los votantes en primera vuelta.
No tienen mucho en común, excepto que son la manifestación tangible de un voto "antisistema", de rechazo a muchos baluartes tradicionales de la política colombiana.
Un país que desde la época de Simón Bolívar y las guerras de independencia se jactaba de preferir el conservatismo moderado a los extremos en la política, este domingo voto por un líder izquierdista que promete una democratización económica radical del país.
Y por otro de derecha que anticipa una purificación profunda de la corrupción que, en su opinión, corroe a la democracia colombiana.
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El gran sacrificado de la jornada, por supuesto, es Federico "Fico" Gutiérrez, el candidato de la derechista coalición Equipo por Colombia, el representante del "establecimiento" y la política tradicional del país, quien quedó en tercer lugar este domingo, fuera de la carrera que determinara al próximo presidente.
Para que esta situación pasara en Colombia coincidieron este domingo tendencias de muy largo plazo que llevaban años carcomiendo la estabilidad del sistema político tradicional, con otras más inmediatas que precipitaron su colapso.
También se dieron tendencias de carácter global con otras de índole muy local. Todo hizo convergencia para desatar el huracán electoral experimentado este domingo.
El papel de la pandemia
En primer lugar, las instituciones colombianas diseñadas a partir de la Constitución de 1991 han tenido el objetivo explícito de incorporar diversidad social, étnica e ideológica a la vida política del país.
El mismo Gustavo Petro llego a la política luego de que la guerrilla izquierdista a la que perteneciera, el M-19, firmara un acuerdo de paz con el Estado colombiano hace 32 años, casi al tiempo que se proclamaba una de las constituciones más garantistas de la región.
Desde entonces, año tras año, se han venido rompiendo muchos tabúes que restringían la participación y la diversidad política en Colombia.
Petro apuesta como compañera de fórmula para la vicepresidencia por Francia Márquez, mujer, negra y activista medioambiental.
También hubo corrientes económicas globales muy fuertes que sacudieron la estabilidad del país, creando la situación propicia para un rechazo al status quo. Para no ir más lejos, la pandemia creó en 2020 y 2021 una crisis económica que dejó a millones en la pobreza o a las puertas.
"La pandemia creó una de las peores crisis de empleo en Colombia en más de un siglo", le dijo a BBC Mundo el catedrático colombiano y experto en economía laboral Juan Carlos Guataqui.
Pero entonces, ¿era inevitable este derrumbe de la tradición política colombiana que se observó el domingo? Muchos dirían que no. Además de los factores globales y de largo plazo también se dieron reacciones locales y coyunturales que determinaron el colapso.
El desgaste del presidente Duque y las protestas
Con su escaso respaldo público, el desgaste del gobierno del actual presidente colombiano Iván Duque, "con muy pocos resultados que mostrar", ayudo a acelerar el desprestigio del orden imperante y "aceleró la consolidación de estos movimientos independientes", le aseguro a BBC Mundo Mónica Pachón, politóloga y catedrática de la Universidad de los Andes.
El error político que cometió el entonces ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, de promover a comienzos de 2021 una reforma tributaria que amenazaba con más impuestos a una población sumergida en la desgracia de la pandemia ayudó a desencadenar el paro nacional de abril de ese año, las protestas más violentas que experimentó el país en casi medio siglo.
A su vez, la muerte de decenas de civiles en confrontaciones con las fuerzas de seguridad durante ese paro nacional contribuyeron a que muchos dijeran que no volverían a votar "por los de siempre".
En Cali, la ciudad que fue el epicentro de esos disturbios, los resultados de las recientes elecciones parlamentarias de marzo mostraron correlaciones fuertes entre los barrios donde más violencia se observó y el nivel de votación a favor de la oposición encabezada por Petro.
"Los resultados de las elecciones al Congreso muestran que Gustavo Petro [y su partido] fueron finalmente los que más rédito electoral le sacaron al paro de 2021 contra el gobierno de Iván Duque", dijo en un tuit del 22 de abril el portal colombiano de noticias La Silla Vacía.
También se dio el fracaso en la actual campaña presidencial de varios candidatos centristas moderados como Sergio Fajardo, Ingrid Betancur y Alejandro Gaviria, que en medio de disputas constantes entre ellos no lograron mostrar al votante una alternativa coherente y creíble.
En la noche de la elección, Fajardo dijo a la prensa de su país: "Quedó claro que Colombia quiere cambiar". Pero nunca pudo convencer a Colombia de que ese cambio pasaba por él o por su colegas moderados.
