Amigos y familiares rindieron homenaje en el Park Way a Rodrigo Monsalve y Nathalia Jiménez. (Foto: Sebastian Ramírez, El Tiempo, GDA).
Amigos y familiares rindieron homenaje en el Park Way a Rodrigo Monsalve y Nathalia Jiménez. (Foto: Sebastian Ramírez, El Tiempo, GDA).
El Tiempo de Colombia / GDA

Nathalia Jiménez y Rodrigo Monsalve querían casarse desde hacía tiempo; después de todo, llevaban 15 años juntos. El 14 de diciembre de este año celebraron su matrimonio, y pensaban irse de luna de miel el viernes pasado, pero fueron interceptados por delincuentes que los asesinaron. Sucedió en .

Eran bogotanos y se conocieron mientras estudiaban Antropología en la Universidad Nacional. Ambos se decantaron por disciplinas distintas. Rodrigo, que tenía un gusto especial por la música, se convirtió en DJ y hacía mezclas desde muy joven. “Yo creo que él era el DJ más conocido de Santa Marta”, cuenta uno de sus amigos cercanos. Tenía en su casa un estudio que había mandado insonorizar para no molestar a los vecinos.

Nathalia, por su parte, se encaminó por el trabajo con el medio ambiente. Estudió Ecología en la Universidad Javeriana e hizo una maestría en Desarrollo de Proyectos de Ecología en España. Actualmente trabajaba con la Fundación Natura. Lideraba un proyecto denominado ‘Magdalena-Cauca vive’, enfocado en la conservación ecológica del río Magdalena.

Allí se dedicaba a sensibilizar a las comunidades acerca de sus propios territorios. “Era una persona con un carisma impresionante. Siempre fue una persona alegre. Tenía buen sentido del humor, siempre nos hacía reír mucho. Tenía buena disposición de enseñar, y en las comunidades la querían mucho”, dice Eliana Garzón, jefa de comunicaciones de Natura, que conoció a Nathalia.

Una de las facetas de la pareja era el amor incondicional por los animales. Tenían ocho perros y tres gatos. “Todos los habían recogido de la calle, y algunos tenían discapacidades. Eran como sus hijos. Se la pasaban para arriba y para abajo con sus animales”, cuenta un amigo cercano.

Según sus conocidos, ellos nunca los habían dejado solos, excepto por el viaje que planeaban hacer a Palomino para su luna de miel. La mamá de Nathalia, que vivía con ellos, también estaba de viaje, por lo cual debieron conseguir una persona para que cuidara su docena de mascotas.

La pareja no tenía muchos familiares en Santa Marta. “Los allegados de ella éramos los amigos cachacos [oriundos] que vivimos aquí”, cuenta un vecino que vivió cinco años cerca de ellos. Quienes los conocieron dicen que eran personas muy tranquilas. Por eso les resulta complejo darle una explicación lógica a su brutal asesinato.

Aunque algunas personas han arrojado conjeturas acerca de la relación entre el trabajo medioambiental de Nathalia y el crimen, sus compañeros en Natura las han desmentido. “Lo que sucedió no tiene absolutamente nada que ver con su trabajo. Los trabajos que ella venía apoyando tenían muchos años y no podrían molestar los intereses de alguien. El papel de ella era capacitar y acompañar los procesos de las comunidades, que venían con una declaratoria de área protegida. Ni la Fundación Natura ni ella recibieron amenazas”, explica Eliana Camacho.

Los familiares y amigos afirman que eran buenos vecinos, buenos profesionales y amigos con gran calidad humana. “Incluso, ellos nos presentaron cuando éramos más jóvenes, y fue así como nos conocimos y empezamos a salir”, cuenta una pareja de amigos que los conocieron en la universidad.

En la noche de este lunes, en el Park Way, amigos y familiares se congregaron para homenajearlos. Imprimieron una foto de la pareja. A sus pies encendieron velas de colores y dejaron flores blancas.

Amigos y familiares rindieron homenaje en el Park Way a Rodrigo Monsalve y Nathalia Jiménez. (Foto: Sebastián Ramírez, El Tiempo, GDA).
Amigos y familiares rindieron homenaje en el Park Way a Rodrigo Monsalve y Nathalia Jiménez. (Foto: Sebastián Ramírez, El Tiempo, GDA).

Uno de los amigos de Rodrigo trajo un parlante, y en él reprodujeron una mezcla de música electrónica que él le compuso a Nathalia en vida. Sonó una y otra vez, acompañada solo por el llanto de quienes los conocieron. El homenaje incluyó un mantra de yoga que uno de sus amigos dirigió y que los asistentes repitieron con reverencia.

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