“La gente quiere trabajar”, asegura Javier Milei (53 años), el Presidente argentino que esta semana enfrentó el segundo paro general, en reclamo contra las reformas económicas y laborales de su gestión de cinco meses recién cumplidos. Para el mandatario, el primer libertario que gobierna Argentina, la medida de fuerza de los sindicatos —que el jueves de esta entrevista con “El Mercurio” convirtió a Buenos Aires, una capital de calles abarrotadas y alto tráfico, en una ciudad de escaso movimiento y poca actividad— fue un fracaso, porque a pesar de que los gremios lograron que parara el transporte, aun así, la gente, “en la medida de sus posibilidades, ha concurrido activamente a trabajar”.
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En su despacho de la Casa Rosada, donde trabaja martes y jueves —el resto de la semana lo hace desde la quinta presidencial de Olivos—, el tradicional sillón de Rivadavia, los muebles de estilo clásico, las largas cortinas que no permitían el paso de la luz solar y una chimenea chapada en madera, se mezclan con el toque personal del líder libertario: una foto del expresidente Menem, afiches más bien pequeños de Reagan y Thatcher, una kippa, una camiseta de la selección de fútbol argentina doblada y libros, incluyendo una de las ediciones de la tira cómica Gaturro, del caricaturista argentino Nik. “Somos muy amigos”, comenta el Presidente, que también tiene sobre su escritorio algunas figuras, como una propia con una motosierra, un símbolo de su campaña.
Milei se muestra tranquilo y afable, aunque durante la entrevista se entusiasma, muestra enojo con sus críticos, se apasiona al hablar de economía y se permite varias ironías. Parece un hombre más bien introvertido. Sentado en la cabecera de una larga mesa enfrente de su escritorio, deja el teléfono a un lado y lo apaga para que “no moleste”, pero mantiene dos cosas: un carpeta azul con el sello argentino y el estuche de sus anteojos.
“Yo soy un adicto al trabajo, así es que lo único que me importa es alcanzar los resultados. A mí me eligieron para bajar la inflación, para terminar con la inseguridad y volver a crecer. Y estamos derrotando la inflación, la seguridad volvió a la Argentina y ya estamos empezando a rebotar. Así es que, en el fondo, las cosas que me pusieron en mi job description las estoy cumpliendo”, comenta en esta larga conversación con “El Mercurio”.
—Se cumplieron cinco meses desde que usted asumió el mando de Argentina. ¿Ha sido más difícil gobernar de lo que usted pensaba?
No, para nada. De hecho, justamente una de las cosas que he señalado era que estaba preparado para gobernar con la máquina de impedir. De hecho, me tocó enfrentar la campaña más sucia y violenta que ha recibido una persona en el mundo, donde los periodistas jugaron un rol político muy fuerte y había un hostigamiento grosero hacia mi persona. Pero nuestro programa económico y nuestra política de seguridad están siendo profundamente exitosos, a pesar de las dificultades que genera artificialmente la política.
—Usted y el gobierno que encabeza llegaron al poder desde fuera de la política y criticando muy fuerte a la élite o lo que denominaba la casta. Se le sindica como un outsider. ¿Cómo definiría su gobierno?
Nosotros, efectivamente, somos outsiders, y de la manera más cruda y extrema. Porque muchas veces hay personas que consiguen cierta notoriedad pública y si bien provienen de fuera del sistema, son absorbidas por estructuras partidarias existentes. En el caso nuestro, no es solo que yo soy un outsider, sino que nunca había hecho política, nunca me interesó la política y para incorporarme tuve que hacer mi propia estructura.
—Esta semana se vivió una paralización de actividades convocada por las centrales sindicales. ¿Está todavía con paciencia suficiente Argentina para el programa de reformas que usted ha planteado? ¿Cuándo estima que este ajuste termine?
El paro fue un fracaso rotundo. A pesar de que lograron sumar en las filas sindicales que protestan al transporte, con lo cual le impiden a la gente ir a trabajar, a pesar de ello, la gente salió. De hecho, cerca del 70% estaba en contra del paro. Es una medida violenta, que no tiene nada que ver con un reclamo sindical. Es directamente una acción política en contra del gobierno. Miren lo curioso: el 64% de los paros que se han efectuado en Argentina han sido en contra de gobiernos no peronistas. Así es que a mí esto no me sorprende.
