Una foto. Eso fue lo único que Juan Jiménez tuvo durante más de tres décadas para buscar a su hermano Jhonatan, quien fue raptado cuando tenía apenas tres años mientras jugaba con su hermano mayor, Alfonso, de siete años, en el jardín de su casa, ubicada en el barrio Minuto de Dios de Bogotá.
Juan, en ese entonces de cinco años, vio desde la ventana del segundo piso cómo un hombre se llevaba a su hermanito. El sujeto se llamaba Camilo Guzmán y trabajaba para su padrastro, quien era policía y el compañero sentimental de su madre, por lo que a Juan no le pareció extraño.
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Sin embargo, desde ese día su vida y la de su familia cambió para siempre, pues no se volvió a saber nada del paradero de Jhonatan.
La realidad en su casa, por otro lado, no fue nada sencilla. Su madre, Ana Jiménez, en aquel entonces tenía 22 años y ya tenía cuatro hijos: Alfonso, de 7 años; Juan, de 5; Jhonatan, de 3; y Andrés, de un año.
No sabía cómo actuar ante la compleja situación. Su pequeño hijo no tenía aún registro civil para reportarlo como desaparecido y temía hacer una denuncia ante las autoridades, pues su pareja era policía y un hombre violento, 30 años mayor que ella.
“Nosotros no teníamos una familia, nosotros convivíamos. Mi mamá tuvo su primer hijo a los 15 años, entonces creció en mucha ignorancia. A esa edad creo que muy pocas personas sabrán cómo ser mamá”, dijo Juan para EL TIEMPO.
El hermano de Jhonatan aseguró que creció con cientos de dudas, ya que nunca encontró respuestas en su casa de lo que había pasado con su hermanito aquel 25 de septiembre de 1987.
“Esto no se habló, fue un tema que nunca se tocó, no había esa comunicación. Lo que yo recuerdo es que mi mamá decía: ‘Algún día yo sé que él va a volver. Algún día Dios me va a permitir verlo de nuevo, va a venir y va a estar así todo apuesto, grande, y va a decir ‘hola, mamá’ “, rememoró.Sin embargo, desde que desapareció Jhonatan, Juan sintió en su corazón que su propósito era encontrarlo y llevárselo a su mamá de regreso, así las posibilidades parecieran nulas. “Encontrarlo a él era como encontrar una aguja en un pajar. Teníamos una foto, no teníamos más”, aseguró.
Pasaron los días, meses, años, pero Juan nunca perdió las esperanzas, pues estaba convencido de que algún día vería con sus ojos lo que por fe había creído.
Buscando el rastro de Camilo Guzmán
El siguiente recuerdo que tiene Juan sobre la desaparición de su hermano ocurrió a sus doce años, cuando Camilo Guzmán reapareció en su casa, y arrepentido admitió que se había llevado a Jhonatan.
“Él se pudo haber quedado callado, pero por lo menos se quitó ese cargo de conciencia de encima. Mi mamá me contó que él le dijo que estuviera tranquila porque el niño estaba bien, con una familia en Estados Unidos solvente económicamente, y que mi padrastro era quien le había dado la orden de hacerlo”, relató.
Desde entonces, Juan siempre tuvo el anhelo de viajar a Estados Unidos, pero hacerlo realidad cada vez se veía más lejano, pues le negaron la solicitud de visa tres veces. Mientras lograba obtener el documento, fue forjando su carrera como actor, y logró participar en varias telenovelas.
Fue solo hasta el 2007 cuando pudo finalmente radicarse en el país norteamericano, gracias a que empezó a trabajar en Telemundo. Aunque a nivel profesional estaba triunfando, aún no sabía cómo comenzar con la búsqueda de Jhonatan.
Todo cambió cuando, luego de cuatro años de vivir allí, conoció el código de vida del famoso actor Denzel Washington, quien en una entrevista aseguró que leía la Biblia todos los días, hábito que Juan replicó y que fue incrementando su fe cada día más.”Ahí es cuando aprendí que la fe viene a través de tomar acción”, explicó.
