Brasilia, EFE
La organización Human Rights Watch (HRW) denunció 64 casos de torturas y violaciones a los derechos humanos ocurridos en Brasil durante los últimos cuatro años, en los que afirma que pueden estar implicados al menos 150 agentes de policía.
La denuncia consta en un comunicado enviado por el grupo de derechos humanos a la Presidencia de Brasil y al Congreso Nacional, el cual fue entregado también a diversos medios de comunicación.
Según HRW, los casos denunciados ocurrieron en los estados de Sao Paulo, Río de Janeiro, Espíritu Santo, Paraná y Bahía desde 2010 y en 40 se verificaron situaciones de tortura física, mientras que los 24 restantes consistían en tratamientos crueles, inhumanos y degradantes.
La nota afirma que uno de los métodos de tortura más habituales en comisarías y cárceles de Brasil es el uso de bolsas de plástico utilizadas para llevar a los detenidos al borde de la asfixia, pero también menciona descargas eléctricas o quemaduras realizadas con diversos instrumentos.
La mayoría de los casos denunciados ocurrieron durante el primer día de detención, por lo que insta al Congreso a aprobar con carácter de urgencia un proyecto de ley que propone que todo detenido sea puesto a disposición de un juez en un plazo máximo de 24 horas después de su captura.
Las denuncias de la organización fueron hechas públicas tres días después de que la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, anunciara la creación de un comité para prevenir la tortura en comisarías y cárceles, así como en centros psiquiátricos y geriátricos del país.
El comité estará integrado por 23 personas, once de ellas designadas por el Gobierno y doce por organismos civiles de derechos humanos, ellos se encargarán de recomendar medidas para erradicar la tortura y velar por el cumplimiento de esos principios.
Tras hacer el anuncio, Rousseff afirmó que la tortura es un cáncer que compromete a toda la sociedad y destruye los lazos de civilización.
"Una sociedad que tortura es una sociedad que se corroe por dentro, que se devora por dentro", afirmó Rousseff, quien conoció en persona la tortura en la década de los años 70, cuando pasó dos años presa por su activismo contra la dictadura militar que entonces gobernaba Brasil.