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México | 50 años después de la matanza de Tlatelolco sigue la impunidad
Jesus Osorio Calderon

Era otoño ese miércoles 2 de octubre de 1968. A las 5 de la tarde, el sol dejaba de iluminar la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, . En ese mismo instante, las bengalas que caían de un helicóptero daban inicio a uno de los capítulos más negros en la historia del país. Las balas que salían de los fusiles de los soldados provocaban la huida desesperada de los cientos de estudiantes que se habían reunido para un mitin en contra del autoritarismo del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.

Luego de ese miércoles sangriento, el 2 de octubre de 1968 sería recordado para siempre como el día de la matanza de Tlatelolco.

— Antes de la matanza —

Faltaban 10 días para celebrarse los Juegos Olímpicos de México 68. Los ojos del mundo iban a apuntar al país azteca y el presidente Gustavo Díaz Ordaz, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), había realizado los preparativos para recibir a las comitivas internacionales. Incluso, llegó a crear un grupo de policías especiales para esos juegos que llevaba el nombre de Batallón Olimpia.

El entusiasmo de Díaz Ordaz --quien gobernó México desde 1964 hasta 1970-- por presentar al mundo unos Juegos Olímpicos que transcurrieran con normalidad tenía un solo objetivo: limpiar la reputación de su Gobierno, que estaba acusado de autoritario y que era objeto de presión por parte de diversos sectores de la sociedad mexicana, disconformes con su gestión.

Gustavo Díaz Ordaz, presidente de México en 1968. (Creative Commons)
Gustavo Díaz Ordaz, presidente de México en 1968. (Creative Commons)

Un informe del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad de George Washington en Estados Unidos, en donde se habla sobre la matanza de Tlatelolco, documenta los días previos al 2 de octubre.

Según este, el 22 y 23 de julio, a casi tres meses del inicio de los Juegos Olímpicos, una pelea entre estudiantes dentro de una preparatoria en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dio inicio a una serie de protestas contra el Gobierno de Díaz Ordaz debido a que la policía ingresó a las instalaciones violando la autonomía universitaria.

Ese mismo informe señala que las manifestaciones contra el autoritarismo dejaron muertos, heridos y detenidos en calidad de presos políticos. Los militares, que fueron enviados por el presidente a las calles para mantener el orden, tomaron las universidades y expulsaron a los manifestantes. La indignación se expandió y ya no eran solo los estudiantes quienes protestaban, sino también familiares, amigos y profesores universitarios.

Aquí el informe:

La participación de Javier Barros Sierra, rector de la UNAM, en las protestas para exigir la salida del Ejército de las universidades llevó a que intelectuales, artistas y algunos policías inconformes se sumen a las manifestaciones.

"Hoy es un día de luto para la universidad; la autonomía está amenazada gravemente. La autonomía no es una idea abstracta, es un ejercicio responsable, que debe ser respetable y respetado por todos... La universidad es lo primero, permanezcamos unidos para defender, dentro y fuera de nuestra casa, las libertades de pensamiento, de reunión, de expresión y la más cara: nuestra autonomía, ¡Viva la UNAM! ¡Viva la Autonomía Universitaria!", cita el documento sobre el discurso de Javier Barros Sierra.

Así, el fatídico 2 de octubre de 1968, miles de estudiantes y ciudadanos que apoyaban la causa se dieron cita en la Plaza de las Tres Culturas para escuchar un mitin en el que participarían líderes estudiantiles que iban a anunciar un pliego petitorio para acabar con las protestas.

Eran 7 pedidos:

Familias enteras asistieron sin saber que ese día iba a ser recordado como la peor matanza de estudiantes que tuvo México en su historia moderna.

— Recuerdos de la matanza —

Adela González, una maestra de ceremonias que se encontraba en el tercer piso del edificio Chihuahua junto a los líderes estudiantiles, recuerda todo lo que sucedió hace 50 años.

Los manifestantes se encontraban alertas porque habían escuchado que "las cosas se iban a poner feas" debido a la alta presencia de militares cerca a la Plaza de las Tres Culturas.

