El papa Francisco pidió perdón a víctimas en Chile pero cree que Juan Barros es inocente. (AFP).
El papa Francisco pidió perdón a víctimas en Chile pero cree que Juan Barros es inocente. (AFP).

En el vuelo de regreso a Roma, el contestó dos preguntas formuladas por los periodistas chilenos, que le cayeron como un mazazo. “¿Por qué cree más en el testimonio de [Juan] Barros que en el de las víctimas?” “¿A qué atribuye usted que se considere su visita a Chile un fracaso?”

Sereno y mirando a los ojos, Francisco recordó que antes de su misa en Iquique, una periodista lo abordó para hablar sobre Barros y él dijo que no había una sola prueba en su contra. “Y debo pedir disculpas porque la palabra prueba ha herido a muchos abusados. Es una herida sin quererlo […] Me doy cuenta que mi expresión no fue feliz porque no la pensé”.

Sin embargo, el Papa reiteró que él estudió, investigó y trabajó mucho sobre el caso y no encontró evidencias de culpabilidad. “No tengo evidencias para condenarlo. Y si yo condenara sin evidencia o sin certeza moral, cometería yo un delito de mal juez”.

El obispo de Osorno Juan Barros. (Reuters).
El obispo de Osorno Juan Barros. (Reuters).

Consciente de que su respuesta no estaba dejando satisfecho ni al periodista ni al resto de chilenos que susurraban “pero hay testimonios…”, el Papa precisó que cuando estalló el Caso Karadima, se empezó a ver cuántos sacerdotes fueron formados por él. Se encontró que cuatro obispos salieron de su entorno. La conferencia episcopal chilena sugirió que tres de ellos (el cuarto estaba muy enfermo) renunciaran o tomaran un año sabático. Entre ellos estaba Barros quien ya llevaba 20 años como obispo, pero cuando se reunió con él en Roma le dijo que no renuncie. “Así no se juega porque eso es admitir culpabilidad previa”.

Francisco lo nombró obispo de Osorno, pero lo siguió investigando y reiteró por enésima vez que no encontró ni tampoco le han presentado evidencias de que encubrió a Karadima y precisó que personalmente está convencido de su inocencia.

UN CUENTO CHINO

Sobre si su gira fue un fracaso, el Papa dijo que eso es “un cuento chino” y que se había ido contento porque no esperaba tanta gente en las tres ciudades chilenas. “Las calles de Santiago hablan por sí mismas”, dijo a los periodistas que nos mirábamos un tanto desconcertados, como si hubiésemos aterrizado en otro lugar, porque lo que nosotros vimos fue un panorama distinto.

Salvo por la misa en el Parque O’Higgins, nadie vio grandes masas en las calles. Ni en su llegada, ni en sus trayectos ni durante las horas que pasó dentro de la nunciatura. No había ni un cartel con su rostro. La foto aérea de la Playa Lobito en Iquique, donde el Papa esperaba recibir a 400 mil personas y siendo exagerados llegaron 50 mil, quedará marcada como la imagen del desánimo que marcó la gira en ese país.

Y es que la percepción general es que la grieta que existe entre la población y la iglesia chilena, en vez de cerrar se agravó. Chile es el país de América Latina que menos confía en la Iglesia, que menos valora a Francisco y el que más fieles perdió en las últimas décadas. Con la defensa pública a Barros, él mismo trituró su discurso inicial de perdón y vergüenza por los 80 religiosos denunciados por abusos en los últimos 15 años. A esto se suma otro problema que va más allá de sus homilías. A diferencia de países como el Perú o Brasil, donde el catolicismo ha cedido terreno frente a la iglesia evangélica, en Chile el principal desafío es el ateísmo, ya que el 38% dice no tener ninguna religión.

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