El cura Nicolás Parma fue condenado este miércoles a 17 años de prisión por un tribunal de Argentina que lo encontró culpable de abuso sexual a dos seminaristas en la parroquia de un pueblo al sur del país.
Los hechos juzgados ocurrieron entre 2009 y 2012 en la parroquia Exaltación de la Cruz en Puerto Santa Cruz, a 250 kilómetros de Río Gallegos (2.500 km al sur de Buenos Aires) y donde se realizó el juicio.
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Parma es el segundo sacerdote de la Congregación de “Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista” sentenciado por abuso sexual después de que su fundador, Agustín Rosa Torino, fuera condenado en julio pasado a 12 años de cárcel por la justicia de Salta (norte).
La Cámara Oral Penal consideró a Parma autor penalmente responsable de “abuso sexual simple doblemente agravado por haber sido cometido por un ministro de culto, encargado de la educación y guarda de menor conviviente” y de “abuso sexual gravemente ultrajante doblemente agravado por haber sido cometido en la modalidad continuada” contra otro menor, según el fallo.
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El acusado que cumple prisión preventiva desde 2018 en la comisaría de Puerto Santa Cruz, siguió la audiencia en forma remota. Su abogado, Cristian Ariel, anticipó que apelará la sentencia.
Las víctimas Yair Gyurkovitz y Jonatan Alustiza escucharon la sentencia desde sus lugares de residencia en Cafayate, Salta (norte) y Pergamino (centro).
Según su propio relato, Alustiza tenía 14 años cuando en marzo de 2009 llegó desde Pergamino a Puerto Santa Cruz en la búsqueda de su vocación religiosa. Vivía en la casa junto a la parroquia junto a Parma y otro hombre.
“Ese mismo año empezaron los abusos, pero no podía hablar con nadie. No tenía ni teléfono ni dinero y teníamos prohibido contar lo que pasaba dentro de la congregación”, contó Alustiza al diario La Nación.
Al año siguiente comenzaron a llegar otros adolescentes y llegaron a ser 13 a cargo de Parma.
“El otro denunciante y yo somos las caras visibles de la denuncia, pero estoy seguro que hubo más menores abusados. Vivimos un horror en ese lugar. Éramos presos moralmente, no podíamos pensar, era imposible irte, yo empecé a pensar en el suicidio”, dijo el joven, hoy de 26 años.
En 2012, con el secundario terminado, Jonatan fue trasladado a Salta para ingresar al noviciado. Allí le contó los abusos a los que había sido sometido por parte de Parma al fundador de la Congregación, Rosa Torino, quien le pidió que perdone y olvide ya que solo era “una debilidad del hermano”, contó. Torino, quien también abusó de él, fue condenado en otro juicio en Salta.
Alustiza se escapó y desde afuera logró que le devolvieran sus documentos y regresar a casa. Pasaron varios años hasta que pudo denunciarlos ante la justicia.
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