Se estima que son unos 100 hombres y mujeres. Pero el pequeño Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) nuevamente tiene en vilo a las autoridades de Paraguay.
El pasado 9 de septiembre, el grupo de insurgentes se atribuyó su mayor golpe desde su creación: el secuestro del exvicepresidente Óscar Denis Sánchez.
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Denis Sánchez, quien ocupó la vicepresidencia entre 2012 y 2013, durante el mando de Federico Franco, fue retenido en las afueras de su estancia cerca de Concepción, el departamento en el noreste de Paraguay, lindante con Brasil, que el político del Partido Liberal gobernó en los años ’90.
Concepción, unos 500 kilómetros al norte de la capital, Asunción, es también el epicentro donde opera el EPP, una organización paramilitar de ideología marxista, que lucha por una reforma agraria y se financia principalmente a través de los secuestros extorsivos y la venta ilegal de marihuana, que se produce en la zona.
Hasta ahora, el secuestro de mayor impacto que se le atribuía a los líderes de este grupo era la de Cecilia Cubas, hija del expresidente paraguayo Raúl Cubas (1998-1999), quien fue hallada muerta cinco meses después de haber sido retenida, en 2004.
En ese momento el EPP aún no se llamaba así: era el brazo armado del Partido Patria Libre (PPL), una pequeña fuerza política de extrema izquierda surgida en la década de 1990, que fue disuelta tras ser acusada del secuestro y muerte de Cubas, de 31 años.
En 2008 el grupo resurgió y cometió su primer secuestro bajo su nuevo nombre: plagió al ganadero Luis Lindstron, quien fue liberado dos meses más tarde tras el pago de un rescate.
Desde entonces, el EPP, que inicialmente estaba conformado por unos 25 hombres y mujeres, ha seguido sumando miembros y realizando secuestros extorsivos y otros ataques en el noreste del país.
Esto, a pesar de los esfuerzos para frenarlos de sucesivos gobiernos paraguayos, que incluso crearon un comando especial en 2013 para luchar contra esta guerrilla: la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), integrada por policías y militares.
El secuestro del exvicepresidente
El pasado 9 de septiembre, el vehículo de Óscar Denis fue hallado abandonado y con las puertas abiertas cerca de su estancia.
Panfletos hallados en el auto afirmaban que el exfuncionario y legislador había sido secuestrado por una célula del EPP denominada “Brigada Indígena”.
Un joven indígena que trabaja en la estancia, Adelio Mendoza, también fue retenido, pero se lo liberó cinco días después.
El plagio de Denis, de 74 años, es considerado una represalia por un operativo de la FTC contra un campamento del EPP, a 30 kilómetros de ese lugar, una semana antes.
El comandante de la FTC, Héctor Grau, resaltó que el campamento desbaratado era el “más importante” del grupo guerrillero hallado hasta el momento.
Ese operativo del 2 de septiembre, que el presidente paraguayo Mario Abdo originalmente describió como “exitoso en todo sentido”, generó una gran polémica cuando se reveló que había causado la muerte de dos niñas de nacionalidad argentina.
El incidente generó la protesta de la Cancillería argentina, que a través de un comunicado demandó al gobierno paraguayo “el esclarecimiento y la identificación de responsables por la muerte de dos ciudadanas argentinas de once años de edad”.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) también pidió a Paraguay una investigación sobre las muertes.
Según los medios locales, las niñas eran sobrinas del líder del EPP, Osvaldo Villalba, y fueron las únicas víctimas mortales del enfrentamiento.
Familiares de las niñas aseguraron que estaban en el campamento de visita y que planeaban regresar a Argentina, donde viven.
Pero el gobierno paraguayo afirma que las menores nacieron en ese país y fueron llevadas a Argentina de forma ilegal, antes de regresar al país para convertirse en “niñas soldados” del EPP.
Las autoridades acusaron al grupo de guerrilleros de utilizarlas como “escudo” durante el enfrentamiento con la FTC.
Exigencias
Beatriz Denis, una de las hijas del exvicepresidente secuestrado, informó que la familia recibió una serie de exigencias para liberar a su padre.
Estas incluían la entrega de medicamentos y alimentos a 40 comunidades rurales del norte de Paraguay, por un valor total de US$2 millones.
También pidieron la liberación de los líderes guerrilleros Carmen Villalba (hermana del actual jefe del EPP, Osvaldo) y Alcides Oviedo.
Villalba y Oviedo son dos de los cuatro fundadores del Partido Patria Libre, la agrupación que dio origen al EPP.
Y, aunque ambos están tras las rejas, siguen siendo considerados los cabecillas ideológicos de la agrupación guerrillera.
La pareja, que contrajo matrimonio en la cárcel en 2006 y se divorció en 2019, está presa desde 2004 por el primer secuestro extorsivo que realizó el PPL antes del de Cecilia Cubas: el de María Edith Bordón de Debernardi, esposa de un acaudalado empresario local, quien fue raptada en 2001 y liberada dos meses más tarde tras el pago de US$1 millón.
Desde entonces, Villalba y Oviedo han sido condenados por la autoría intelectual de varios de los secuestros y atentados cometidos por el EPP.