Adela Gonzales, maestra de ceremonias que se encontraba en el tercer piso del edificio Chihuahua, junto a los líderes estudiantiles, el día que ocurrió la matanza de Tlatelolco. (Captura de Facebook)
Adela Gonzales, maestra de ceremonias que se encontraba en el tercer piso del edificio Chihuahua, junto a los líderes estudiantiles, el día que ocurrió la matanza de Tlatelolco. (Captura de Facebook)

"Levaba medicamentos para las casas de campaña armadas para los heridos y golpeados. Mi papá estaba en la comisión de maestros del politécnico, él me advirtió que había militares en la calle y que las cosas se podrían poner feas. Yo le dije que solo iba a entregar medicamentos y ya", le dice Adela González a El Comercio en comunicación telefónica desde México.

La Plaza de las Tres Culturas fue construida sobre las ruinas de la antigua ciudad azteca de Tlatelolco. Al frente de este sitio está la Iglesia Colonial de Santiago. Por otro lado, un edificio de la Cancillería mexicana. El edificio chihuahua cierra la plaza al Este.

Cuando Adela González entregó los medicamentos para los manifestantes heridos se enteró de que el comité había seleccionado a los oradores para el mitin. Ella había sido elegida para ser la maestra de ceremonias que acompañaría a los líderes en el tercer piso del edificio Chihuahua, que daba para la plaza, invitación que aceptó.

Minutos antes de que Adela subiera a ese edificio, ella les cuenta a sus amigos la advertencia de su padre pero esta pasó desapercibida en la conversación.

Casi cerca de las 5:00 p.m. el primer discurso se emite en medio de una multitud formada por estudiantes, profesores e incluso familias con menores de edad presentes. La plaza estaba llena.

"Cuando presento al segundo orador un helicóptero sobrevuela la plaza y lanza tres bengalas, dos de color verde y una roja. Inmediatamente después suenan balazos y la gente se desespera, yo grito con el micrófono que no corran porque son balas de salva. Me percato bien y veo cómo la gente caía al piso producto de los disparos", cuenta Adela González.

"Desde el tercer piso corrimos hasta el elevador, tocamos el botón y cuando se abren las puertas estas están repletas de hombres con metralletas y guantes blancos en una mano. Ahí nos dijeron 'para atrás hijos de la tal por cual'. Nosotros nos movimos con las manos en la cabeza. Nos obligaron a tirarnos al piso y mis compañeros gritaron "blanco Olimpia" y ellos, molestos, nos dicen: 'Se callan o los mandamos a la chingada'".

Adela Gonzales y sus compañeros fueron sorprendidos por hombres armados cuando intentaban bajar por los elevadores. (AP)
Adela Gonzales y sus compañeros fueron sorprendidos por hombres armados cuando intentaban bajar por los elevadores. (AP)

El grupo de detenidos es trasladado del edificio junto con Adela González. Ahí les quitaron todo lo que traían y los golpearon con suma violencia. Unos hombres cargaron a Adela dirigiéndola para algún lugar, que ella nunca sabrá, pero otro los detiene y les dice que "la necesitamos viva".

"Me aventaron a otro rincón, donde habían otras 5 personas".

Adela González fue trasladada a un hospital desde donde escapó gracias a que una mujer le dio valor y la motivó a fugarse.

Mientras Adela vivía ese infierno, la Plaza de las Tres Culturas parecía una zona devastada por una guerra. Durante la matanza, medios de comunicación que habían llegado días antes por las Olimpiadas captaron los minutos exactos del tiroteo.

Este es un video que muestra el preciso momento del ataque:

-Reconstruyendo la historia-

Muchos documentales y reportajes se han escrito desde entonces sobre la matanza. Sus testigos más cercanos han contado cómo vieron a sus compañeros y colegas morir frente a sus ojos.

La matanza duró horas. Cuando los primeros rayos del Sol iluminaron la plaza, los cuerpos habían desaparecido. El presidente mexicano dijo que los disparos se debieron a un enfrentamiento entre policías y estudiantes.

La morgue de la ciudad colapsó. Entre las víctimas había niños y mujeres.

Nunca nadie dio una cifra estimada de muertos. El Gobierno nunca explicó qué paso con los cientos de desaparecidos tras la matanza. Organizaciones de la sociedad creen que entre 200 y 300 personas desaparecieron ese día.

El presidente Díaz Ordaz siempre se desmarcó de la masacre. Uno de sus pronunciamientos más conocidos sobre esta tragedia fue el siguiente:

En todo este tiempo se ha intentado explicar quiénes son los responsables de las muertes. Algunos dicen que fue el ejército, otros señalan a la policía por su mala coordinación. El Batallón Olimpia también fue responsabilizado por la matanza, pues presuntamente habrían sido los hombres armados que usaban guantes blancos para diferenciarse del resto.