—¿Y respecto de la paciencia?
Es un punto muy importante, pero sería una cuestión válida si me dice que teníamos alguna alternativa al actual plan. Y el problema es que no la había. Porque la alternativa no era seguir con las políticas kirchneristas. Para que más o menos se dé un orden de magnitudes, cuando una economía tiene déficit gemelos por cuatro puntos del PBI, usted tiene una alerta amarilla. Con ocho está a punto de volar por los aires. Nosotros recibimos el país con 17 puntos del PBI, déficit gemelos. Y en este mismo contexto, se les debía a los importadores $50.000 millones de dólares. Las reservas internacionales netas eran $12.000 millones negativos. Había vencimientos en pesos por $91.000 millones. Había, además, $25.000 millones de vencimientos de deuda externa concentrada en organismos multilaterales, y el acuerdo con el Fondo estaba caído por el desbarajuste fiscal. La inflación, al momento que nosotros asumimos, ya venía corriendo a un ritmo del 7.500% anual. Y si usted toma el índice de mayoristas de diciembre, que estuvo en 54%, eso anualizado da 17.000. No había alternativa.
—Pero ¿por qué la vía del shock, con el enorme costo social que trae aparejado?
La evidencia empírica muestra que todos los programas de shock en Argentina, salvo el del 59, fueron exitosos. Y además, demuestra que todos los programas gradualistas terminaron mal. Pero, a su vez, si quisiera hacer gradualismo se necesitaría financiamiento, y Argentina tampoco lo tenía. De hecho, cuando nosotros asumimos, los bonos cotizaban al 18%. O sea, teníamos cerca de 2.900 de riesgo país. Por lo tanto, no había alternativa. Más allá de que yo soy un convencido de que esto tiene que ser hecho de shock.
—En ese sentido, ¿el programa del expresidente Macri fue un programa gradualista?
Justamente, el programa de Macri fue gradualismo. Además, nunca hizo el ajuste fiscal. El único que tuvo en ese período fue después del evento donde se enfrenta a una crisis, en el 2018.
—¿Y cómo se compara con su gobierno?
Nosotros hemos alcanzado el equilibrio financiero al mes de gestión. Con lo cual hicimos el ajuste por el equivalente de cinco puntos del PBI en un mes. Esto no solo es el más grande de la historia argentina, sino que es el más grande en la historia de la humanidad. No existe un registro de que alguien haya hecho semejante ajuste en esa cantidad de tiempo.
—Entonces, permítame volver sobre el punto de la paciencia de los argentinos y la capacidad para resistirlo. ¿Hasta cuándo?
Cuando se genera un aumento del ahorro y no tiene contrapartida de inversión, de situación por la que atravesaba Argentina, la consecuencia natural es que el nivel de actividad cae y, además, sube el desempleo y caen los salarios reales y ahí van a aumentar los pobres. Eso es cierto. Y nosotros lo tenemos claro, por eso desde el primer día se lo informamos a la gente y se lo aclaramos.
—¿Y qué pasa con su popularidad?
La contracara de lo anterior es que mi imagen no ha caído. Y es más, si nosotros hoy fuéramos a una elección, la ganamos. Sacaríamos el 53% de los votos. El hecho de haberle hablado siempre con la verdad a la gente nos da el crédito.
—Pero los últimos indicadores económicos que se han conocido no van en esa línea…
Están saliendo datos de febrero, marzo, y eso ya es la prehistoria económica. Pero cuando se observan indicadores adelantados se empieza a ver que la economía parece que encontró un piso entre marzo y abril y ya se está recuperando.
“Me tocó bailar con la más fea”
—Presidente, todo el panorama que pinta exige implementar un plan económico muy coordinado, pero al mismo tiempo muy complejo…
Acá se dice que me tocó bailar con la más fea. Y le puedo asegurar que la más fea es más linda que la que me tocó a mí.