Comenzó a estudiar cine y a aprender inglés, con el propósito de algún día contar la historia de su vida. Mientras avanzaba en su carrera, empezó a viajar constantemente a Colombia en busca de respuestas sobre el paradero de su hermanito. Pensó en confrontar a su padrastro, pero no tenía mucha comunicación con él ya que tenía otra familia.
Después de que su padrastro murió, solo quedaba buscar a Camilo Guzmán. “Un día mi mamá encontró un papel en el que aparecía el nombre de él con su número de cédula y la inicial de su segundo apellido. Cuando me dio ese papel amarillento, viejo, yo pensé que me estaba acercando a encontrar a mi hermano”, afirmó Juan.
Con esa nueva pista, empezó a pedirles ayuda a sus amigos en busca de contactos que lo pudieran acercar al paradero de Guzmán, pero nadie consiguió nada. Un día tuvo la idea de buscar el número del documento en Google, algo que ya había intentado en varias ocasiones, pero esta vez, misteriosamente, logró encontrar una foto del hombre que había raptado a Jhonatan en Facebook, aunque el resultado no fue el esperado: Camilo Guzmán había muerto.
“Me dio mucha frustración saber que estaba tan cerca y que a la vez se derrumbaba todo porque él era el único que me podía dar información sobre qué ocurrió con mi hermano. Con él se murió el secreto, ese secreto se lo llevó a la tumba”, dijo Juan.
Pero no se rindió, y decidió ponerse en contacto con las hijas de Guzmán, quienes le habían dejado mensajes de condolencias a su padre en Facebook. “Yo tenía una foto de mi bautizo en la que aparecía Camilo, y ahí me surgió la idea de decirles que yo era hijo de él. Eso fue lo que se me ocurrió porque también me planteé la idea de que él fuera mi padre en algún momento, algo que aún estoy por confirmar”, recordó.
El 20 diciembre de 2017, Juan logró hablar con una de las hijas de Guzmán, Gisel, quien le contó que tenía otra foto de Jhonatan y que recordaba que un día habían llevado a un niño a su casa, diciendo que el pequeño no tenía hogar ya que su padre había decidido darlo en adopción.
Incluso, contó que una de las tías de la mujer se planteó adoptarlo, pero el niño de tres años en ese momento no tenía papeles. “Logré hablar con la tía, una señora muy amable que de tener el registro civil lo hubiera adoptado, pero no quería hacer nada incorrecto. Me dijo que Camilo se fue nuevamente con Jhonatan, y desde entonces no supo más”, relató Juan.
Promesas cumplidas
Después de hablar con Gisel Guzmán y ver una segunda foto de su hermano, Juan ya estaba planeando escribirles a los medios de comunicación y buscar a Jhonatan por todo el mundo.
“Yo no iba a parar por absolutamente nada, yo cada vez estaba más cerca (…) ya estaba escribiéndole a CNN y a punto de tener una reunión con alguien que se encarga de buscar personas por el mundo. Iba a poner papeles, anuncios, estaba listo para hacer todo eso”, recordó.
A pesar de que había pensado en muchas opciones para buscar a su hermano, no había contemplado una prueba de ADN hasta que, en 2018, recibió un correo de la compañía ‘My Heritage’, la cual estaba regalando kits de ADN gratis para las personas que estuvieran buscando un familiar. “Fue como un clic; de inmediato pensé en la historia de mi hermano y les escribí”, comentó.
Quedó seleccionado por la compañía y se realizó la prueba. “Fue la voz de Dios que me dijo: ‘Ahora vas a esperar. Porque donde quiera que él esté, él se va a hacer la prueba y te va a contactar’, y fue exactamente como ocurrió”, recordó.