A pesar de ello, solo una persona ha sido condenada por la masacre de Tlatelolco: Luis Echevarría Álvarez, quien encabezaba la dirección federal de seguridad en ese tiempo, un órgano de inteligencia social y policial. Es la persona acusada directamente de haber organizado la masacre. Cumplía prisión domiciliaria pero ya fue liberado.

— 50 años después—

La matanza de Tlatelolco abrió provocó que esa generación de jóvenes apasionados por los movimientos sociales también se interesaran más por la política. Pero han pasado 50 años desde aquella masacre y no existen respuestas concretas sobre lo que les pasó a los cientos de desaparecidos en la Plaza de las Tres Culturas.

“El 2 de octubre de 1968 nos recuerda la falta de verdad en la que vivimos en este país. 50 años después tenemos muy poca información de lo que realmente pasó. ¿Por qué pasó? ¿Cuál es el número de personas detenidas y desaparecidas? Este es un capítulo oscuro en la historia reciente de nuestro país, es un capítulo carente de información y de voluntad por parte del Estado para revelar lo que realmente ocurrió. Revelar quiénes fueron los verdaderos responsables de la matanza de estudiantes”, dice a El Comercio Tania Reneaum, directora ejecutiva de Amnistía Internacional en México, entidad que nació en el país a partir de la desaparición de un estudiante que participaba de las protestas contra el autoritarismo del ex presidente Díaz Ordaz.

Tania Reneaum, directora ejecutiva de Amnistía Internacional en México. (Captura de video)
Tania Reneaum, directora ejecutiva de Amnistía Internacional en México. (Captura de video)

“La sección mexicana de Amnistía Internacional se fundó a partir de la violencia en contra de los estudiantes… Alicia Escalante de Sama fue la que impulsó la creación de Amnistía Internacional México después de que su hijo, estudiante en 1968 de la UNAM, desapareciera luego de ser detenido el 26 de julio”.

La masacre ha llevado a diversos profesionales a buscar una explicación a lo que pasó. Uno de ellos es el fotoperiodista mexicano Mario Gutiérrez, quien interesado en la matanza de Tlatelolco realizó un trabajo fotográfico sobre el enigmático edificio Chihuahua, el inmueble desde donde los líderes estudiantiles realizaron el mitin antes de la balacera.

“Recordar que hace 50 años el ejército intervino en un mitin de estudiantes, sindicalistas y obreros es importante. Los temas del 2 de octubre y los archivos del pasado reciente además me han interesado. En el 2006 mientras revisaba papeles en el Archivo General de la Nación me encontré con demasiada información ya publicada. En la búsqueda de algo nuevo pensé en acercarme a este edificio”, cuenta a El Comercio Mario Gutiérrez.

Cincuenta años después, el Gobierno entrante de Andrés Manuel López Obrador viene realizando importantes labores sobre la matanza. El sábado 29 de setiembre, AMLO prometió ante cientos de personas jamás usar las armas contra los estudiantes.

Para Tania Reneaum, de Amnistía Internacional México, “el Gobierno entrante ha dado señales de querer proporcionar la verdad”.

Andrés Manuel López Obrador, más conocido como AMLO, en la Plaza de las Tres Culturas. (AP)
Andrés Manuel López Obrador, más conocido como AMLO, en la Plaza de las Tres Culturas. (AP)

“Que se ponga al centro del debate a las víctimas, a los padres y madres que hasta hoy siguen buscando a sus hijos”, remarca.

Amnistía Internacional, además, da su punto de vista sobre la matanza en Tlatelolco:

“[La matanza] traza una ruta de profundo desprecio hacia las personas jóvenes. Se utilizó toda la violencia del Estado para controlar una manifestación y después lo trágico es que nunca se supo la verdad. 46 años después de la matanza de Tlatelolco le siguió Ayotzinapa, con estudiantes asesinados, al Estado como responsable y con muchas incógnitas”.

Han pasado 50 años y hay huellas que no se podrán de borrar. Las que Adela González, sobreviviente de la matanza, tuvo que superar junto a sus compañeros son parte de ellas.

“Desde esa fecha estoy más a la defensiva. Todos salimos con diferentes tipos de traumas y temores. Lo superamos. Algunos no. Algunos no pudieron continuar con sus carreras, otros se fueron a la guerrilla, otros se fueron a los sindicatos. Yo recibí tratamiento psicológico y psiquiátrico... Seguimos en lucha. Esto no se acabó".

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