La treintena de opositores que han sido detenidos en Nicaragua, cinco de ellos en las últimas horas, son la prueba de que Daniel Ortega no planea frenar sus maniobras de persecución. Entre los arrestados ya hay seis precandidatos que planeaban disputar la presidencia en los comicios de noviembre.
El asedio a sus rivales escaló con el arresto la noche del lunes de los líderes campesinos Medardo Mairena -quien pretendía buscar el poder- Pedro Mena y Freddy Navas. También fueron encarcelados los dirigentes estudiantiles Max Jerez y Lesther Alemán, quien increpó a Ortega, durante el inicio de un fallido diálogo nacional para superar la crisis política hace tres años.
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Los arrestos que tienen lugar desde el 28 de mayo, y en momentos en que Ortega aspira un cuarto mandato consecutivo, han provocado una ola de rechazo en Europa y Estados Unidos, así como de organismos internacionales.
La Policía detalló que los opositores detenidos son investigados por supuestamente violar la “Ley de Defensa de los Derechos del pueblo a la Independencia, la Soberanía y Autodeterminación para la Paz”, cuyos delitos son considerados “traición a la patria”.
El Comercio conversó con José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch (HRW), quien ha afirmado que urge redoblar la presión internacional para frenar a Ortega ante la “brutal arremetida” contra sus críticos.
—¿Hasta dónde cree que pretende llegar el régimen de Ortega para quedarse en el poder?
La reciente escalada de detenciones arbitrarias deja en evidencia que el sátrapa de Ortega está dispuesto a todo con tal de aferrarse indefinidamente al poder. Sin embargo quiere construir una fachada de legitimidad democrática y por ello mantiene el calendario electoral pero con candidato único o, eventualmente, contra un títere que él pueda fácilmente derrotar. Nicaragua entró derechamente en una etapa de mayor terror y ejercicio del poder absoluto.
Sigue la brutal arremetida contra críticos en Nicaragua.
— José Miguel Vivanco (@JMVivancoHRW) July 6, 2021
Anoche detuvieron a Medardo Mairena (sexto candidato a Pdte detenido en las últimas semanas).
Además, detuvieron a tres líderes campesinos y dos estudiantiles.
Urge redoblar la presión internacional para frenar a Ortega.
—Con ya seis precandidatos detenidos. ¿Cómo queda y cómo está en este momento la oposición de Nicaragua?
El régimen decapitó al liderazgo de oposición. Las principales figuras políticas opositoras al régimen están incomunicados, la mayoría en El Chipote (un centro de detención reconocido por las torturas y tratos crueles) bajo cargos fabricados por el régimen. La oposición está completamente desarticulada.
—Entre los nuevos detenidos están los dirigentes estudiantiles Lesther Alemán y Max Jerez. ¿Qué busca el régimen con los arrestos en estos casos?
Se trata de una amenaza explícita y descarada: el régimen va contra cualquiera que tenga una voz crítica y se atreva a expresarla. Es el caso de Lesther Alemán y Max Jerez, ambos activos líderes estudiantiles, que han manifestado públicamente su rechazo a los abusos de la dictadura, y que representan a un importante sector que ha sido fuertemente reprimido desde el inicio de las protestas en el 2018.
—¿Cómo agrava la tensión entre el Gobierno de Daniel Ortega y Estados Unidos y diversos organismos como la ONU, que han pedido la liberación de los opositores?
Es fundamental que la comunidad internacional adquiera un rol activo y comprometido frente a la situación política y humanitaria que vive Nicaragua. Pero además de declaraciones, los organismos internacionales y los gobiernos comprometidos con la paz y la estabilidad en la región, deben tomar medidas concretas para redoblar la presión sobre la dictadura y subirle el precio a estas aberraciones.
Por ejemplo, el Secretario General António Guterres debería invocar el artículo 99 de la Carta de Naciones Unidas y llevar esta cuestión al Consejo de Seguridad de la ONU. Adoptar esta medida no solo se justifica por la oleada represiva, sino también por el efecto de la crisis política y social en materia migratoria para la región.
Por último, si Ortega se sale con la suya se estaría normalizando una práctica dictatorial propia de los setentas y eso podría estimular a otros autócratas a imponer la misma fórmula.
—¿Cómo definiría la estrategia del gobierno de Ortega?
El arresto de prominentes adversarios políticos y críticos y su procesamiento arbitrario, no es más que la estrategia grotesca que diseñó Ortega para sacar del juego electoral a su competencia.
Las recientes detenciones de líderes campesinos y estudiantes demuestran que Ortega está diversificando la represión para controlar, a través del miedo, a todos los sectores críticos de la sociedad.
—¿Es posible una solución desde adentro? ¿Qué salida ve viable para esta crisis?
Dadas las circunstancias actuales, considero muy difícil una solución interna. El régimen controla todos los poderes del estado, incluyendo el legislativo, el Ministerio Público, el Poder Judicial, el Consejo Supremo Electoral, y las fuerzas de seguridad. En este escenario, es esencial una respuesta concertada, inteligente, y determinante de la comunidad internacional. La OEA, por ejemplo, debe advertir al régimen que si no corrige y revierte sus prácticas represivas, Ortega arriesga ser suspendido de este organismo y tratado como un paria a nivel regional.
Por su parte, los gobiernos democráticos de la región, incluyendo Estados Unidos, Canadá, así como la Unión Europea deben expandir las sanciones individuales a altos funcionarios del gobierno.
—¿A este punto, cómo evalúa el escenario de cara a las elecciones presidenciales de noviembre?
Todo indica que Ortega continuará cerrando brutalmente los espacios de disenso. Seguramente avancen los juicios contra quienes están actualmente arbitrariamente detenidos, sin debido proceso y sin derecho a la defensa.
Bajo este escenario, y junto con la adopción de varias leyes y reformas represivas que socavan el Estado de derecho y restringen la participación de la oposición, las posibilidades de comicios libres, competitivos, transparentes y justos son nulas.
—¿Es Nicaragua una dictadura?
Absolutamente. No hay instituciones independientes capaces de frenar estos abusos ni la posibilidad de una alternancia creíble del poder mediante elecciones democráticas.
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