La muerte de un hombre negro que recibió una paliza de agentes de seguridad en un supermercado del grupo Carrefour en Porto Alegre desató protestas en distintas ciudades de Brasil este viernes y ensombreció la conmemoración del Día de la Conciencia Negra.
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Un millar de manifestantes marchó en el centro de Sao Paulo hasta una sucursal del mercado en el barrio Jardim Paulista. Una parte del grupo arrojó piedras contra la fachada de vidrio e invadió el establecimiento, destruyendo o incendiando mercadería, vitrinas y otras instalaciones, según constató un fotógrafo de la AFP.
“Ser negro en Brasil es que te roben tu humanidad y tus derechos, es no tener la oportunidad de ir y venir tranquilo, el sistema de seguridad te ve como acusado, incluso cuando eres una víctima”, dijo a la AFP Ricardo Fernandes, uno de los manifestantes que boicotearon una sucursal de Carrefour en Rio de Janeiro ocupando las cajas e impidiendo el funcionamiento normal del mercado.
La policía dispersó con gases y bombas de estruendo una protesta que se desarrollaba frente al supermercado donde ocurrió la muerte en Porto Alegre (Rio Grande do Sul, sur), según mostró la televisión local.
La escena que indignó al país ocurrió el jueves por la noche: en imágenes grabadas con celular por un testigo puede verse el momento en que Joao Alberto Silveira Freitas, un soldador de 40 años, es agredido a puñetazos por uno de los agentes mientras el otro lo mantiene inmovilizado.
Según relatos de la prensa local basados en testimonios de la Policía Militar, el hombre presuntamente amenazó a una trabajadora del supermercado, quien llamó a los agentes de seguridad que le propinaron la paliza a la salida del centro. Los servicios de emergencia intentaron reanimar al hombre, pero terminó muriendo en el lugar.
Los dos agresores fueron detenidos. Uno de ellos es policía militar en régimen temporal y trabaja en ese supermercado en su tiempo libre.
Un amigo de la víctima que presenció la paliza dijo al portal de noticias G1 que, mientras era golpeado, Silveira Freitas “gritó que no conseguía respirar”, una frase que evoca la muerte de George Floyd, un hombre negro que falleció asfixiado por un policía blanco en Minneapolis (Estados Unidos), un hecho que conmocionó al mundo y desató movilizaciones masivas.
El presidente y CEO del grupo francés Carrefour, Alexandre Bompard, afirmó por Twitter que pidió a la filial brasileña “total colaboración con la justicia” para aclarar los hechos “de este acto horrible”, además de una revisión interna sobre cómo entrenan a sus funcionarios en materia de “seguridad, respeto a la diversidad” y “repudio a la intolerancia”.
“Mis valores y los valores de Carrefour no consienten el racismo y violencia”, añadió Bompard.
La filial brasileña aseguró que tomará las “medidas pertinentes para responsabilizar a los implicados en este caso criminal” y que rompió el contrato con la empresa de seguridad.
Gobierno niega racismo estructural
En Brasil, “millones de personas negras continúan siendo víctimas de racismo, discriminación racial e intolerancia, incluyendo sus formas más crueles y violentas”, afirmó en un comunicado la representación de la ONU en Brasil, que pidió a las autoridades locales asegurar una investigación “rápida” y un “castigo adecuado a los responsables”.
El episodio sacudió el Día de la Conciencia Negra (jornada en homenaje al líder de la resistencia de los esclavos Zumbí de los Palmares) en un país que convive con un racismo estructural desde que se convirtió en el último de América en abolir la esclavitud, en 1888.
Más de la mitad de los 212 millones de brasileños son negros o mestizos y sufren elevados índices de violencia policial y callejera, pobreza y marginación social. Además, están escasamente representados en la política y en el ámbito empresarial.
Pero el actual gobierno ultraderechista no reconoce dicha situación.
El vicepresidente, Hamilton Mourao, dijo que el asesinato “lamentable” fue obra de “un agente de seguridad nada preparado para la actividad”, pero negó que se tratara de un hecho racista.
“En Brasil no existe el racismo. Eso es una cosa que quieren importar aquí a Brasil. Eso no existe aquí”, afirmó Mourao.
El presidente Jair Bolsonaro no mencionó la muerte de Silveira Freitas, pero afirmó por Twitter que los problemas del país “van más allá de cuestiones raciales” y que “el gran mal” de Brasil sigue siendo “la corrupción moral, social y política”.
“Como presidente, soy daltónico: todos son del mismo color. No existe un color [de piel] mejor que los demás. Existen hombres buenos y malos”, añadió Bolsonaro.
La filósofa Djamila Ribeiro, una de las voces contemporáneas más potentes de la lucha antirracista en Brasil, sostiene que “la naturalización y justificación de la muerte de personas negras fruto de la violencia está presente en los discursos políticos, jurídicos, empresariales y mediáticos”.
“Que este mes de la conciencia negra, frente a este asesinato brutal, sirva para que los sectores de la sociedad reflexionen sobre las consecuencias históricas del racismo”, defiende Ribeiro, en un comentario enviado a la AFP.
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