—¿Hay algunos números con los que considere logrados los objetivos?
No creo en esa forma de hacer economía. Yo, a lo que estoy apuntando es a cerrar todos los grifos de emisión. Además, estamos trabajando en una reforma al sistema financiero con los bancos y la bolsa de comercio y, en paralelo, vamos a mandar una ley donde emitir dinero sea delito.
“Esto no es un detalle menor, porque si la emisión monetaria es un delito, el gobierno kirchnerista que me precedió emitió 28 puntos del PBI, y en el último año emitió 13 puntos del PBI”.
—Acaba de estar en EE.UU. con inversionistas, llamó a hacer de Argentina la nueva Roma del siglo 21. Un aspecto que se echa en falta son mayores definiciones respecto de su política de comercio exterior. ¿Le consultaron al respecto?
Siempre hemos señalado que haremos todo lo que podamos para que la economía argentina sea más abierta.
—¿Y cómo va a resolver la participación en Mercosur?
En la medida que no sea un obstáculo para una mayor apertura, vamos a seguir.
—¿Lo ha sido hasta ahora?
El Mercosur no ha cumplido sus objetivos. Se buscaba que fuera el mercado común del sur y es una unión aduanera que funciona de manera precaria y con mucho dirigismo por parte de los gobiernos.
—Se encuentra en plena tramitación la Ley Bases, que contiene una serie de aspectos clave para sus reformas. Fue aprobada por la Cámara y ya pasó al Senado. ¿Cuán importante es ese proyecto?
Tanto el DNU como la Ley Bases contienen reformas estructurales que miran hacia el largo plazo. Por lo tanto, se están generando elementos para que la economía crezca y podamos avanzar, a pesar de lo que haga la política para bloquearnos las leyes. No necesitamos esos proyectos en el corto plazo para crecer. Si no los sacamos ahora, los sacaremos en el 2025 con una Cámara de diputados y senadores con más proporción de la Libertad Avanza. Así es que si la política quiere bloquear, que lo haga. Los vamos a dejar en evidencia como los enemigos de los argentinos.
—¿Qué tan gravitantes son entonces?
—La reforma económica más importante que se hizo en la historia argentina fue la que hizo Menem en los 90. Solo la Ley Bases es cinco veces más grande que esa. Y si usted le suma el DNU, es ocho veces más grande. Y esto no representa ni el 20% de las reformas que tenemos diseñadas.
El presidente libertario ha marcado una diferencia con su antecesor también respecto de cómo se posiciona Argentina a nivel internacional. “Hemos declarado que nuestros aliados internacionales son EE.UU. e Israel”, comenta Milei. Agrega que “soy proclive a aliarme con aquellos países que ponen a la libertad en el centro de la escena”.
Muestra del nuevo enfoque fue la compra a Dinamarca de 24 cazas F-16 (de origen estadounidense), descartando otras opciones, incluyendo un avión chino.
—Más allá de los F-16, ¿cómo está colaborando Argentina con EE.UU. en temas de Defensa y sobre todo en el posicionamiento en el sur del país y la Antártica? Usted fue a Ushuaia a recibir a la jefa del comando sur de EE.UU. hace poco.
Sí, a ver, ahí hay un tema, primero que nosotros ya nos hemos presentado para ser parte de la OTAN. (…) Éramos aliados extra OTAN, ahora es una cosa mucho más involucrada. Después, EE.UU. colabora con nosotros, por ejemplo, ha enviado un guardacosta, para que se deje de depredar el mar argentino.
—Si bien usted dice que no cree en la confrontación, hay confrontaciones a nivel global. Una de esas, es la tensión entre EE.UU. y China por influir en América Latina. Ustedes acá tienen una base de satélites, entiendo, en el sur, que es de China y EE.UU. ha intentado acercarse mucho más a Argentina por ese mismo tema. ¿Cree que se puede administrar esa relación sin elegir un bando?
Esas cosas se resuelven con la verdad.
—¿Y cuál es esa verdad?
Presentar la información. Entonces usted presenta la información y se termina el conflicto. Eso para nosotros no representa un problema.
