La noche de este viernes 12 de enero, al menos seis presos se fugaron de la Penitenciaría del Litoral, la cárcel más grande y poblada de Ecuador, en medio de una crisis carcelaria donde se registran motines en otras seis prisiones con más de 150 funcionarios tomados como rehenes.
Dos de los seis reos fugados fueron recapturados en los alrededores de la prisión, situada en la portuaria ciudad de Guayaquil, según reportó la Policía Nacional a través de sus canales oficiales.
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De acuerdo a reportes policiales, la fuga se dio por la parte trasera de la cárcel, la principal del complejo carcelario de la costera provincia de Guayas, compuesto por cinco prisiones donde están recluidas alrededor de 12.000 personas.
Tras la alerta registrada en torno a las 22.00 hora local, la Policía activó un operativo de búsqueda y captura, centrado sobre todo en las zonas aledañas al río Guayas.
Esta fuga se da en el marco de una serie de motines simultáneos registrados en al menos siete cárceles de Ecuador, en los cuales decenas de presos lograron escaparse, la mayoría de la cárcel de Riobamba.
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La fuga que inició la crisis en Ecuador
Entre los presos fugados de Riobamba está Fabricio Colón Pico, presunto cabecilla de la banda criminal de ‘Los Lobos’ y señalado como parte de un plan para atentar contra la fiscal general, Diana Salazar.
Días antes hizo lo propio de la Cárcel Regional de Guayaquil el líder de la banda criminal ‘Los Choneros’, José Adolfo Macías ‘Fito’, en una fuga que causó gran revuelo.
Tanto las fugas como los motines estuvieron acompañadas de una oleada de acciones violentas atribuidas a las bandas del crimen organizado que incluyeron explosiones e incendios de automóviles, secuestro y asesinato de policías y el asalto de un grupo de hombres armado a un canal de televisión de Guayaquil.
Los hechos se suscitaron cuando el Gobierno del presidente Daniel Noboa se disponía a poner en marcha su plan para recuperar el control de las cárceles ecuatorianas, muchas de ellas dominadas internamente por estos grupos delincuenciales, cuyas rivalidades han dejado más de 450 presos asesinados desde 2020 en una serie de masacres carcelarias.
La intención del Ejecutivo es aislar a los líderes de estos grupos criminales hasta que se construyan dos prisiones modernas bajo el modelo ‘Bukele’ con el que Noboa busca imitar la estricta política carcelaria del presidente de El Salvador.
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