Sin embargo, la detención de dos de sus máximas figuras no ha logrado frenar el accionar del grupo guerrillero, que se autodefine como “un movimiento revolucionario de los pobres para huir de los atropellos y asesinatos de matones ganaderos y sojeros y las fuerzas represivas del Estado”.
Además de los secuestros, en 2016 el EPP se adjudicó uno de los mayores golpes militares en la historia reciente de Paraguay: el asesinato de ocho miembros de la FTC.
La patrulla de seguridad había estado en una misión de rutina cuando fue emboscada en un camino rural en Concepción y atacada con bombas y fusiles, informó el ministerio del Interior.
Antes de huir, los insurgentes robaron las armas de los soldados, señalaron las autoridades.
El ataque causó un enorme revuelo en Paraguay y volvió a generar cuestionamientos sobre la incapacidad del Estado para desarticular a este pequeño pero poderoso grupo insurgente, al que se le atribuye cerca de 70 muertes, entre civiles, policías y militares.
El EPP también ha generado enormes daños económicos, quemando maquinaria agrícola en el noreste del país.
En los últimos años algunas de sus principales víctimas han sido miembros de la comunidad menonita, una congregación religiosa dedicada a la producción agraria en el noreste de Paraguay.
Pero el secuestro de Óscar Denis, que generó una gran movilización de protesta el pasado domingo en Asunción, y el ataque contra el campamento del EPP, que acabó con la muerte de dos niñas y no logró la detención de ningún miembro del grupo, han reavivado las críticas contra la ineficacia del Estado para desarticular lo que muchos en Paraguay consideran como una organización criminal.
Las dificultades
Expertos consultados por BBC Mundo resaltaron cuatro razones por las que ni gobiernos de izquierda ni gobiernos de derecha en Paraguay han logrado hasta ahora desbaratar al EPP.
1. Bajo el radar
Aunque el hecho de tener pocos miembros pareciera sugerir que debería ser más fácil desarticularlos, lo cierto es que ser un grupo chico le juega a favor a los insurgentes.
El motivo es que es difícil detectar a un grupo tan reducido de personas, que, además, históricamente han mantenido un perfil bajo, evitando ser individualizados.
2. Los campamentos
El hecho de que los miembros del EPP son pocos y no hacen vida militar de forma permanente, sino que lo alternan con labores rurales, presenta otro desafío para las autoridades: hallar sus campamentos.
Se cree que el grupo tiene una serie de campamentos pequeños en Concepción, donde esconden su arsenal y el dinero obtenido de los secuestros y el narcotráfico.
Pero hasta ahora las autoridades no habían logrado desbaratar un cuartel importante.
De allí que el presidente Abdo resaltara el “éxito” del operativo del pasado 2 de septiembre en la localidad de Yby Yaú, donde las autoridades hallaron dinero, armas y dispositivos electrónicos como teléfonos celulares, laptops, cámaras fotográficas y de filmación.
El comandante Grau, de la FTC, señaló que se trataba del campamento “más completo” hallado hasta el momento y dijo que los peritajes forenses permitirán obtener “una gran cantidad de material” sobre el EPP.
3. El terreno
A pesar de que en sus comienzos el grupo realizó acciones en zonas urbanas, en los últimos años se ha concentrado en la región rural del noreste donde está basado.
Según el experto en seguridad Daniel Albarracín, al convertirse en una “guerrilla rural” el EPP logró que fuera más difícil desbaratarlo.
Se trata de una región muy extensa, con grandes estancias y montes, a veces impenetrables, donde solo viven algunas comunidades indígenas y hay una presencia muy débil del Estado.
Muchos de los productores agrarios de la zona viven de forma aislada.
Incluso cuando el entonces presidente Fernando Lugo promulgó en 2010 un “estado de excepción” y envió el mayor contingente militar desde el retorno a la democracia a Concepción y departamentos aledaños para detener a los miembros del EPP -en ese momento unas 25 personas-, no tuvo éxito.
El motivo fue que mientras que los militares controlaban las calles, los insurgentes desaparecieron en el monte.
4. Nuevas células
A pesar de que sigue siendo considerada una organización pequeña, el EPP ha logrado seguir atrayendo miembros, algo que algunos atribuyen a la enorme desigualdad económica y social que persiste en Paraguay, en especial en las comunidades rurales.
“Hoy las vacas de los oligarcas tienen más valor que muchas personas paraguayas”, es una de las consignas más famosas del grupo.
El hostigamiento que sufren muchos campesinos de la zona por parte de las fuerzas de seguridad, bajo acusaciones de supuestamente albergar a los guerrilleros, también ha generado mucho resentimiento hacia las autoridades.
Según el diario paraguayo ABC Color la mayoría de los nuevos integrantes del EPP son “muy jóvenes”.
Algunos, debido a desacuerdos con los cabecillas históricos, han formado nuevas células.
Además de la Brigada Indígena, que se atribuyó el secuestro de Óscar Denis, otras divisiones del EPP son la denominada Agrupación Campesina Armada (ACA) y el Ejército de Mariscal López (EML).
Estos desprendimientos también han complicando la desarticulación de esta pequeña pero efectiva guerrilla, que según las autoridades paraguayas han tenido nexos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), algo que los insurgentes niegan.
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