—Usted ha expresado simpatía o cercanía por Donald Trump, que hoy es el rival del actual Presidente (Joe Biden) para las elecciones de noviembre. ¿Usted cree que eso podría afectar la relación con EE.UU.?
Voy a ponerlo en estos términos. Mi relación es con EE.UU. independientemente que gane un demócrata o que gane un republicano. De hecho, yo tengo una excelente relación con el gobierno de Biden: han venido muchísimos funcionarios del gobierno de Biden a la Argentina. Y también es cierto que tengo una excelente relación con el Partido Republicano. Entonces, acá no importan mis preferencias, acá lo que importa son los intereses de los argentinos. Y el interés de los argentinos es que nosotros somos un aliado estratégico de EE.UU., independientemente de si gobiernan demócratas o republicanos, e independientemente de mis preferencias o si yo puedo ser amigo o no de alguien.
Apablaza: “La ley está para cumplirse”
—¿Cómo calificaría las relaciones con Chile? ¿Le acomoda entenderse con el presidente Boric, con quien claramente tiene diferencias ideológicas?
Ahí hay algo muy interesante. Cuando ganamos las elecciones, el Presidente Boric me llamó y aún reconociendo nuestras discrepancias ideológicas, ambos señalamos que lo más importante era el bienestar de los habitantes de nuestros países. Esto no es menor. (…) Y esto está por encima de las preferencias que uno pueda tener en términos ideológicos. A mí los argentinos me votaron para resolver los problemas, no para hacer una disputa ideológica en el barrio” (…).
—¿Qué garantías le puede dar Argentina a Chile respecto del abastecimiento de hidrocarburos que se ha retomado? Tuvimos problemas en el pasado.
Bueno, los tuvieron con un gobierno de izquierda, no con un gobierno liberal. Si usted se fija en mis discursos, siempre doy la definición de liberalismo del doctor Alberto Benegas Lynch hijo, que es nuestro máximo referente: “El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión, en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad”. Creemos que políticas como las que aplicó el gobierno anterior violentaban no solo la propiedad, sino la libertad. Y no adherimos a ese tipo de cuestiones.
—Aunque la extradición es una cuestión judicial, cuando estuvo la ministra Bullrich en Chile comentó que su gobierno tiene disposición a entregar a Galvarino Apablaza. ¿Qué mensaje busca enviar su gobierno?
Creemos que la ley está para cumplirse y nos vamos a apegar estrictamente, digamos, a la ley. Somos un gobierno que decimos “el que las hace, las paga”. Le voy a pasar un dato interesante: usted sabe que durante la campaña electoral, una de las personas con las que competí fue la doctora Bullrich, pero tenemos tanta afinidad que es parte de mi equipo.
“Y no solo eso, sino que en lo que tiene que ver con la doctrina de seguridad teníamos el mismo eslogan, ‘el que las hace, las paga’. Así es que no vas a encontrar diferencias entre la doctora Bullrich y yo en esto”.
Chile, como otros países de la región, está viviendo un aumento de la violencia por la presencia de bandas criminales transnacionales. Entiendo que en Argentina no está el Tren de Aragua, que actúa en Chile. ¿Temen el traspaso de ese tipo de bandas? Ustedes tienen su propio problema en Rosario.
Tenemos nuestros propios problemas. De hecho, estamos impulsando algunos cambios en la Ley de Seguridad, para que en determinados casos muy concretos puedan actuar las FF.AA. Porque eso requiere, al menos en Argentina, modificar el entramado legal para que en determinadas situaciones muy puntuales, las FF.AA. puedan colaborar con las fuerzas federales. Y justamente tiene que ver con el narcoterrorismo, con este tipo de cuestiones que sean cosas de escala internacional. (…) Ese tema lo tenemos muy presente (…).
Y sobre una posibilidad de convergencia con Chile en la Antártica, el Presidente argentino dice que, sin entrar en detalles, “en principio no buscamos conflicto con nadie, porque es parte de nuestra lógica, creemos en el principio de no agresión, entonces nosotros no tenemos un ánimo, digamos, confrontativo”.
