El terremoto político causado en México por la desaparición de 43 estudiantes sigue teniendo fuertes réplicas.
La última fue la renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas al Partido de la Revolución Democrática (PRD, izquierda), el cual fundó en 1988.
Cuauhtémoc Cárdenas
Tres veces candidato a la Presidencia, Cárdenas es hijo del legendario presidente Lázaro Cárdenas -quien nacionalizó el petróleo en 1938- y una de las figuras más respetadas de la izquierda en México.
Aunque en su carta de renuncia el líder político de 80 años habla de desacuerdos que van "más allá (...) de las coyunturas actuales", pocos dudan que la gota que rebasó la copa es el manejo que el partido le dio al caso de la desaparición de los estudiantes.
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Tanto el arrestado alcalde de Iguala, José Luis Abarca -quien según las autoridades dio la orden de detener a los estudiantes- como el ex gobernador de Guerrero, Angel Aguirre Rivero, fueron elegidos a nombre del PRD.
Abarca no sólo gobernó -ahora se sabe- con corrupta y mortífera mano de hierro a Iguala durante dos años, sino que un importante sector del partido trató de mantener a toda costa en el poder a Aguirre Rivero cuando su posición era insostenible.
Cuahtémoc Cárdenas sintió el descontento en carne propia cuando, en una de las primeras marchas para exigir el retorno de los estudiantes, fue agredido de palabra y hecho por algunos de los manifestantes.
VASO DESBORDADO
El caso de los normalistas no sólo desbordó el vaso de Cuauhtémoc Cárdenas, sino el de muchos en México.
Como lo dijo a la BBC el historiador y analista Lorenzo Meyer: "Hace bastante que la sociedad mexicana empezó a dudar de su gobierno, de su clase política. Casi cada día hay un incidente, grande o chico, de corrupción, abuso del poder, impunidad".
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"Es la acumulación de problemas por parte de una clase política que los mexicanos ven como más interesada en su propio enriquecimiento y en sus carreras política individuales que en el bienestar de la nación", agregó.
La crisis es la peor que ha enfrentado el presidente Enrique Peña Nieto desde que asumió el poder, en diciembre del 2012 (algunos dicen que la peor de toda su carrera política).
Y el Movimiento de Renovación Nacional (Morena izquierda), el partido que era percibido como la verdadera oposición luego de que el PRD se uniera al pacto político convocado por Peña Nieto para impulsar sus reformas, también resultó salpicado.
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Además de las implicaciones personales de su líder, Andrés Manuel López Obrador (supuestamente se le entregó en 2012 un informe sobre las andanzas de Abarca), el precandidato de Morena a la gobernación de Guerrero era Lázaro Mazón, padrino político del ahora detenido exalcalde.
El único partido de importancia que no ha sido afectado es el Partido Acción Nacional (PAN, derecha) que sin embargo ha sufrido otros escándalos recientemente y salió muy golpeado y disminuido de la presidencia de Felipe Calderón.
Al menos desde 1994 -con el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el posterior asesinato de Luis Donaldo Colossio, candidato del PRI y casi seguro presidente- el país no vivía una crisis de tales proporciones.
CRISIS POLÍTICA
"Esta es una crisis no solamente de la izquierda, sino de la política, del sistema de partidos y de representación" asevera a BBC Mundo el analista y economista Jorge Alcocer.
Quizás por eso, ningún partido -y menos un líder- ha podido canalizar el descontento social manifestado en los últimos dos meses, que alcanzó su momento cúlmen el jueves pasado, cuando decenas de miles de personas marcharon por las calles de Ciudad de México para exigir justicia y respuestas por el caso de los normalistas desaparecidos.
¿Quién puede aglutinar ese descontento? "Ese aglutinamiento no hay que esperarlo por la vía partidista. Este es un movimiento de protesta social que desborda a los partidos políticos y veo imposible que alguno de los partidos de ahora, empezado por los de izquierda, pueda servir como canalizador de esa protesta", dice Alcocer.
Si no hay quien articule de una manera organizada las exigencias que se han cristalizado en torno a las protestas por los 43 jóvenes secuestrados -y probablemente asesinados- en Iguala, ¿se desvanecerá este movimiento como ocurrió con Occupy Wall Street o con el de "Que se vayan todos" de Argentina a principios de este siglo?
¿Surgirá un grupo como Podemos en España que -aunque por ahora sólo cuenta con intenciones de voto- parece reflejar los sentimientos del movimiento de los Indignados?
Son preguntas para el futuro. Por lo pronto, Alcocer cree que si este movimiento al menos puede obtener respuestas estatales -y no coyunturales- a algunos problemas que aquejan al país, su contribución será muy valiosa.
"Lo primero es que se esclarezca completamente el asunto de Ayotzinapa, pero también que se establezcan medidas que corrijan el rumbo. En ese sentido el movimiento, más allá de que no tenga líderes visibles, como colectivo social habrá dado una gran contribución al país, porque habrá provocado una reflexión de fondo y una autocrítica con respecto de lo que no está funcionando".
Desde presidencia se indicó que, este jueves, el presidente Enrique Peña Nieto hará un importante anuncio sobre seguridad y justicia. Ahí se empezará ver si realmente ya empezó un proceso de autocrítica.