El 2 de diciembre de 2019 fue el día del milagro. Juan recibió un mensaje de la compañía que decía lo siguiente: “¡Oye! Soy John, de 34 años y actualmente vivo en Noruega. Fui adoptado en un orfanato en Colombia a la edad de cuatro años. No tengo familia conocida, lo cual es parte de la razón por la que tomé este examen… El resultado sugiere que eres mi medio hermano, tío o sobrino, así que a menos que tú también seas adoptado, ¡parece que estoy muy cerca de encontrar más información sobre lo que me pasó en Colombia en los años 80!”.
Juan lo contactó, al principio con algunas dudas de que en verdad fuera su hermano. Pero a medida que fueron hablando e intercambiando fotos de su infancia, cada vez estaba más convencido de que se trataba de aquel pequeño niño que hace más de 30 años había visto por última vez.
Se reencontraron en persona el 2 de enero de 2020, en Noruega. “Ese momento en el que ya pude verlo cara a cara me dio tanto gozo, alegría, nostalgia. Dios cumple las promesas. Siempre estuve seguro de que lo iba a encontrar, con prueba de ADN o sin ella. La prueba de ADN fue el regalo que nos permitió que jóvenes pudiéramos tener más momentos juntos, porque pudo haber pasado cuando ya estuviéramos viejos”, recordó Juan.
En el país europeo, Jhonatan le relató detalles de su niñez y de cómo se había convertido en un exitoso abogado, mientras que Juan compartió sus sueños relacionados con el cine, su grande pasión. Precisamente, al encontrar a su hermano se revivió aquel anhelo que también lo había acompañado desde que empezó la búsqueda de su familiar: realizar una película contando su historia.
“Yo me gradué y encontré a mi hermano. Era como Dios diciéndome: ‘Ahora ve y haz la película, ahí está. Ya está todo lo más difícil que era encontrar a tu hermano’ “, comentó.
Desde entonces, Juan ha trabajado en una película y un documental, para contar el relato de su familia tanto en la realidad como en la ficción. Una de las escenas más importantes que ha filmado, sin duda alguna, es el reencuentro que tuvo Jhonatan con Ana, su madre, el 8 de enero de 2020 en Colombia.
El tan anhelado abrazo entre madre e hijo estuvo acompañado por una colorida chiva con música en vivo. Jhonatan caminó por una alfombra roja rodeado de globos, y viendo una enorme pancarta con su nombre que se encontraba en la calle donde 32 años atrás había sido raptado.
Para Juan fue una combinación de “muchos ingredientes”, pues tenía que atender sus roles de hermano e hijo, ayudando a que Jhonatan y Ana se comunicaran entre sí a pesar de la barrera del idioma, pero también cumplía un papel de director y productor para documentar de la mejor manera aquel memorable momento. Era el sueño de su vida: ver a su mamá dejando atrás la culpabilidad que la tuvo atada por tantos años.
Tres historias se vuelven una sola
En los últimos años, Jhonatan ha viajado varias veces a Colombia para seguir aprendiendo sobre su país natal; incluso, ya aprendió a hablar español.
Juan, por su lado, ha trabajado poco a poco en la producción, en la cual se ha retado no solo en lo profesional, sino también ha tenido que reabrir heridas del pasado. “Hay momentos en los que tienes que salirte de ti mismo para observarte y escuchar la historia, los hechos”, dijo.
Tú creces creyendo que ni siquiera tus propios papás te quisieron (…) En un país donde no pertenece tu rostro, tu cara, tu cuerpo. Es un dolor muy profundo.
Se ha confrontado con su relato desde distintas perspectivas. Principalmente, de las personas que estuvieron a su lado y, al igual que él, vivieron sus propias batallas.
Al hacerle preguntas difíciles a Ana, Juan comentó que se dio cuenta de “todo el miedo con el que tuvo que crecer. El miedo que paraliza, el miedo que te frena. Es una carga horrible que muchas personas todavía llevan”.
Alfonso, su hermano mayor, también abrió su corazón sobre la culpabilidad que sentía y “esa carga encima de él, ya que también vio (cuando se llevaron a su hermanito) y no dijo nada”.