Milei dice que el mejor ejemplo para ese espíritu es cómo su gobierno se ha planteado frente a Reino Unido respecto del Atlántico sur. “Nosotros reclamamos la soberanía de las islas, consideramos que las islas Malvinas son argentinas (…) y están siendo ocupadas por el Reino Unido. Y consideramos que eso se tiene que resolver por la vía diplomática, con el modelo que utilizó China en el caso de Hong Kong. ¿Entonces, se puede resolver? Bueno, va a demandar años, pero me parece valioso resolverlo por la vía diplomática. Y en algún momento puede haber una ventana para que se pueda hacer y en otros no. Digamos, si hoy no se puede hacer, hay otras cosas en las que podemos trabajar”.
“Voy a luchar por las ideas de la libertad en todo el mundo”
Consultado sobre el ambiente político en América Latina, Milei comenta que “grandes personalidades internacionales me reconocen como el máximo exponente de la libertad a nivel mundial”, y asegura que va “a luchar porque las ideas de la libertad avancen, no solo en Argentina, en todo el mundo”.
“Mi pelea por las ideas de la libertad es inclaudicable. (…) Ahora, eso no quiere decir que yo tenga que estar generando conflictos con los que piensan distinto”, subraya.
Y vuelve sobre su discurso en Davos hace algunos meses, al asegurar que “el mundo está en riesgo en materia de libertad”. “Todo el mundo ha tenido un giro hacia la izquierda (…). Occidente está en peligro, porque justamente se alejó de las ideas que generaron prosperidad”, recalca.
“La única izquierda buena es la de Messi, lo demás es todo descartable”, ironiza.
—¿Va a ir a Santiago con motivo de los 40 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad o está considerado que el presidente Boric venga a Buenos Aires?
Tenemos una agenda que en el último tiempo escaló mucho en términos de demanda. Si estuviera la posibilidad, me parece que es un buen hecho recordar eso. Ese tipo de cosas para mí son valiosas. Espero que la agenda de los dos nos permita un encuentro. De hecho, el diálogo que hemos tenido con el Presidente Boric ha sido muy positivo. Y además, él vino a mi asunción, se portó muy bien conmigo. Así que yo le diría que no tengo quejas respecto al Presidente Boric. Solamente pienso distinto, lo cual me parece que también es demostrar que uno es adulto, que sí, pensamos distinto, pero lo importante es el bienestar de nuestros pueblos.
—En relación con la lucha contra la inflación, no cabe duda que ha sido exitosa, pero hay quienes sostienen que eso se debería a la existencia de un cierto retraso cambiario. Esto implica que mientras esté contenida una potencial devaluación, el éxito sobre la inflación está asegurado, pero cuando haya que ajustar aquella variable se va a sentir un efecto muy fuerte en Argentina. ¿Comparte esa apreciación?
No, para mí esa apreciación es incorrecta. De hecho, en un hilo de tres tuits al respecto, he demostrado que esa posición no está bien fundada.
—¿Pero ha escuchado la observación, cierto?
Y también la he rebatido. Para que ocurriera lo que se plantea por algunos, tendríamos que estar al frente de ciertos escenarios que no se cumplen en Argentina. El país tendría que tener déficit fiscal, y eso no ocurre. Otra forma de que se pueda generar apreciación cambiaria es con emisión monetaria. La emisión monetaria en Argentina es cero. Es decir, a pesar de los pasivos remunerados y los puts que nos hacen aumentar la cantidad de dinero, y a pesar de que hemos comprado $15.000 millones de dólares, lo hemos absorbido tanto vía superávit fiscal como con colocación de bonos, lo que ha hecho que la base monetaria no se mueva. Por otra parte, si usted quiere tener un indicio de que existe un problema de apreciación cambiaria, tendría que tener brecha. Cuando se corrige por impuesto país, Argentina no tiene brecha. Si hubiera un problema de apreciación cambiaria, estaríamos vendiendo dólares. Nosotros compramos $15.000 millones. Y es más, si se fijan en la curva de futuros, cada vez está más parecida a la política monetaria diseñada por el Banco Central. Por lo tanto, no hay elementos que sustenten la hipótesis del atraso cambiario.