La vida de Pablo Escobar, quien fue el máximo cabecilla del Cártel de Medellín, estuvo cargada de excentricidades. Prueba de ello son las propiedades que poseía.
Las más conocidas son la Hacienda Nápoles, que actualmente funciona como parque temático; la Casa Rosada, de Miami, de la cual solo queda el recuerdo; y el edificio Mónaco, demolido en 2019.
Además, en su día a día también había vestigios de sus gustos particulares. Su viuda María Isabel Santos Caballero, quien antes era conocida como Victoria Eugenia Henao, ha revelado información al respecto tanto en su libro “Mi vida y mi cárcel con Pablo Escobar” (2018) como en su Instagram.
Según ella, su forma de vestir “era simple”: no usaba corbata, tampoco le interesaba la ropa de marca y, si acaso, se ponía un saco de pana para lucir elegante.
Dicha tela le llamaba tanto la atención que ni en los climas más extremos la dejaba de usar: “En el río Magdalena, con 40 grados de calor, se ponía pantalón de cordero y camisa”.
Además, contó que el capo “siempre quería estar de camisas en todas partes, incluso en los lugares deportivos”.
Y es que esas prendas también guardaban su historia: “Usaba las camisas que yo le enviaba a hacer a una modista en Medellín”. La tela empleada era de una textura suave que compraba únicamente en los almacenes Éxito.
Según ella, todas eran iguales y cumplían una condición indispensable: “el primer botón de la camisa debía estar a 10 centímetros del cuello hacia abajo”.
La mujer, quien ha dedicado su vida a formarse como coach ontológica, a dar conferencias y a escribir sobre su relación con Pablo Escobar, también se refirió a los complejos del narcotraficante y su forma de sobrellevarlos.
”Usaba zapatos especiales que mandó a hacer, tenían un tacón oculto de 4 centímetros de altura”, confesó, añadiendo que en el único momento en el que lo veía enojado era cuando su hermano Carlos Arturo Henao Vallejo, quien fue asesinado en 1989, lo molestaba por ello.
“Las reinas y las modelos con las que salía medían 20 centímetros más que él”, afirmó.
Finalmente, el capo también desarrolló una preferencia por algunas fragancias. De acuerdo con los relatos de su esposa, tres marcas estaban en su lista de favoritas.
Le gustaba el aroma de la botella blanca de 1 litro de Old Spice y de las lociones Pino Silvestre o de Paco Rabanne.