“Aún tiene a todo un país secuestrado”: ¿Cómo la oposición de Nicaragua renueva su desafío a Ortega?

MIRA: “Es una sensación agridulce porque los presos políticos no han sido liberados, sino desterrados de Nicaragua”

El régimen de Ortega liberó sorpresivamente a 222 presos políticos y los expulsó de Nicaragua rumbo a Estados Unidos. Los excarcelados –entre quienes hay siete antiguos aspirantes a la presidencia, líderes estudiantiles, sacerdotes, periodistas y hasta antiguos aliados del gobierno– se enteraron de que habían recuperado su libertad y que fueron desterrados en las puertas del avión que los llevó al país norteamericano.

Un día después de su liberación, los excarcelados aseguraron que, pese a su dura estadía en prisión, tienen más ganas que nunca de pelear para recuperar la democracia en su atribulada nación. Ellos fueron puestos tras las rejas durante la represión a la disidencia en los últimos años.

Buena parte de los presos políticos habían sido sentenciados en los últimos dos años a penas de prisión bastante largas. Algunos tenían poco contacto entre ellos y ni siquiera podían ver la luz del sol.

“Hay un sentimiento de parte de los que estuvimos presos de continuar esta lucha”, dijo Chamorro en una rueda de prensa virtual. “No vamos a descansar en ningún momento hasta que no veamos a una Nicaragua que tenga justicia y libertad”, lo secundó el también precandidato Félix Maradiaga.

Ambos se reunieron ayer con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, en Washington.

Incertidumbre

Aunque algunos han revelado a la prensa el infierno y las torturas que vivieron en prisión, la mayoría de los liberados aún no ha hablado públicamente. Muchos pernoctan en un hotel que el Gobierno Estadounidense les ha cedido por unos días.

Para ellos, el cambio de cárcel por destierro vino acompañado de otro golpe. El régimen orteguista les quitó la nacionalidad “por traición a la patria”.

Estados Unidos concedió a los presos liberados un permiso humanitario para vivir y trabajar en el país por dos años. España, en tanto, les ha ofrecido la nacionalidad española, una propuesta que está siendo evaluada con optimismo por muchos de los excarcelados.

La exprisionera política Irlanda Jerez afirmó que más de la mitad de los presos políticos liberados son “personas humildes que no tienen a nadie” en Estados Unidos.

En Nicaragua, la alegría por la suerte de los presos políticos se mezcla con la desazón. “Hay muchas personas contentas en las redes sociales porque los presos políticos ya no están encerrados en jaulas, aunque lamentan el destierro ejecutado por el régimen de Ortega y su esposa Rosario Murillo”, dice desde Nicaragua un periodista independiente que prefiere no revelar su nombre para evitar represalias.

La pregunta que más se repite –también fuera del país– es qué pretende Ortega con la excarcelación de los presos políticos. Meses atrás, el mandatario dijo que si tanto reclamaba Estados Unidos por los opositores encarcelados, pues debería llevárselos, y al final se concretó.

El periodista nicaragüense citado líneas arriba afirma que se intuye que hay una puerta abierta a la negociación, pese a que Estados Unidos dijo que la liberación de los presos políticos se ejecutó de forma unilateral.

“La puerta ya está abierta. De qué forma van a desarrollar algún acercamiento es lo que desconocemos. Aquí siempre se decía que, si el régimen liberaba a presos políticos, seguramente se iban a quedar los reos de más peso político, como Juan Sebastián Chamorro, pero no ha sido así, se fueron todos. No se sabe mucho sobre lo que va a ocurrir”, apunta.

¿Estrategia?

El analista nicaragüense y exdiputado opositor exiliado en Costa Rica Eliseo Núñez hace hincapié en que en los últimos meses el mayor reclamo que se le hacía a Ortega era el estado de los presos políticos.

“Ortega está apostando a que después de liberar a los opositores la comunidad internacional meta el tema de Nicaragua en el congelador, en el olvido, y él pueda básicamente continuar con su régimen”, dice a este Diario.

Considera, además, que crear el destierro como pena para un delito y sacarlos el país es una “radicalización” del régimen. “Lo que en apariencia es una flexibilización en realidad es un endurecimiento de su postura. Ortega está diciendo que todos los que se oponen a él van fuera y no quiere saber de ninguno de ellos en el país. La apuesta es que se baje la visibilidad del tema Nicaragua”, agrega.

Por lo pronto, Ortega ha respondido a las especulaciones asegurando que no le está pidiendo a Estados Unidos que levante las sanciones a funcionarios de su régimen. “No estamos pidiendo nada a cambio”, dijo en un acto transmitido por cadena nacional, en el que celebró que ahora en Nicaragua no quedan “golpistas, terroristas ni mercenarios”.

¿Sin presos de alto vuelo, qué le queda a Ortega para negociar? “Aún tiene a todo un país secuestrado”, recuerda Núñez.