Las mosqueteras, las cuatro senadoras que defienden a Dilma
Las mosqueteras, las cuatro senadoras que defienden a Dilma

Brasilia. Ocupan la primera línea del Senado y en los últimos meses han sido las paladines de la mandataria suspendida, , defendiéndola con vehemencia ante un Congreso que la empuja decididamente hacia su destitución.


Mujeres y de izquierdas, las senadoras Gleisi Hoffmann, Vanessa Grazziotin, Fátima Bezerra y Katia Abreu han actuado como las mosqueteras de Rousseff en una Cámara alta hostil a la mandataria, suspendida de sus funciones desde el pasado 12 de mayo.

En un Senado dominado por hombres, las legisladoras han insistido hasta la saciedad en la inocencia de Dilma Rousseff y han rebatido durante más de cuatro meses, desde que el proceso pasó a la Cámara alta, los argumentos proferidos por los acusadores de la mandataria suspendida.



Con la Constitución en una mano y el reglamento del Senado en la otra, las senadoras han recurrido sin cesar a la famosa "qestão de ordem" (cuestión de orden), una frase usada por los parlamentarios para suscitar dudas sobre la interpretación o aplicación del régimen aplicado en un caso concreto.

La solicitud de la "questão de ordem" ha dilatado muchas de las sesiones del juicio político contra Dilma Rousseff e incluso ha provocado irritación en algunos parlamentarios, que han acusado a las senadoras de entorpecer el proceso.

Ahora, con el juicio final a un paso de su conclusión, las senadoras continúan sin tirar la toalla y confían en poder revertir el resultado del proceso de destitución que definirá el destino político de la presidenta suspendida.



"Está siendo un proceso muy doloroso. Yo fue elegida con Dilma en el 2010, fui senadora, después fui al Gobierno y la conozco muy bien. Ha sido una alegría muy grande haber tenido a una mujer presidenta", dijo Hoffmann en declaraciones a Efe.

La senadora fue ministra de la Presidencia de Dilma Rousseff, la cartera más importante del Ejecutivo, y está casada con el también ex ministro Paulo Bernardo Silva, investigado por corrupción.

Hoffman, del Partido de los Trabajadores (PT), cree que el proceso contra Rousseff responde precisamente al hecho de ser mujer en un país en el que la "política no viste falda".



"La política en Brasil es misógina. Una mujer como Dilma, de izquierdas, que fue torturada, que no tiene marido y enfrenta las cosas de manera altiva y sin miedo ha impactado a la política brasileña", resaltó.

En la misma línea opina su colega Vanessa Grazziotin, del Partido Comunista Brasileño (PCdoB) y quien también ha ondeado la bandera de la defensa de la jefa de Estado suspendida.

Grazziotin consideró que la presencia de las mujeres en el proceso legislativo contra Dilma Rousseff ha sido "fundamental" y ha demostrado que las senadoras "son tan capaces como los hombres".

"Nosotros no somos mejores que ellos, pero tampoco peores, ni mucho menos", subrayó.



Entre Grazziotin y Hoffmann ocupa su asiento Katia Abreu, una íntima amiga y ex ministra de Rousseff, militante del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), del presidente interino Michel Temer.

Abreu ha sido una defensora denodada de Dilma Rousseff -que fue madrina en su boda- a pesar de las directrices de su partido, que saltó del barco gubernamental y ha articulado a favor de la salida de la jefa de Estado.

La senadora cree que los alegatos presentados la víspera por la presidenta suspendida "cerraron con llave de oro" el proceso iniciado el pasado diciembre contra la mandataria.

"La presidenta demostró que sabe de lo que habla. Los senadores mostraron admiración y sepultamos la idea de que la presidenta cometió un crimen", sostuvo Abreu en una entrevista a Efe.



Abreu "no piensa" en cual será su desenlace con el PMDB una vez termine el juicio político y aseguró que ahora está centrada en el futuro de la democracia.

"Mi objetivo es conseguir que la democracia no sea usurpada y no se cometa un golpe. La cuestión partidaria está ahora en un segundo plano", concluyó.

Fátima Bezerra, del PT, ha sido otra de las voces que ha sonado con fuerza en el Senado para denunciar lo que la izquierda, y la propia Dilma Rousseff, considera un "golpe de Estado" de guante blanco que ha "despreciado la soberanía popular". 

Fuente: EFE

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