Y, por supuesto, el ahora cineasta también se puso en los zapatos de Jhonatan, pues aunque él tuvo todas las comodidades, pasó su infancia creyendo que lo habían abandonado en la calle.
“Él creció con mucho rechazo, con una falta de identidad muy grande, porque cuando a ti te dicen: ‘Te adoptamos y en el orfanato nos dijeron que te encontraron tirado en la calle’, tú creces creyendo que ni siquiera tus propios papás te quisieron (…) En un país donde no pertenece tu rostro, tu cara, tu cuerpo. Es un dolor muy profundo”, aseguró Juan.
Eso sí. Juan, su mamá y sus tres hermanos se sienten agradecidos con la familia adoptiva de Jhonatan, pues sin importar cómo él llegó a su hogar, o si “pagaron dinero para adoptarlo”, ellos pensaron siempre en su bienestar y le dieron oportunidades que, tal vez, no hubiera tenido en Colombia. Es por eso que Ana está organizando un viaje en mayo para poder conocer a la familia adoptiva por primera vez.
Con estas realidades tan distintas que se juntaron, al cineasta ahora va a poder hacer otro sueño realidad: una película no lineal al mejor estilo de Alejandro González Iñárritu, pero con la diferencia de que en esta película los tres relatos terminan al final siendo uno.
“Ahora mi trabajo es ser muy sensible para poder contar el relato desde finales de los 80 en Colombia y en Noruega, y luego narrar lo sucedido en Estados Unidos. Una historia con tres países y tres personajes que no se conocen, pero que al final por un milagro se reúnen y lloran, ahora con lágrimas de felicidad”, explicó Juan.
Ser dueño de su propia historia
Una de sus metas con la película y el documental es seguir resolviendo el misterio de la desaparición de su hermano. “Necesito que el Gobierno me facilite toda la información posible. Cuando se fue de Colombia, Jhonatan tuvo que salir del aeropuerto. ¿Hacia dónde voló? ¿Cuál era la agencia de adopción? ¿Quién la manejaba? ¿Quién firmó la adopción de mi hermano? ¿Cómo él terminó en el orfanato? No lo sabemos y es algo a lo que quiero llegar”, manifestó Juan.
Su historia ha cobrado fuerza incluso en Noruega, pues el Gobierno de ese país inició desde noviembre del 2022 una investigación sobre las adopciones ilegales, después de que casos como el de Jhonatan se visibilizaran. Esto generó incluso que él recibiera llamadas intimidantes de una agencia que busca familias en el país europeo para dar en adopción a niños que han sido abandonados en otros lugares.
Jhonatan contó para el medio local ‘NRK’ que el presidente de esa compañía trató de “amordazarlo”: “No hubo una llamada telefónica de felicitación, sino un presidente enojado que quería saber cuál era mi motivo para hacer pública la historia”, añadió.
Es por eso que para Juan lo primordial es ser dueño de su propia historia, ya que a pesar de tener “conexiones para poder llegar lejos” no quiere que su mensaje de fe se tergiverse u oculte. “Dios es parte de la historia. Al principio querían enfocar todo al ADN y yo me tuve que batallar con eso a muerte, porque si sacas a Dios, sacas el ADN y sacas todo, no hay historia. Para mí Dios es protagonista”, dijo.
El cineasta está buscando apoyo para la película, pues todo lo ha financiado con sus propios recursos hasta el momento. Tiene la convicción de que llegará a ver un día su trabajo terminado en una sala de cine, así tarde “otros 32 años”.
“Necesito inversionistas que amen la historia, que la quieran contar más allá del dinero”, aseguró Juan, y añadió que quiere que su relato llegue a todo el mundo, no solo por el mensaje sino también para demostrar que en Colombia se pueden lograr muchas cosas de la mejor calidad.
“Todo lo que se hace en Colombia tiene un sabor diferente. Y esta es una oportunidad para hacer una película que no tiene la droga como protagonista. Yo quiero que con esta película se exporte fe de muy buena calidad. Una fe que es pura y que hace posible lo que parece imposible”, concluyó Juan.