La caída del uribismo y las redes
Y por supuesto en el centro de la derrota del gobernante movimiento uribista está el aparente ocaso político de su líder máximo, el expresidente Álvaro Uribe. Luego de dos décadas de ser la personificación del establecimiento conservador de su país, el exmandatario pasó este ciclo electoral con relativa discreción y pocos creen ya que sea la figura política más poderosa del país.
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Ninguna de estas situaciones era inevitable. Al ocurrir todas a la vez hicieron que se acelerase la transición colombiana hacia una política más polarizada, evidenciada en los resultados electorales de este 29 de mayo.
Un último factor ayudo a hacer posible el revolcón electoral del domingo: la irrupción de las redes sociales como un factor determinante de la comunicación política en el país.
Por décadas muchos de los medios de comunicación tradicionales colombianos se preciaban de ser guardianes y protectores del orden institucional. Hoy han sido desplazados en relevancia política por las redes sociales, en donde muchos de sus influenciadores están lejos de tener un compromiso semejante con la tradición.
Como le dijo la periodista y analista política colombiana María Elvira Duzán a la BBC en abril pasado: "Es la primera vez en Colombia que estamos viendo un impacto semejante en términos de redes sociales [en las elecciones]".
La periodista indicaba entonces la habilidad de Petro y Hernández para movilizar al electorado usando plataformas como TikTok.
Irónicamente, fue el uribismo y el actual partido de gobierno, el Centro Democrático, el que hace unos años dio una primera gran lección de la utilidad política que podrían tener estas redes sociales durante su oposición férrea al proceso de paz con las FARC y al gobierno que lo respaldaba, el del entonces presidente Juan Manuel Santos.
Cuando estaba en la oposición, el uribismo fue muy efectivo en transmitir, vía redes sociales, un sentimiento de indignación en torno a las dudas y temores que generaba el proceso de paz.
En 2016, poco después de que la mayoría de los colombianos votaran NO en un referendo del proceso de paz con la guerrilla, al que se oponía el expresidente Uribe, uno de los dirigentes de su movimiento, Juan Carlos Vélez, le confesó a los diarios colombianos la efectiva estrategia de los mensajes que enviaba por redes sociales: "Estábamos buscando que la gente saliera a votar verraca [expresión coloquial colombiana para indicar "furiosa" o "enardecida"]".
Seis años más tarde, en 2022, los lugares se cambiaron. La oposición encabezada por Petro y Hernández fue la que hizo que se regara por las redes sociales ese sentimiento de indignación en contra del partido de gobierno y "los de siempre".
Rodolfo Hernández, ¿salvavidas del statu quo?
Para muchos en la clase dirigente colombiana no hay duda de que en la situación creada después de la elección del 29 de mayo Rodolfo Hernández es el candidato que promete salvarlos de la izquierda radical que le atribuyen a Petro sus críticos.
Este domingo no habían terminado de emitirse los primeros boletines electorales anunciando su ventaja sobre Fico Gutiérrez cuando ya muchas figuras del "establecimiento" se plegaban a Hernández.
En un tuit, la congresista y exaspirante presidencial del uribista partido Centro Democrático, María Fernanda Cabal, anunciaba: "El país necesita cambios, no el suicidio que ofrece Petro, pero sí autoridad, orden y la prosperidad que ofrece un empresario como el ingeniero Rodolfo Hernández".
Pero no está claro que ese candidato, un hombre de origen humilde que ha construido su imagen a partir calificar de corrupta a la clase política tradicional, esté listo para volverse un instrumento de ella.
"Hernández, al no participar en las coaliciones [de partidos políticos tradicionales en el actual proceso electoral], mostró que no le interesaba participar de esa política. A él lo invitaron a esas coaliciones y dijo que no", le dice Mónica Pachón a BBC Mundo.
Aunque, como recuerda Pachón, si Hernández termina ganando la presidencia, no tendrá ni un solo legislador representándolo formalmente en el Congreso nacional. Por lo que le será difícil gobernar sin alguna forma de respaldo de esa clase dirigente tradicional que hoy lo proclama como el último salvavidas en medio del espectacular naufragio de la dirigencia colombiana.
Sea cual sea el resultado del próximo 19 de junio, en Colombia acaba de cambiar el equilibrio del poder.
La clase dirigente más longeva del hemisferio, la misma que sobrevivió al paso de los siglos en esa nación sudamericana, ahora tendrá que acomodarse a un papel distinto e inevitablemente disminuido.