(Foto: Reuters)
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En los últimos meses, todas las encuestas en Brasil han coincidido en una cosa: en tener al ex presidente , quien gobernó entre el 2003 y el 2010, a la cabeza de la intención de voto presidencial para las elecciones de octubre.


Pero este miércoles 24 una decisión judicial de segunda instancia, a cargo del Tribunal Regional de la Cuarta Región TRF4 (con sede en Porto Alegre), puede generar un remezón político en el país.

En julio del año pasado, el juez Sergio Moro condenó a Lula a nueve años y medio de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero en un caso ligado a la trama destapada de la compañía estatal Petrobras.

Si hasta ahora no ha pasado ni un día en la cárcel, es porque su defensa apeló y ello permite que espere en libertad su juicio en segunda instancia.

El TRF4 decidirá en tres días si ratifica la sentencia de Moro. ¿Si ocurre lo primero, se confinará ya mismo al ex gobernante en un penal? Pues no, un inmediato arresto está casi descartado, ya que todavía cabrán recursos judiciales.

(Foto: AFP)
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La eventual ratificación o aumento de la pena sí podría impedir la candidatura de Lula, aunque la última palabra la tendrá el Tribunal Electoral. Según los expertos, sin embargo, será difícil que este cuerpo colegiado le dé luz verde con una mochila de condenas en contra a la espalda.

Recordemos, además, que el histórico líder del Partido de los Trabajadores (PT) tiene en total siete causas abiertas con la justicia.

Juez se mantiene firme

Este panorama ha puesto en estado de hervor a los adeptos de Lula. Acaso la más extrema ha sido la mismísima presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, quien lanzó una frase perturbadora e inquietante [“Para detener a Lula, no solo van a tener que arrestar a mucha gente, van a tener que matar gente”], aunque 24 horas después la matizó diciendo que se refería al amor que los militantes sienten por el ex jefe de Estado.

Pero la preocupación por que la violencia se desate es real. A comienzos de esta semana, la Asociación de Jueces Federales de Brasil (Ajufe) denunció amenazas contra la integridad física de los tres magistrados que resolverán la situación de Lula, tanto en las redes sociales como en pintas y carteles callejeros.

(Foto: AP)
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Lejos de intimidarse por ello, Joao Pedro Gebran Neto –uno de los tres jueces– rechazó a mitad de semana un pedido para que el TRF4 escuche al acusado antes del juicio del miércoles. “La determinación de un nuevo interrogatorio exige el reconocimiento de eventual nulidad de la primera interpelación”, dijo. Y todo indica que la confianza en el primer interrogatorio es absoluta.

Un horizonte borrascoso

El PT, en tanto, está casi en pie de guerra. Desde hace diez días vienen sucediéndose actos de apoyo, con mayor o menor adhesión según la ciudad, a su líder con lemas como “Elección sin Lula es golpe” o “Democracia siempre, dictadura jamás”. Además, se han instalado cientos de comités populares “en defensa del derecho de Lula a participar en la carrera electoral”.

Para el mismo día del juicio, el partido ha convocado manifestaciones en las capitales de los 27 estados de la nación.

“Va a haber resistencia. No normalizamos una situación de prisión o de apartamiento político”, volvió a insistir Hoffmann hace dos días.

(Foto: Reuters)
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Lula, quien en principio aguardará el fallo en su domicilio en Sao Paulo, sigue envalentonado y se proclama víctima de una sarta de mentiras. “Ya probé mi inocencia, desafío a los jueces a probar mi culpabilidad”, dijo el martes último ante un auditorio de intelectuales en Río de Janeiro.

Desde Porto Alegre, donde hoy vive tras su abrupta salida del Palacio de Planalto, su discípula y sucesora Dilma Rousseff también ha tenido sentencias apocalípticas: “Cualquier gobierno que asuma, si lo hace tras maniobras para invalidar a candidatos como Lula, no conseguirá gobernar este país”.

Con este panorama tan cargado, no se antoja nada exagerado que el alcalde de Porto Alegre –donde funciona el TRF4– haya reclamado desde hace dos semanas el apoyo del ejército por temor a una invasión de militantes petistas en vísperas del día D.

ENTREVISTA​

Thiago de Aragao
Analista brasileño de riesgo político y director de Arko Advice

"“En el PT ya trabajan con la opción de que Lula no esté”

—¿Recibirá luz verde el ex presidente para competir en los comicios de octubre?
La posibilidad más grande es que Lula no pueda disputar las elecciones. La ley es muy clara y directa. El ex presidente no ha sido acusado de uno sino de varios delitos, es una situación bastante complicada.

—El PT se ha negado a dejar ver un plan B pese a la compleja situación de su líder histórico.
Todos los diputados o miembros del PT no dudan en público en decir que Lula va a estar en las elecciones, pero en la interna –y yo hablo muchísimo con ellos– todos ya están trabajando con la opción de que Lula no esté en la cédula.

—¿Si Lula es impedido, qué opción le queda al PT?
Ahí hay un gran problema. Cuando Lula acababa su presidencia, se hablaba de José Dirceu como su posible sucesor, pero hoy está preso por delitos ligados al Caso Petrobras. Después se habló de Antonio Palocci y José Genoino, que están en la cárcel y bajo arresto domiciliario, respectivamente. Casi todos los representantes de primer nivel del PT purgan prisión actualmente.

—¿Y entonces quién queda?
Creo que hay dos nombres que pueden asomar como plan B: Jaques Wagner, ex gobernador del estado de Bahía, y Fernando Haddad, ex alcalde de Sao Paulo. Sobre Wagner, sin embargo, han empezado ya a saltar denuncias e investigaciones sobre corrupción.

(Foto: AFP)
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—¿Sería entonces Haddad la opción viable?
En julio del año pasado, cuando ya se barajaba la posibilidad de que no pudiese postular, el mismo Lula señalaba que Haddad podría ser el candidato del PT en el 2018 y le aconsejó que saliera a la calle a difundir sus logros en educación, por ejemplo. El tema es que, en efecto, Haddad es aún muy débil electoralmente.

—¿Si el ex presidente pudiera postular daría como un hecho su victoria?
Pienso que no. Por más que en las encuestas figure por encima de los demás, el rechazo hacia su candidatura oscila entre el 50% y el 60% de la población. Es gente que no votará por Lula bajo ninguna circunstancia. Lula va a tener siempre entre el 25% y el 35% de votos, pero con eso no le alcanza en primera vuelta. Por eso es muy importante analizar el antivoto.

—Pero podría atraer a ese antivoto con un discurso ad hoc o más moderado...
Cuando ganó en el 2002, Lula tuvo un discurso más moderado, que atrajo a los votantes no tradicionales de la izquierda, pero en estos últimos dos años se ha mostrado muy radical. Eso lo fortalece entre quienes lo van a votar siempre, pero no capta nuevos adeptos. Su tour por el nordeste del país no fue el éxito que esperaba.

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